En entrevista con El Nuevo Día, el tolimense Carlos Ospina ahondó en las razones que lo llevaron a renunciar a la entidad, aseguró que no recibió un trato equitativo ni le brindaron todas las garantías y afirmó que sus aportes al informe final deben ser tenidos en cuenta.

El Nuevo Día (E.N.D): Usted dijo que renunció a la Comisión de la Verdad porque en el informe final no había espacio para su versión. ¿A qué se refiere concretamente?

Carlos Ospina (C.O): Uno entiende que en un ente colectivo hay fricciones y puntos de vista encontrados, sobre todo cuando sus miembros provienen de diferentes procesos, pero en el disenso se deben respetar las voces de las minorías. No todas las regiones y sectores sufrieron el conflicto de la misma manera y su interpretación, naturalmente, no se puede hacer desde un escritorio.

Empezando por el capítulo de narraciones históricas, en el informe final encontré conceptos sobre el origen del conflicto, la combinación de todas las formas de lucha y el accionar de las guerrillas y la Fuerza Pública con las que tengo diferencias. Si no estoy de acuerdo con el informe final y ellos no estaban de acuerdo con mi aporte, de más de 2.000 páginas, y ninguno iba a ceder, decidí irme porque ellos son mayoría.

(Le puede interesar: “Comisión de la Verdad no está metida en la campaña política”: Padre De Roux)

E.N.D: Usted es mayor retirado del Ejército y, según entiendo, el desacuerdo radica en que no admite la idea de que la Fuerza Pública y sus miembros también sean considerados como victimarios en el conflicto. ¿Es así?

C.O: Las víctimas son víctimas. No tienen apellidos. En un conflicto armado, el Estado no puede ser responsable por acción u omisión en todo, cuando el responsable físico de los hechos fue un actor distinto. Si guerrilleros realizaron una incursión armada o los paramilitares asesinaron a un ciudadano, ellos deben responder.

Es reprochable y no se puede permitir que se delinca, mate, torture y desaparezca dentro la Fuerza Pública. Los que participaron en ese tipo de hechos tienen que ser castigados. Si intervinieron dos o cien personas, deben responder esas dos o cien personas, pero no la institución. En ningún libro se puede encontrar que tengan que asesinar a una persona protegida.

E.N.D: De alguna manera es la misma discusión que se ha dado en otros escenarios sobre las llamadas ‘las manzanas podridas’ en la Fuerza Pública y el pedido desde esas instituciones para que no se generalicen los excesos y delitos. ¿No hubo forma de conciliar su visión con la de ellos?

C.O: En tres años y medio no hubo forma. Yo entiendo a mis compañeros de la Comisión. Ellos vienen de unos procesos ideológicos, políticos y sociales distintos. En este asunto, cuando ambos tenemos la razón y existen líneas rojas inquebrantables, es difícil llegar a un punto medio. El militar o el policía que cometa un delito, debe pagar y por el doble, porque es un funcionario público, pero no en todos los casos en una responsabilidad de Estado. En la Comisión llegué a un punto en el que no iba a avalar el informe en razón a lo que fui, soy y pienso. El informe aporta mucho al país, pero no lo iba a firmar.

E.N.D: ¿Le llegaron a decir negacionista en la Comisión?

C.O: A mí me dijeron que era negacionista. Si fuera negacionista no aceptaba a exguerrilleros con los que he forjado una amistad. Yo he hablado con todos. Dentro de mi ámbito militar conocí guerrilleros que desertaron a los que les daba la bienvenida a la legalidad como ciudadanos colombianos. Yo combatí a la guerrilla en el Ejército, pero cuando uno de ellos estaba herido y se entregaba, dejaba de ser mi adversario para convertirse en un ciudadano al que debía darle protección.

(Vea también: Denuncian que robaron grabadoras y computador con la declaración de ‘Otoniel’)

E.N.D: ¿Usted estaba a cargo de cuál de los capítulos del informe?

C.O: Yo no tenía ningún capítulo. Coadyuvé al de ‘Narrativa del conflicto’ con la comisionada Martha Ruiz. Ella ha tomado muchos de mis conceptos en su narrativa. Me hubiera gustado tener mi capítulo de campesinos. Valoro el aporte de algunos informes de mis compañeros, pero hay un gran volumen que tiene que ver con la persistencia del delito y las responsabilidades con el que no estoy de acuerdo.

E.N.D: ¿Es claro que no se supieron gestionar diferencias, pero cómo llegó eso al punto de la estigmatización de la Comisión que, según usted, padeció?

C.O: Cuando las diferencias se vuelven personales, hay un problema. Por eso los colombianos tenemos una larga historia de venganza, odio y polarización. En el Ejército yo aprendí que no puedo llevar nada a lo personal. Creo en la paz y me la he jugado por la reconciliación, pero recibí un trato de enemigo o infiltrado porque tuve el valor suficiente para decir que no estaba de acuerdo en algo y dejaba clara mi posición. A mi me nombraron para cumplir unas funciones y un porcentaje muy alto del pueblo colombiano se siente represntado en mí.

E.N.D: En un comunicado, la Comisión dijo que a usted le brindaron todas las garantías para que cumpliera sus funciones. Entonces, según usted, ¿la Comisión de la Verdad está faltando a la verdad?

C.O: Está faltando a la verdad. A mí me faltaron garantías. El domingo pasado, cuando estaba en Aguazul, en Casanare, no me dieron los apoyos técnicos para la transmisión de un evento de víctimas del DAS. Tampoco me brindaron apoyo para el lanzamiento del documental de Gaitania. Me dieron apoyos, pero cuando necesité visibilizar el trabajo no me respaldaron.

No todas mis iniciativas fueron aprobadas. No logré hacer eventos con Rosa Blanca, con ganaderos, con grupos empresariales como hubiera querido para dignificarlos. Yo diría que no hubo un trato equitativo y equilibrado. Desde el principio sí tuve asesor y asistente, pero en 2021 solo me dieron tres personas y este año ocho para investigar, cuando la Comisión tenía hasta 750 funcionarios y no sé cuántos contratistas externos apoyados por otras organizaciones.

Lee También

E.N.D: ¿Sus aportes al informe final serán tenidos en cuenta?

C.O: El informe final no ha salido, pero espero que mi aporte salga a la luz pública y no se vaya a invisibilizar. Mi informe es una verdad que ellos no comparten, pero es una verdad que hizo un comisionado en el ejercicio de sus funciones. No pueden ocultar ni censurar mi informe. Aunque haya sido minoría, están en la obligación de publicar integralmente mi informe al pueblo colombiano. Si no lo hacen, estarían faltando a la ley. Ahora, no creo que mi nombre aparezca en el informe final.

Algunos dijeron que no puede ser cierta su apreciación de que el informe puede incidir en el escenario electoral porque, justamente, va a ser publicado después de que se elija al próximo presidente.

En la actualidad, cualquier cosa que se diga va a ser vista por unos u otros sectores del espectro político como una incidencia. Yo no he sacado nada de mi informe, pero en otros casos se han sacado conversaciones o entrevistas en las que se señalen a unos u otros y eso se puede entender como guiños. No creo que lo hagan con el propósito de incidir, pero al final se incide.

La Comisión sostiene que en estos años se escucharon a todos los actores del país, incluyendo a muchos miembros de la Fuerza Pública…

Pueden hacer mil entrevistas, espacios de escucha e informes, pero no adquieren sentido si esos testimonios y documentos no son referenciados e incorporados al informe final.

E.N.D: ¿Por qué se tuvo que exiliar su asesor?

C.O: Yo quiero mantener eso en reserva. Así me lo ha pedido. Él estaba trabajando en mi informe y fue amenazado.

E.N.D: ¿Cree que su tarea en el Tolima quedó cumplida

C.O: Sí. Me siento orgulloso por lo que hice por el Tolima grande. Me voy satisfecho y contento. Creo que he sembrado una semilla de convivencia y reconciliación. En Gaitania, en Planadas, los campesinos, los reincorporados, los indígenas y la Fuerza Pública dejaron de señalarse y estigmatizarse para convivir en un territorio. Eso no fue un acto solemne en un teatro para luego seguirse matando. Nos queda como tolimenses seguir alimentando eso.