A sus 27 años, Érika Zapata es una de las periodistas de Medellín más conocidas del país gracias a lo que para muchos puede ser insignificante: su voz. Estudiar periodismo fue apenas el inicio del futuro que encontraría esta mujer oriunda del corregimiento de Santa Helena, en Antioquia, ya que años después, su acento, reconocible de inmediato, sería el responsable de llevarla hasta donde está hoy.

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“Cuando yo entré a la universidad había muchos diferenciales entre mis compañeros, pues yo venía del campo (…), entonces cuando yo ya me empiezo a apropiar, yo quería hacer las cosas diferente, no tenía claro cómo lo quería hacer ni cuál era mi estilo, eso me fluyó, eso fue saliendo con el tiempo…”, cuenta Érika Zapata.

 

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Aunque su inicio en el mundo de los medios fue una etapa difícil, debido al rechazo que vivió por decir las noticias a su manera, natural, coloquial, simple y muy urbana, ella no paró de tocar puertas.

Los primeros pasos en el periodismo de Érika Zapata

“Cuando tengo mi primera experiencia, que fue para un medio regional, yo llegué con el conocimiento de mi universidad, como todos, pero eso uno no sabe nada a la hora de la práctica”.

A partir de allí, la experimentación en su forma de trabajo fue cada vez mayor y comenzó a contar las historias como nadie más lo hacía. “Mi mirada es diferente cuando llego a cubrir una nota, no veo lo que comúnmente ve un periodista, yo busco tal vez un detalle y de este detalle cuento una historia porque a la gente le gusta que uno cuente historias”.

 

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Sin embargo, y a pesar de su empeño por buscar un estilo propio, sus primeros pasos por el periodismo estuvieron llenos de incertidumbre, decepciones, dudas y tropiezos que la hicieron cuestionar su talento y hasta dudar de la elección de su oficio.

“Eso fue un rechazo horrible y decía: ‘Será que estoy haciendo las cosas muy mal, será que tienen la razón’, yo me vengo a dar cuenta de esta situación cuando me sacaron del último medio, me sacaron un 24 de diciembre. Me echaron por la voz, por la voz, o sea, no fue por nada más, todos los medios que me sacaron fueron por la voz, por el acento, por la forma en la que hacía las noticias, entonces ahí empecé a dudar más”, cuenta.

La academia le enseñó a Érika Zapata cómo debería ser un periodista, pero ella decidió romper las reglas, ser única, espontánea y homenajear parte de la idiosincrasia de su región usando únicamente su acento. “Quizá no les gustaba a mis jefes, pero a la gente sí”.

Noticias Caracol, un paso definitivo

“Nunca toqué las puertas en Caracol Televisión porque yo decía: ‘Por ahí no me van a recibir’”, cuenta Zapata entre risas, porque, ante el rechazo de los medios de su región, no creía posible que la pudieran contratar y menos “hablando así”.

Comenzó como parte de un proyecto que nunca salió al aire, pero que, gracias a la creación de crónicas, su principal fuerte en el periodismo, se abrieron las posibilidades de presentar en el noticiero más visto del país.

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“Yo era consciente de que cuando ellos vieran mi estilo podrían tener una reacción negativa, yo no sabía a qué me iba a enfrentar… La cosa es que llamé a mi papá y le dije: ‘Vení, cómprame tres blazers, que mañana entro a trabajar al noticiero’”.

¿Érika Zapata es un personaje o todo es natural?

Aunque muchos piensan que Érika Zapata es una puesta en escena y un personaje, su naturalidad brota cuando está al aire. “Obviamente, yo preparo la información técnica, pero el resto es natural”, afirma y agrega que a pesar de su espontaneidad siempre tiene miedo.

“Cada vez que yo salgo en vivo, tengo miedo, porque para mí puede que esté bien hacerlo auténtico, pero es un riesgo muy berraco el que yo asumo haciendo eso”.

Ella cuenta que incluso llegó a pensar que de Caracol Televisión la podrían echar después de que en vivo dijo “se agarraron de las mechas”. La antioqueña, orgullo de su tierra y de sus padres, utiliza la cotidianidad como inspiración.

“Por ejemplo, cuando fui a la terminal e hice el directo que se volvió viral, yo llegué allá y tenía un montón de notas y veo una cantidad impresionante de gente en la espera cuando pasa una señora y dice: “Mirá ese montón de gente estirando trompa, mija” y yo dije: “Yo voy a decir eso en el directo”.

 

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Érika Zapata, finalmente, hace una reflexión sobre los comentarios negativos que ha recibido a lo largo de estos años. “Con el tiempo me di cuenta de que yo me tengo que quedar es con lo bueno, pero entiendo que pase porque es como si yo fuera a una fiesta y yo ser la más fea y hay un montón de peladas muy lindas, muy arregladas y todas nos fuimos a conquistar al más lindo y lo termino conquistando soy yo, la más fea”.

Después de tener que dar sus informes a otros periodistas, de callar su voz ante las críticas y tener que esconderse por miedo al rechazo, hoy Érika Zapata demuestra que la autenticidad, sobre todo en el periodismo, es determinante.

 

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