Varios panelistas opinaron en el programa Hora 20 de Caracol Radio sobre el casi seguro triunfo del candidato de ultraderecha que capitalizó sin duda la desilusión de los gobiernos de izquierda, liderados por Lula da Silva y Dilma Rousseff, para contar con el apoyo de sectores extremistas, clase media, ricos y blancos, y que abre la posibilidad de un golpe certero a la democracia con tintes de autoritarismo.

Fue Rodrigo Pardo, director editorial de la revista Semana, quien manifestó que en Brasil hay condiciones internas y externas que hacen viable y hasta rentable un discurso que en otras épocas era “absolutamente inaceptable y políticamente incorrecto”, porque, a su juicio, el candidato maneja un discurso antidemocrático y que puede ser visto como un “voto castigo”.

Cabe recordar que Bolsonaro, del Partido Social Liberal, es famoso en el exterior por frases que resumen sus posturas radicales, como “no podría amar un hijo homosexual, no voy a ser hipócrita. Prefiero que un hijo mío muera en un accidente, a verlo con un ‘bigotón’ por ahí. Para mí, estaría muerto de cualquier forma”; “yo no le daría empleo a las mujeres con el mismo salario” o “las minorías deben doblegarse a las mayorías. Las minorías se adecúan o simplemente desaparecen”.

Bolsonaro

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Una idea similar a la de Pardo expuso la exembajadora de Colombia en Brasil, Claudia Rodríguez de Castellanos, que dijo que el ciudadano brasileño “está pasando la cuenta de cobro” por todos los casos de corrupción en los gobiernos de izquierda, particularmente con un desgastado Partido de los Trabajadores.

Pero, ¿es sorpresa un candidato con el tono y el ala política de Bolsonaro? Federico Arango, subdirector de opinión del diario El Tiempo, asegura que no hay sorpresa alguna. Por el contrario, “lo sorprendente hubiera sido tener un candidato de centro moderado, ponderado, sensato, con amplio respaldo”.

Arango expone con mayor claridad un asunto que no solo podría atribuírsele a Brasil, sino a muchos países en el mundo, sobre la aceptación de alas radicales que, como ya lo había expuesto Rodrigo Pardo, antes eran inaceptables.

“La humanidad va avanzando y hay un recambio generacional y las personas que vivieron de cerca los horrores de los nazis, del fascismo en Italia, ya van quedando atrás, van muriendo, y un poco se va perdiendo esa memoria colectiva del horror que fue esto y de la importancia de acuerdos para nunca más repetirlo”, señaló Arango.

Y agregó: “Van llegando nuevas generaciones que no tienen eso claro y simplemente no saben que eso ocurrió y no tienen mayor problema, en aras de salvaguardar sus privilegios y de buscar una figura que dé seguridad en tiempos de incertidumbre, pues que votar por alguien que claramente puede estar abriendo las puertas a un régimen fascista”.

Fernando Haddad y Jair Bolsonaro

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En el mismo programa radial, el exministro de Defensa Gabriel Silva Luján dijo que siempre se encuentra una excusa para justificar el “giro a la derecha”. Mencionó los ejemplos de Europa del Este con el tema de la migración, el del ‘Brexit’ a causa de un “nacionalismo renacido” de Gran Bretaña y, por supuesto, el triunfo de la derecha representado en Donald Trump en Estados Unidos, “porque supuestamente los blancos sin trabajo hicieron una revolución contra el Partido Demócrata”.

¿Hay razones para pensar en una amenaza a la democracia y sus instituciones en Brasil e incluso en Colombia? ¿Se puede considerar un posible triunfo del candidato Fernando Haddad como un perdón a la corrupción que sí existió? Estos dos planteamientos tendrían respuesta en el próximo cuatrienio.