Las imágenes recogidas por la cadena CTV mostraron a un hombre en jeans, una parka y una gorra de béisbol blanca que se acerca corriendo al padre Claude Grou y lo hiere “ligeramente en la parte superior del cuerpo” con un cuchillo, explicó la policía.

El sacerdote se recuperó lo suficiente como para ponerse de pie y en las imágenes se le ve retroceder mientras agentes de seguridad rodean al agresor, que deja caer su cuchillo.

El sospechoso fue arrestado en la basílica católica romana poco después, mientras que el sacerdote fue trasladado al hospital y su vida no corre peligro. Por lo menos cincuenta personas que habían asistido a la misa fueron testigos del hecho.

Según un asistente a la misa entrevistado por Radio Canadá, el atacante es un hombre blanco y de estatura alta: “Pensé que solo iba a arrodillarse frente al altar para orar, como hacen muchas personas. Pero luego vi que desenfundó su cuchillo y se abalanzó sobre el padre. Cuando vi eso, salí gritando para ir a la sacristía y alertar a seguridad”.

Cuando la policía llegó, el presunto atacante ya había sido reducido por los servicios de seguridad de la iglesia, dijo la portavoz de la iglesia, Céline Barbeau.

“El sospechoso fue arrestado por la policía y fue trasladado a un centro de detención, donde será recibido por los investigadores durante la mañana”, dijo a la AFP Caroline Chèvrefils, portavoz del departamento de policía de la ciudad.

La alcaldesa Valerie Plante calificó el asalto de “acto horrible e inexcusable que no tiene lugar en Montreal”, y la policía no reveló el motivo del ataque.

Jean-François Lefèbvre, un trabajador de la iglesia, fue testigo de la llegada de la policía. “Me parece una vergüenza, especialmente en lugares tan tranquilos, porque tenemos dos millones de turistas que acuden anualmente al oratorio”.

“Desde la perspectiva de lo que sucedió en Christchurch, todos los lugares de culto pueden ser objetivos”, agregó en referencia a los ataques en dos lugares de culto musulmanes en Nueva Zelanda, donde murieron 50 personas.

La iglesia de Saint-Joseph mira a Montreal desde la cima de su montaña y atrae a dos millones de visitantes cada año.

El santuario fue fundado por el hermano André, Alfred Bessette, quien dedicó su vida a ayudar a los enfermos y promover la devoción a Saint-Joseph. Fue canonizado por el Papa Benedicto XVI en octubre de 2010.

La construcción del enorme santuario comenzó en la década de 1920 y se completó en 1955, diez años después de la muerte del hermano André, a la edad de 91 años.