La nómada digital e ‘influencer’ ibaguereña, Alejandra Ramírez, continúa de viaje por el mundo viviendo experiencias maravillosas que muy pocas personas han logrado experimentar en la vida.

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Desde los 17 años, la joven decidió salir de casa y comenzar su aventura por el mundo, por lo que se fue a Australia para estudiar inglés. Una vez allí, se planteó nuevas metas como sacar su doctorado, comprar casa y finalmente, tener un estilo de vida que le permitiera viajar sin parar pero al mismo tiempo, mantenerse económicamente.

Fue así como poco a poco, con mucho esfuerzo y dedicación, hoy a sus 32 años ya ha visitado más de 51 países, ha recorrido casi todo Australia viviendo en una casa rodante y visita Ibagué ocasionalmente para pasar tiempo con su familia, que la espera siempre de brazos abiertos.

En su Instagram, @alejandra.travels, puede seguir sus aventuras por el mundo. Las más recientes fueron su visita a Egipto, su paso por el festival de música electrónica Towmorroland, y su viaje a Papúa Nueva Guinea a pasar Navidad y Año Nuevo con una de las tribus caníbales más peligrosas del mundo.

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Su visita a la tribu caníbal de Nueva Guinea

Para aquellos que no lo sepan, los caníbales son los seres humanos que comen a otros seres humanos, una práctica ampliamente rechazada en la sociedad, pero no inexistente. Aunque parezca muy loco de hacer, Alejandra y su inmenso espíritu aventurero, decidieron pasar navidad y año nuevo compartiendo con los korowai, considerados una de las cinco tribus de caníbales más peligrosas que aún existen en el mundo.

Esta tribu está ubicada en Papúa Nueva Guinea, país vecino de Australia, donde Alejandra arribó antes del 24 de diciembre luego de aviones, barcos y horas de caminata. Se encontró con las personas de la tribu que le dieron la bienvenida con taparabos y cánticos representativos de su comunidad.

Caníbal vio su reflejo por primera vez

Una de las experiencias que vivió con esta tribu, fue poder presenciar la primera vez que el abuelo de los korowai se veía a sí mismo, algo que es tan común en nuestra sociedad. Verse en el espejo es algo cotidiano, de todos los días, pero en la tribu no tienen espejos y por lo tanto, todos desconocen su propia apariencia física.

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Mientras Alejandra documentaba su paseo, Silac, el abuelo de los korowai, se acercó curioso para observar por qué razones hablaba a su teléfono. Cuando se puso en frente, vio su reflejo en la pantalla del celular y su reacción es tan inocente como increíble.

“Este momento fue uno de los más sorprendentes, el abuelo Silac y yo nos hicimos muy amigos. Yo me estaba grabando y el llego por atrás a ver por qué le hablaba al cel y así quedo guardado este momento. Para mi fue mágico, como el llego, como se vio con amor, como se reconoció y luego siguió con su vida normal. Como si nada hubiera pasado. Un momento y ya”, contó Alejandra.

La joven aclaró que no es un tema de invasión a su cultura ni mucho menos: “El abuelo Silac es curioso!! Ellos viven en la selva y es verdad que no están expuestos a tecnología. El y yo creamos una unión mágica, estaba interesado en conocer una cámara en verde y reírse de él mismo. En un punto me la pidio prestada para afeitarse con su machete. No estoy interfiriendo, no fui la primera turista en venir ni seré la última. Respeto sus costumbres y tradiciones y no estoy imponiendo nada en ellos. Me abrieron las puestas de su hogar y pedí permiso para poder grabarlos de forma prudente en su mayoría pero hay momentos como este donde me vio hablándole al celular y se acercó a ver qué era lo que yo hacía”, mencionó