Epstein, de 66 años, estaba acusado de hacer que decenas de menores fueran a sus lujosas residencias, especialmente en Nueva York y en Florida, donde las forzaba a hacerle “masajes” que casi siempre se convertían en sexo forzado.

Aunque la mayoría de casos de abusos de Epstein se produjeron en los sitios mencionados, su avión privado, conocido como el ‘Lolita Express’, también fue escenario de los delitos sexuales del fallecido multimillonario estadounidense.

El sitio web de The Cut revela que en la aeronave del millonario volaron celebridades de todo tipo, como políticos, cantantes y otras estrellas, entre quienes menciona al expresidente colombiano Andrés Pastrana, al exmandatario estadounidense Bill Clinton, la modelo y actriz Naomi Campbell y el economista Larry Summers.

Personas protestando frente a la corte donde compareció Jeffrey Epstein

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En el caso de Clinton, explicó que uno de sus viajes en ese avión fue con destino a África, para promover la democracia y la ayuda humanitaria en ese continente.

En cuanto a la muerte de Epstein, las teorías del complot, retomadas por el presidente Donald Trump, y la exigencia de una investigación independiente alimentan el escándalo.

El fiscal general de Estados Unidos, William Barr, quien se dijo el sábado “horrorizado”, anunció que se abrieron dos investigaciones, una del FBI y otra conducida por los servicios del Departamento de Justicia, sobre la muerte de este hombre que aparentemente falleció ahorcado y que por mucho tiempo fue una figura del ‘jetset’.

Funcionarios de prisiones citados de manera anónima por The New York Times reconocieron que no se respetaron los procedimientos de seguimiento del detenido: no se habían realizado rondas, programadas cada 30 minutos, y estaba solo en su celda, aunque la regla es que siempre debían ser dos.

Sin esperar los resultados de las investigaciones anunciadas, muchos quieren creer en el asesinato de este hombre que había invitado a tantas personas poderosas a sus jets o fiestas privadas -incluidos Trump, Bill Clinton o el príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II-, pues durante su proceso judicial algunos de ellos podrían haber sido -quizás no objetivos de la justicia- pero sí al menos blanco de vergüenza.