Sebastián Mejía dialogó con El Espectador acerca de este fenómeno y señaló que el valor de su idea de negocio se da porque los inversionistas ven la posibilidad de crear un emprendimiento de “muchísimo impacto”.

“Lo que caracteriza a los inversores de Silicon Valley, y otros, es que son muy buenos en encontrar ciertos indicadores y patrones en empresas de tecnología, características que hacen que las compañías crezcan a este ritmo. Es una apuesta a futuro por crear un Rappi de mucha escala e impacto, no una inversión que busque retornos inmediatos a corto plazo”, agregó el entrevistado.

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Lo que explicó Mejía al diario es que los inversionistas se fijan más es en el modelo de negocio, la forma en la que lo han mantenido y la apuesta en el mercado bajo la categoría llamada ‘On demand delivery’ y no tanto en las ganancias; por ello, no dudan en inyectar dinero para el crecimiento de la ‘app’.

Y es que Rappi no está generando utilidades, todo lo contrario: para diciembre de 2017, las pérdidas superaron los 56.000 millones de pesos, mencionó el periódico.

En la actualidad, esta aplicación tiene aparición en Colombia, México, Argentina, Chile y Uruguay y Mejía aseguró que esto se debe, en gran parte, al talento humano que trabaja con ellos; esto incluye a los ‘rappitenderos’´.

Otro factor que ayudó a su valorización fue el recaudo de 200 millones de dólares que logró hace poco, según TechCrunch, que afirmó que ese dinero sería destinado en todo lo necesario para competir con Uber Eats, que ya opera en varios países de América Latina.

Además, comentó que Rappi ahora tiene un estado de unicornio que solo otra ‘startup’ de Latinoamérica, Nubank, ha logrado. En Colombia, ninguna otra empresa lo tiene.