“¿Una estrategia política? ¿Un enfrentamiento entre hermanos uribistas?”, se pregunta, por ejemplo, Juan Pablo Calvás en El Tiempo, y dice que el país hace cábalas sobre si los ataques que está recibiendo Duque desde el Centro Democrático “son parte de una movida inteligente para alivianarle la carga […] o si en realidad hay un ala del partido que quiere amargar el arranque del cuatrienio duquista”.

En sus cuentas, después del agresivo discurso de Macías, el día de la posesión de Duque, siguió la descalificación que hizo la senadora María del Rosario Guerra al nombrado viceministro de Vivienda, Víctor Saavedra, “dizque porque fue el ‘responsable de las cartillas de ideología de género’”, que provocaron “un sacrosanto escándalo hace un par de años”.

Otra disonancia que ve Calvás entre Duque y su partido es, nada más y nada menos, con el propio Uribe, por la consulta anticorrupción. “Aquí no fue una voz cualquiera del Centro Democrático la que se alzó contra la consulta. El mismísimo faro y guía del partido, el ‘presidente eterno’, […] fue quien enfiló la artillería en contra de la votación […]. No obstante la celebración de Uribe con su ‘menos mal no mencionó la consulta anticorrupción’, haciendo referencia al discurso inaugural del presidente Duque, este último reiteró, al día siguiente de que se le impuso la banda presidencial, su respaldo a la iniciativa”, recuerda Calvás.

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“Díganme paranoico, ¿pero no estaremos más bien al frente de una sorprendente sinfonía del Centro Democrático en la que un discreto compositor y director de orquesta va acompasando las cuerdas, los vientos y la percusión para que el público se sorprenda con la interpretación de una pieza en la que unos y otros se responden con maestría, generando tensiones y expectativas que al final solo sirven para que se luzca ese (no tan) discreto compositor de la alta política?”, dice.

Y remata con una invitación al presidente Duque: “Ya tiene la investidura. Ya está despachando desde la Casa de Nariño. […] Usted es el director. Dirija la orquesta y no se deje manosear la partitura, así llegue el mismísimo Beethoven a decirle que él lo hace mejor”.

En la misma clave se manifiesta Gloria H. en su columna de El País, de Cali, que relaciona los trinos a los que hace referencia Calvás, y los califica de “absolutamente espeluznantes”: “‘Si @vicsaavedraM aceptó el cargo de viceministro de Vivienda se obliga a cumplir con el programa de gobierno de @IvanDuque y su comportamiento estará regido por los pilares del @CeDemocrático bajo el control político de nuestra bancada liderada por @AlvaroUribeVel o renuncia’. Y otro aterrador de la senadora Guerra: ‘Es desatinado nombrar a @vicsaavedraM. Fue responsable de cartillas de ideología de género lideradas por Gina Parody y rechazadas por las familias colombianas. No basta una hoja de vida sino se comparten principios en los temas de trascendencia’”.

Por eso, se pregunta “¿quién manda aquí?”, porque le impacta “el control que está desplegado en el Centro Democrático. Requieren la homogeneidad como garantía de existencia. Es una camisa de fuerza, una cárcel ideológica. Claro, la obediencia servil a un jefe y a lo que él piensa hizo que perdieran la individualidad para convertirse en una masa compacta, o más suave, en un cuerpo unificado”.

“Hay muchos poderes y en definitiva no se sabe si es Duque, Uribe, el Centro Democrático el que tiene la batuta. Demasiados directores de orquesta. El Centro Democrático ‘se cree’ dueño del balón […] con una sobradez agresiva y el jefe dando instrucciones. ¿Son ellos los que dan la pauta o Duque puede obrar ‘solito’?”, plantea.

En cambio, Cristina de la Torre, en su columna en El Espectador, duda de que Duque y su partido anden divorciados. “Tras el estoicismo con que Duque recibió la avalancha de lodo se habrán cincelado las dos caras de una moneda: cara de Duque, en verso amable, conciliador; sello en ruda prosa del presidente eterno y su bancada de siervos para el debate torticero en el parlamento”, escribe.

Aura Lucía Mera destaca en ese mismo diario lo que pudo ser el primer acto hostil del uribismo contra Duque, incluso antes del discurso de Macías. Para ella, fue la página que pagó el Centro Democrático en varios periódicos del país para mostrar la ‘herencia’ que le dejó Santos al país, un verdadero memorial de agravios que, para muchos, fue el libreto del discurso que pronunció ese mismo día Macías.

“El horror que sentí al abrir algunos periódicos el martes 7 no lo puedo describir, porque ninguna palabra lo puede contener”, escribe Mera. “Sentí una especie de amenaza torva. Como el planear de las águilas negras buscando carroña o escogiendo sus víctimas. Revolando en círculos concéntricos y dispuestas a caer en picada al menor descuido de la carnada”.

“Dios quiera que […] Duque, cuya primera semana de gobierno ha sido opacada, confusa, plena de mensajes dobles y amenazas solapadas, logre zafarse de una de ‘la pandilla’, o mejor dicho banda, que lo quiere someter y estrangular”, añade Mera, que, como Calvás, anima al nuevo presidente: “Somos millones de colombianos que le deseamos un buen gobierno. Tiene los elementos. Tiene las riendas en la mano. Quítese esa jáquima que le aprieta y suéltese. Hágalo ya, antes de que sea demasiado tarde y quede maniatado”.