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Israel bombardeó el viernes los alrededores del palacio presidencial de Damasco después de amenazar con represalias contra el gobierno sirio si no protege a la minoría drusa en los mortales enfrentamientos sectarios que sacuden el país. La presidencia siria calificó el viernes como una “peligrosa escalada” el bombardeo. Análisis con Pablo Sapag, profesor en la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro ‘Siria en perspectiva’ publicado por Ediciones Complutense.
RFI: ¿Por qué a Israel le interesa tanto proteger a los drusos de Siria?
Pablo Sapag: A Israel no sólo le interesa presentarse como un supuesto protector de los drusos de Siria, sino también de otros grupos étnicos y religiosos, por ejemplo, los kurdos. Israel se define como un Estado judío y es lo que, digamos, ha llevado a la creación de ese proyecto que tiene sus bases en el sionismo ideológico. Por lo tanto, desde la creación del Estado de Israel en adelante, Israel siempre ha intentado que en la región haya otros Estados o pseudo estados o regiones autónomas o lo que sea, que se definan igualmente desde el punto de vista étnico o religioso, porque de esa manera Israel dejaría de ser la excepción. En el caso de los drusos, además, hay que tener en cuenta que en el propio Estado de Israel hay un porcentaje relativamente importante de drusos que se han integrado en las estructuras del Estado israelí y muy particularmente en el Ejército, y por lo tanto hay vínculos que, desde el punto de vista de su política estratégica, que es a la que me refería antes, a Israel le interesa proyectar.
RFI: El líder espiritual druso en Siria, el jeque Hikmat al Hajri le pidió ayuda a Israel y denuncia un genocidio del régimen de Damasco contra su comunidad. ¿Cuál es el conflicto que hay entre los drusos y el régimen actual sirio que está dominado por los islamistas?
Pablo Sapag: Hay varios líderes drusos en Siria, y hay algunos que tienen más vínculos con los drusos del Estado de Israel y con la dirigencia de los drusos en el Estado de Israel y otros no. Pero sí que es cierto que uno de los líderes principales ha hecho ese llamamiento a la protección en un contexto en el que se ha producido un brote de violencia muy importante en los últimos tres días en zonas de Damasco donde hay población drusa, no exclusivamente, pero sí un predominio, por ejemplo, en la ciudad próxima a Damasco de Jaramana y sobre todo en la gobernación de Sueida, que está en el sur, donde sí hay un porcentaje mayoritario de población drusa. Estos conatos de violencia de estos últimos días se han cobrado más de 70 víctimas en un contexto en el que el nuevo régimen estatal sirio ha introducido términos que eran totalmente ajenos a la realidad de Siria. Términos como el de minorías y mayoría, definiendo la mayoría desde el punto de vista religioso, lo cual es una cosa muy sorprendente y ajena al constitucionalismo sirio y a la realidad histórica de Siria, no teniendo en cuenta además que las autoridades instaladas en Damasco, en realidad, no responden exclusivamente a una lógica puramente siria, sino que una lógica geopolítica que facilitó su instalaciónؚ.
RFI: ¿Puede este régimen garantizar la seguridad?
Pablo Sapag: Hablamos de un nuevo régimen en construcción que no tiene los recursos suficientes para garantizar, por ejemplo, cuestiones como la seguridad. Hay que recordar que el ejército árabe sirio se disolvió por completo, era una fuerza muy importante y no solamente en Siria, sino que en la región, era el único Estado que podía, digamos, de alguna manera medirse con el Estado de Israel. Se disolvió la Policía Nacional Siria, se abrieron todas las cárceles de las cuales salieron presos de todo tipo, incluidos yihadistas e incluso delincuentes comunes. Y la fuerza principal que controla el poder en Damasco, no necesariamente en toda Siria, pues tenía unos 30.000 efectivos. Muchos de ellos además no sirios, extranjeros, por tanto, ajenos a la lógica social, cultural y religiosa de Siria. Eso ha hecho que el discurso que predomina en Siria en los últimos cuatro o cinco meses sea un discurso muy sectario, que muchas veces las propias autoridades instaladas en Damasco, aunque quieran combatir, no tienen los recursos suficientes para hacerlo. Hay que recordar que este brote de violencia en estas zonas de población drusa a las que me refería anteriormente, pues tenían que ver con una especie de publicación en Internet en la que se hacían críticas al profeta Mahoma y se decía que esto provenía de un jefe religioso druso, cosa que luego se desmintió. Ahí también hay otro problema. En Siria desaparecieron en diciembre del 2024 los medios de comunicación públicos estatales. Apenas hoy está funcionando la agencia de noticias y alguna cosa más, y por tanto el terreno está muy abonado para rumores, bulos, incitaciones al odio sectario, en este contexto de nuevo régimen estatal en construcción muy definido por cuestiones del islamismo político.
RFI: No es la primera vez que se ataca a una minoría…
Pablo Sapag: Hay una serie de factores que ya se vieron antes. Por ejemplo, a principios del mes de marzo en la costa siria, en la cual hubo unas masacres que se cobraron la vida de prácticamente 2.000 personas, sobre todo de la confesión alauita, pero no sólo. Hay un problema de seguridad evidente en esta Siria en construcción porque lo que no hay que olvidar es una cosa clave en Siria. Estamos ante un cambio de régimen estatal, no un cambio de gobierno. Cambiarlo lleva mucho tiempo, es muy complejo. No es cuestión de unos días, ni de unos meses y genera muchísimos problemas porque lo que se sustituyen son las instituciones básicas del Estado, los principios básicos del Estado, el simbolismo o los simbolismos básicos del Estado. Hay que recordar que las nuevas autoridades han cambiado, por ejemplo, la bandera nacional del Estado de la República Árabe Siria y la bandera que se ha impuesto ahora tiene unas claras connotaciones de tipo sectario y reminiscencias de la época de la ocupación francesa. Fue una bandera que se impuso en 1932 y que además había sido diseñada por un británico en 1916, cuando se estaban pactando los acuerdos de Sykes-Picot que luego fragmentaron la región de la Siria histórica por criterios precisamente étnicos y religiosos. Y de ahí dieron lugar u origen al Estado de Israel. Por lo tanto, estamos ante un cambio de régimen estatal. Eso lleva tiempo. Es complejo. Y las orientaciones que se van dando, incluso por la propia simbología, pues apuntan en una determinada dirección.
RFI: ¿Y cuál es esa dirección?
Pablo Sapag: Es una dirección donde el Estado adopta una identidad en la que se privilegia un componente religioso frente a otros. En este caso hablamos del islam sunita. Los tres colores de la bandera que se ha impuesto en Siria representan a tres dinastías islámicas. Por lo tanto, otros sectores de la población siria no se tendrían por qué ver representados con ellos. Las tres estrellas representan los tres pseudoestados que creó Francia durante la ocupación de Siria. Las estrellas representaban el estado de Damasco, el estado de Alepo, y la tercera representó en su momento al estado Der Zor. Luego, en su momento, representó a dos cantones o pseudoestados, el alauita en la costa y el druso en el sur. Eso quiere decir que queriéndolo o no, se está proyectando la idea de una Siria más islamizada y que de alguna manera se organizará en función de una suerte de división territorial marcada por conceptos que tienen que ver con lo étnico o con lo religioso. El gran problema es que a Siria este cambio le viene impuesto desde fuera. Esto tiene que ver no tanto con la situación de Siria, sino que con una gran concertación geopolítica que se produce en noviembre y diciembre, donde coincidieron incluso los intereses de Estados Unidos y Rusia, por ejemplo, con los de otros como Turquía y Catar para forzar este cambio de régimen estatal que algunas potencias venían buscando en Siria desde 2011, o incluso antes.
La sustitución de un Estado por otro ha sido poco ordenada o poco organizada, ha sido impuesta desde afuera y no tiene Siria los recursos, ni políticos, ni administrativos, ni de seguridad para hacer frente a una situación en la cual, pues el discurso claramente hoy es sectario, es de división étnica y se producen este tipo de brotes de violencia que evidentemente son aprovechados por otras potencias que están interesadas en la fragmentación de Siria, ya sea de iure o de facto. Y en este caso, Israel es uno de los grandes ganadores de lo que ha ocurrido en Siria. Lo dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el mismo día en que Ahmed al-Sharaa, hoy presidente interino de Siria, entraba en Damasco. Dijo “es uno de los días más felices para la historia de la región y Siria ya no será una amenaza para Israel en las próximas décadas”. Entonces, hay que entender lo que está pasando dentro de esa dinámica y ahí hay un posicionamiento claro en función de potencias, pero también incluso de los propios grupos dentro de Siria. En este caso los drusos que temen por su seguridad, que temen por su autonomía, que no quieren verse gobernados exclusivamente por una ideología islamista radical, o que el Estado adopte un perfil, una identidad claramente vinculada al islam sunita e incluso a ciertas ramas del islam sunita. Es lo mismo que no quieren ni los alauitas ni otros grupos que hay en Siria. Y desde una perspectiva étnica, por ejemplo, tampoco lo quieren los kurdos en el noreste de Siria.
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