“Los platos que se compartan tendrán un recargo”, dice la carta de un restaurante, publicada por Clarín. El anuncio se repite en decenas de establecimientos, donde apenas varía la tipografía de la advertencia y el valor del recargo: de 40 a 100 pesos argentinos (de 3.000 a 7.700 pesos colombianos aproximadamente), lo que incrementa el precio del plato hasta en un 40 %.

En la mayoría de los establecimientos que cobran este recargo, el cubierto (el servicio a la mesa) es gratuito, no obstante hay algunos que los suman, detalla la crónica del diario bonaerense. Más insólito aun, es que existen algunos lugares que directamente prohíben compartir los platos.

“Estos cobros surgieron ante la disminución del consumo. Se han naturalizado y no siempre está claro con qué criterio se realizan. Hay locales que los aplican incluso cuando lo único que se comparte es la entrada, y luego cada uno pide un plato principal, algo que es costumbre para muchos”, comentó Claudia Collado, presidenta de Acción del Consumidor (Adelco) a Clarín.

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Aunque el cobro es incómodo para los clientes, y visto como un abuso por muchos comensales y abogados, es legal (siempre y cuando se advierta en la carta), y los empresarios argumentan que los platos compartidos les generan mayores costos, como lavar más platos y más cubiertos por el mismo precio.

“Si no te cobro cubierto, no está mal un recargo por compartir. Si no, pueden entrar cinco personas, ocupar tres mesas y pedir sólo una coca y una milanesa con papas fritas”, explicó Verónica Sánchez, presidenta de la Cámara de Restaurantes de Buenos Aires, a Clarín.