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Escrito por:  Óskar Ortiz
Redactor     Abr 12, 2024 - 5:26 pm

El vigilante, que estuvo atrapado en el edificio de la rectoría de la Universidad Nacional durante 70 horas, salió sano y salvo, a pesar de que había dicho que temía por su integridad en medio de la toma de encapuchados allí.

El hombre, de quien se conoció tiene 52 años de edad y lleva 34 de ellos trabajando con la institución educativa, se refirió a las personas que ejecutaron los mencionados movimientos.

El vigilante recordó que, en medio de la inconformidad por el nuevo rector, hubo asambleas entre los miembros de la Universidad Nacional, pero en su relato a Semana expuso su sospecha de infiltraciones entre los encapuchados, sobre los que planteó la duda de quiénes son.

“Lamentablemente, en el camino se infiltraron personas, digo yo que no son de la universidad por su actuar y llegaron rompiendo, vandalizaron los controles de acceso, vandalizaron las cámaras, rompieron puertas, hicieron estragos dentro del edificio y encapuchados, pues nadie sabe quién es quién. Inicialmente todo se le concede el beneficio de la ayuda de que el compañero es estudiante, entonces se está saliendo de todo. No, no, bájale, pero ya lo hecho, hecho estaba, la situación se calentó, como dice el dicho popular”, contó.

De ahí, el celador de la Universidad Nacional en Bogotá revivió los ataques violentos, tanto físicos como verbales, en los que incluso advirtió que hubo amenazas contra su vida, al tiempo que dejó claro que, si bien no le pasó nada, tuvo momentos de mucha tensión.

“La cuestión es que, ante esa amenaza y que me van a matar y que me van a quemar el negocio, yo cierro y me encierro acá y no voy a dejar que vengan a dañarme mis equipos de trabajo y mi integridad física. […] Primero me encerré por mi integridad física, voy quieto, a mí no me van a hacer nada, ¿cierto? Pero después la conciencia dice, tengo que propender por salvaguardar los bienes de la institución, que es lo que me está dando el trabajo, el sustento, que es el compromiso que adquirí hace 34 años, cuando ingresé a trabajar como vigilante en la universidad”, indicó.

El trabajador justificó su medida por el cuidado de sistemas de seguridad que han ido mejorando, por lo que consideró como absurdo “que vengan dos o tres personas capucha puesta” para dañarlos. Ahí, insistió que no salió herido gracias a que estuvo encerrado, a pesar de las repetidas amenazas.

Sobre la actual situación de orden público en la Universidad Nacional, manifestó de forma contundente que nunca había presenciado algo similar, lo que lleva a sus sospechas sobre la infiltración entre los encapuchados.

“Esto es lo más terrible que yo he presenciado en cuanto a conflictos en la universidad. De resto, todos los conflictos inician, de pronto si nos tomamos el edificio, sale alguien de las directivas, enviado a negociar, venga a ver qué pasó, hablemos, hacemos una mesa de diálogo, solucionamos las cosas generando siempre un gana-gana, ese es el objetivo de los diálogos, que sean gana-gana, siempre todos obtengamos un parte o lo mejor para todos”, afirmó y agregó: “Esta vez no ha sido así”

Al final, expresó su preocupación por la presión para darle manejo a esa situación, de la cual cree que “puede salir y puede ser desastrosa ya en el edificio porque nosotros desde acá no respondimos. Ese es el objetivo de tener el personal acá: brindarle seguridad a la universidad”.

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Desde el pasado lunes 8 de abril, personas encapuchadas se tomaron el edificio de la rectoría de la tradicional institución educativa colombiana en medio de una protesta por el nuevo rector, José Ismael Peña Reyes.

Miembros de la Universidad Nacional entraron en paro indefinido por la elección de ese cargo el pasado 4 de abril, tema que calentó el ambiente y dejó en evidencia la gran molestia general.

Lo cierto es que las manifestaciones comenzaron desde el pasado 21 de marzo, cuando el nombre de Peña fue presentado como cabeza de la institución educativa. Todo eso desembocó en la actual situación.

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