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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Feb 5, 2025 - 12:35 pm

“Está hablando el presidente”, dijo Gustavo Petro en la noche de este martes, durante el primer consejo de ministros transmitido en directo por televisión, en cadena nacional, para zanjar la ácida discusión que estaban sosteniendo Laura Sarabia, recién nombrada canciller, y Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social (DPS). La frase del jefe de Estado pareció una intervención aislada, pero, en realidad, atraviesa y resume lo que fue esa aparatosa reunión que le mostró al país una faceta del Gobierno que el país intuía, pero que no había salido a la luz pública tan descarnadamente.

(Le interesa: Petro boleteó a sus ministros llamando a lista en vivo: “No sé por qué no han venido”)

La discusión entre Sarabia y Bolívar se dio porque la nueva ministra de Relaciones exteriores dijo que a la llegada de unos colombianos deportados no había estado nadie del DPS. Bolívar se quejó ante el presidente, acusándola de mentirosa. Ambos parecían dos niños señalándose mutuamente frente a uno de sus padres, o dos colegiales culpándose delante de un profesor, o, para ser más gráficos, el Chavo del Ocho y la Chilindrina en pataleta delante del profesor Jirafales. Y, claro, la forma que encontró el presidente Petro para llamar su atención fue recordándoles su autoridad e investidura: “Está hablando el presidente”.

Sin embargo, ese no fue más que un episodio menor frente a las otras disputas que atravesaron el malhadado consejo de ministros. Hubo más desavenencias que tuvieron como denominador común el malestar por el nombramiento de Armando Benedetti en la inexistente figura de jefe del gabinete y de Sarabia en la máxima instancia de las relaciones exteriores de Colombia. La primera en quejarse fue la vicepresidenta Francia Márquez, que rechazó a Benedetti y aseguró que por el maltrato de Sarabia había tenido que recordarle que ella es la vicepresidenta.

Después habló la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, que aseguró que, por su condición de mujer y de feminista, no podía estar sentada en la misma mesa con Benedetti, acusado de maltrato a mujeres y que incluso tiene una causa en España por presuntamente haber agredido a su esposa. La ministra comenzó su intervención quebrada y a punto de estallar en llanto, y la terminó poniendo su cargo a disposición del mandatario, que le dio una extensa y errática respuesta, llena de divagaciones, pero en la que quedó claro que “está hablando el presidente”.

El presidente Petro trató de hilar tres tipos de ideas: las segundas oportunidades que merecen hasta los presos, la dialéctica marxista (que cree que solo personas como él, que dijo haber leído a Hegel en la cárcel, la pueden entender) y su militancia en el grupo guerrillero M-19, en el cual, según exmiembros destacados como Everth Bustamante y Carlos Alonso Lucio, no tuvo nunca un cargo de mando ni de dirección. El arremolinamiento de los conceptos en la respuesta a la ministra Muhamad (no consiguió exponer bien principios básicos de la dialéctica materialista como la unidad y lucha de contrarios y apeló a conceptos equívocos al asegurar que “somos fluidos”) puso de presente que, efectivamente, “está hablando el presidente”.

Se podría afirmar que esa fue la constante a lo largo de las más de seis horas que duró el tortuoso consejo de ministros en el que quedó claro el modelo de liderazgo del mandatario, que no une y que no consigue tratar ningún asunto sustantivo del Estado, la solución a los problemas que aquejan al país o la ruta que seguirá el Gobierno en las próximas semanas o meses. Eso fue lo que vio el país, además de una clara fractura y serias disputas entre los integrantes del alto Gobierno. Por ejemplo, Bolívar dijo: “Tanto Laura [Sarabia] como Armando Benedetti, a pesar de que hayan sido importantes en este proyecto, deberían ocupar otros cargos menos importantes para nosotros en este proyecto presidencial”.

Lo que presenció Colombia fue un espectáculo muy parecido a los ‘reality’ en los que los participantes se deshacen a dentelladas. Todo, pese a que el mandatario había asegurado que quería “la verdad y no teatro”. Las tensiones fueron evidentes y las disputas salieron a flote. Todo frente al atronador silencio de Benedetti, a quien el presidente Petro le debió ordenar que no pronunciara palabra alguna. Para muchos, fue un circo montado por el mandatario, cuya carpa está hecha girones y no tiene más trucos ni actos para mostrar, salvo el pregón de quien invita a entrar gritando: “¡Está hablando el presidente!”.

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El cálculo del presidente Petro de difundir en directo y a través de la televisión su consejo de ministros (algo que ya confirmó este miércoles que seguirá haciendo), con el argumento de que el “pueblo” debería ver todo, inspirado en una práctica del régimen cubano de hace décadas, quizás estuvo animado en la idea de subir su popularidad. En el consejo quedó claro que si el Gobierno no está cumpliendo no es por culpa de él, sino de sus ministros, todos los cuales, después de lo ocurrido, están obligados éticamente a presentar su renuncia. Pero a Colombia le retumban otras cosas más allá de oír que “el presidente está hablando”: que hay serios incumplimientos en las promesas gubernamentales y graves divisiones internas en el Ejecutivo.

De hecho, uno de los primeros efectos que tuvo el consejo de ministros fue la renuncia de Jorge Rojas, que apenas llevaba dos semanas en el Dapre. Rojas fue el más sensato en el consejo, pues, incluso, interrumpió al presidente Petro, cuando le daba su extensa y errática respuesta a la ministra Muhamad, para recordarle que estaban en cadena nacional y que pronto deberían desconectarse porque el país, entre otras cosas, quería ver el partido de la Selección Colombia Sub-20 en el torneo sudamericano de la categoría. Rojas también fue el que, poco antes de la media noche, despidió la transmisión ante la intempestiva salida del presidente Petro, que no lo trató muy bien.

La pequeña ‘revuelta’ de ministros contra Benedetti y Sarabia encarna el sentir de quienes votaron por el presidente Petro, que se identifican estrechamente con las ideas del mandatario, pero que, como buena parte de la opinión pública, no entienden cómo esos dos funcionarios, principales protagonistas de los escándalos que más le ha han hecho daño al Gobierno (en su disputa cuando Sarabia era la jefa del gabinete y Benedetti era embajador en Venezuela salió a la luz que en la Costa le habrían entrado a la campaña unos 15.000 millones de pesos de manera ilegal) no solo cayeron parados al regresar al lado del jefe de Estado, sino que siguen marcando vertiginosas trayectorias ascendentes.

“Está hablando el presidente”, fue, efectivamente, lo que también dijeron los colombianos este martes por la noche, al sentir cómo tuvieron que dejar de ver sus programas favoritos en el horario ‘prime’ para dedicarse a otras cosas o, en el caso de quienes decidieron seguir el ‘reality’, enterarse de la forma como están siendo gobernados.

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