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Francisco Lopera estaba convencido de que la cura del alzhéimer se encontraba en los cerebros de algunos pacientes específicos que presentaban extraños retrasos en su pérdida de memoria, alrededor de 20 o 30 años más tarde que la media. Lopera, que falleció este 10 de septiembre, nació en Santa Rosa de Osos, en 1951. Fue una de las mentes más brillantes de Antioquia y se había retirado de sus labores profesionales y científicas el 15 de agosto de este año, tras recibir el diagnóstico de un melanoma, un tipo de cáncer de piel.
Lopera tenía 73 años y una fascinación por los cerebros humanos. Por esa razón dedicó su vida a escudriñar estos órganos y a comprender la difícil vida de algunos de sus pacientes diagnosticados con esta enfermedad, quienes se referían a él como un “héroe” o un “ángel”. Su trabajo lo logró bajo la dirección, por 40 años, del Grupo de Neurociencias de Antioquia (GNA) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, desde donde se posicionó como uno de los científicos más prestigiosos a nivel mundial en el campo del alzhéimer y el deterioro cognitivo.
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Al despedirse de sus labores profesionales, dejó sus investigaciones en manos del neurólogo David Aguillón Niño, quien se desempeñaba desde julio de este año como director médico del GNA. En aquel momento, el Dr. Francisco Lopera entregó unas palabras con las que se despidió de su equipo: “Estoy increíblemente orgulloso de lo que hemos logrado juntos. Aunque esta decisión ha sido difícil, creo que es lo mejor para mi salud y para el futuro del Grupo”.
Lopera fue reconocido a nivel local, nacional e internacional por su trabajo en Antioquia, donde identificó alrededor de 25 familias con una mutación genética que predisponía a desarrollar el alzhéimer temprano, alrededor de los 40 años, especialmente en los municipios de Belmira, Yarumal y Angostura, y en otros de ellos, en el norte del departamento.
Este tipo de alzhéimer, conocido como “la mutación paisa” es una de las más grandes del mundo afectadas por esta enfermedad desde lo genético y tiene fascinados a los científicos a nivel mundial, por la posibilidad de que esta mutación contenga la respuesta al retraso y cura de los síntomas del alzhéimer. En una entrevista para EL COLOMBIANO, aliado de Pulzo, el investigador se refirió a esta mutación: “Algunas personas con esta mutación tienen genes protectores. En este momento (2023) la mutación la tienen 1.200 personas y solo dos, que hemos estudiado, portan una variante protectora. Estos dos casos nos regalaron la pista para la cura y la prevención de la enfermedad”.
Su descubrimiento permitió la creación de estudios clínicos que han sido claves, precisamente, para investigar posibles tratamientos y curas de esta enfermedad. Durante su trabajo, el neurólogo identificó el cerebro de dos pacientes especiales que podían tener la respuesta para el desarrollo de medicamentos que beneficiaran a los más de 55 millones de personas diagnosticados con esta enfermedad, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“A estos dos seres humanos la naturaleza los dotó con la enfermedad y la solución. Para hacerlo hay dos maneras: recopilar información genética protectora, introducir un virus vector —el dengue, por ejemplo— y producir una infección en personas que tienen riesgo de padecer alzhéimer”.
“Al final, esto no sería una infección, sino un procedimiento para retrasar los síntomas por 25 o 30 años. Lo que quiere decir que si las personas con alzhéimer esporádico empiezan con síntomas a los 65 años, los podrían retrasar hasta los 90 o 95 años. La otra opción es desarrollar un medicamento que imite la mutación protectora en el cerebro y así sea capaz de retrasar los síntomas. Esperaría que entre todos los investigadores del mundo podamos lograr terapias génicas y medicamentos en cinco años”, agregó.
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El último reconocimiento internacional en su palmarés fue el Potamkin Prize for Research in Pick’s, Alzheimer’s, and Related Diseases, que le otorgaron el 14 de abril pasado en Estados Unidos la Academia Americana de Neurología y la Fundación Americana del Cerebro, siendo el primer latinoamericano en recibir este galardón, considerado el más prestigioso en el campo de la investigación de las enfermedades neurodegenerativas en el mundo, al nivel casi de un premio Nobel.
“El trabajo liderado por el doctor Lopera con familias de Colombia con enfermedad de Alzheimer, por casi 40 años, ha contribuido de manera significativa al conocimiento que se tiene en el mundo sobre esta enfermedad y las enfermedades neurodegenerativas”, apuntó entonces dentro de la ceremonia de entrega Yakeel T. Quiroz, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard y directora del Laboratorio de Neuroimágenes de Demencia Familiar y del Programa Multicultural para la Prevención del Alzheimer en el Hospital General de Massachusetts.
Esta destacó además el aporte de Lopera para identificar formas de predecir el deterioro cognitivo en individuos con riesgo de demencia, a desarrollar herramientas de diagnóstico y pronóstico para el tratamiento y a la prevención temprana de las demencias.
El camino de Lopera para alcanzar el sitial de continuos honores, según le contó al editor general de EL COLOMBIANO, Daniel Rivera, para un reportaje publicado en mayo del año pasado, comenzó cuando era residente de Neurología y le llegó un paciente de 47 años que había perdido la memoria. Resulta que el padre del hombre había padecido de lo mismo y que esto podría deberse a aspectos hereditarios.
El acucioso alumno, que todavía no debía tener el cabello tan blanco como lo tenía ahora, se fue hacia Belmira (occidente antioqueño) a seguirle el rastro a este caso y siendo la década de 1980, se dio cuenta de que era una tipología de alzhéimer de carácter hereditario y a mediados del decenio siguiente identificaron que se trataba de una mutación en el cromosoma 14.
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“Acompañamos y expresamos nuestra solidaridad a su familia, amigos y equipo de investigadores en este difícil momento. Desde la Universidad que fue su casa y a la que le dio grandes contribuciones, mantendremos en alto su nombre y continuaremos su legado inspirador”, agregó la institución que lo vio crecer como profesional y consolidarse a nivel nacional e internacional como el científico que más se ha acercado en hallar una cura para esta enfermedad.
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