Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por Leonardo Olaya   Feb 12, 2024 - 5:06 am
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Usted creció en Manrique, uno de los barrios de Medellín más golpeados por la violencia del narcotráfico. ¿Hay alguna anécdota que nos quiera compartir respecto a eso?

Nosotros estábamos jugando el partido cuando empezamos a sentir una balacera tremenda. Mi mamá estaba obviamente desesperada. La historia fue que llegó un grupo y tomaron a todos los muchachos que estaban en la esquina y los enfilaron ahí contra la pared para dispararles a todos. Los formaron para fusilarlos. Fue una cosa increíble. Algunos de ellos se hicieron los muertos, se tiraron al piso. Cuando esa gente se fue, me acuerdo que todos salimos a ayudar a los muchachos.

¿Qué es la resiliencia para Eduardo Luis?

Mi vida en general es resiliencia. Si la gente supiera exactamente de dónde vengo y cómo crecí sabrían que en ese momento de mi vida era imposible ser lo que soy. Vengo, como la mayoría de los colombianos que sobresalieron; desde muy abajo. Con muchas necesidades, con pobreza, muchas veces con limitantes en la casa para comer, problemas familiares que no faltaron, la separación de mis padres y todo ese montón de cosas.

La resiliencia es mi vida. Siempre me rebelé a lo que la vida me ponía. Siempre dije: “Quiero más, quiero otra cosa”. Nunca me resigné a lo que ya tenía. Siempre pensé que debe haber algo mejor y siempre trabajé para eso. Le doy gracias a Dios que esa resiliencia hoy le da calidad de vida a muchos de los míos. Eso me llena de orgullo y de alegría.

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¿Cuál es su mayor miedo ahora y cuál era antes?

El mayor miedo, sinceramente, eran los obstáculos del propio medio, porque tenemos un medio muy celoso. Como dijo algún dirigente alguna vez, “el medio de la comunicación es el menos comunicativo de todos”, porque a veces ni nos comunicamos entre nosotros, En esa época había gente que hacía fuerza para que tú no progresaras. Yo siento que hoy hay más colegaje y todavía falta. Pero en esa época sí que se sentía que era difícil. Tú veías que sobresalir era complicado.

Hoy, la verdad me siento muy seguro, muy conforme con lo que tengo, me está yendo tan bien, así lo siento, no soy de falsas modestias, no me gustan, sé que me está yendo muy bien y el miedo que tengo es que no lo sepa manejar. Estoy intentando acercarme un poquito más a Dios. No soy muy piadoso, pero intento acercarme un poco más. Cuando te está yendo tan bien uno tiende a desubicarse y normalmente atrae algo malo. Digamos que me da miedo eso, pero de resto estoy muy convencido y enfocado en las cosas que creo que voy a seguir logrando.

¿Qué cree que lo haría desubicarse?

Lo que llaman perder la humildad. Eso es algo que muchos no han podido explicar. ¿Qué es ser humilde? Hay mucha gente que confunde la humildad con sencillez, o el ego con la arrogancia. Yo intento no cansarme de disfrutar lo que hago. Cuando empezamos en los medios de comunicación o en la vida artística, todos soñamos con tener fans, que te pidan una foto, que te pida un autógrafo y después te cansas de eso. Eso es algo de lo que no me gustaría cansarme, porque siempre he estado con la gente. Toda la vida me gustó estar en contacto con las personas.

¿Alguna vez sintió que se desubicó en la vida?

A mí me paso algo que me frenó. Les voy a contar. En un momento de mi carrera iba tan bien porque estaba volando en Win, todo el mundo hablaba de mí y decían: “este pelado la está rompiendo”. Empecé a escalar, me llamaron de RCN, narraba en Fox Sports y narraba los mejores partidos de todos los canales deportivos del país. La estaba toteando, y me acuerdo de que dije: “esto no lo para nadie”, hasta lo declaré, y justo ese año me pasó lo del micrófono abierto en el partido de Atlético Nacional, justo en ese año. Esa es la tercera llorada más dura de mi vida. Las tengo escalonadas.

¿Cuál fue la más dura?

Con la muerte de mi papá, Carlos Fredy López, el 30 de diciembre de 1997. Yo estaba de turno en la emisora Rumba Estéreo. Llegaron como a las cinco o seis de la tarde, me acuerdo. Llegaron a buscarme para llevarme a un hospital. Me dijeron, “venga que su papá lo necesita” y dije: “¿un hospital? algo le paso a mi papá”. Justo ese día había hablado con mi padre. Me acuerdo tanto que cayó un aguacero tremendo y mi papá me había pedido el favor de que le llevara una cuenta de cobro y me mojé muchísimo en una moto que él me había regalado. Estaba muy contento de hacerle ese favor a mi papá.

Hice la vuelta de mi padre, volví a la emisora y me dijeron: “Algo le pasó a su papá”. Él estaba en una finca, pero se devolvió porque resulta que le dio un infarto. Cuando llegué al hospital, mi hermano me dice: “mi papá se murió”. Esa es la llorada más dura, lloré tantas veces. Lloré tanto. No sé si las personas creen en eso, pero yo digo que mi papá se me apareció. Lloraba todos los días. Iba en la moto y lloraba, estaba en la emisora y lloraba, estaba en la casa y lloraba. No podía vivir porque mi papá era mi ídolo.

Lo que amaba a mi papá era increíble. mi gran sueño era algún día ser el narrador de mi papá. Él era comentarista y yo quería ser narrador. Lloré tanto que me acuerdo que estaba en mi casa entre dormido y no sé si fue una aparición o un sueño, pero recuerdo que mi papá entró a la emisora, me abrazó y en el sueño me dijo; “hijo, déjeme descansar, déjeme descansar” … Nunca se me olvidara. Me puso contra su pecho y ahí me abrazó. Me dijo: “Hijo, déjeme descansar. Ya no llores más, así me voy tranquilo”. No le cumplí. Todavía lo lloro cada vez que me acuerdo de él. Fue muy duro.

¿Qué paso con ESPN, por qué no pudo narrar fútbol internacional en ese momento?

Cambiaron el plan inicial. Ellos querían formar un muchacho desde cero y al final prefirieron darle la oportunidad a un talento más top como Tito Puchetti. Eso fue lo que pasó y sufrí mucho por eso. Me acuerdo tanto que Valery, mi hija, estaba muy niña, y me veía llorar y llorar como un berraco. Entonces ella me dijo: “Papi no llore que yo sí lo amo”, me acuerdo mucho de eso, pero bueno, mira lo que es la vida.

Yo a veces me pregunto ¿qué hubiese sido de mi vida si me hubiera ido para allá? ¿Sería lo mismo que soy hoy en día? ¿Sería más? ¿sería menos? Hoy soy muy feliz porque de alguna manera me siento un gran representante del fútbol colombiano. Es algo muy importante para mí.

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¿Qué se le paso por la cabeza cuando se le salieron las lagrimas después de narrar el Colombia 2, Brasil 1 en el Metropolitano?

Yo no estaba llorando por el partido, sino porque, como les decía, me he ido acercando un poquitico más a Dios, a mi manera, insisto. Antes era muy obsesivo porque yo decía: “yo quiero eso” y me enojaba si no me ponían a narrar el mejor partido, pero nunca se lo dije a mis jefes, soy muy respetuoso. Simplemente decía para mí: “hijuemadre no me dieron el mejor partido”. Sufría mucho y decía: “que rico narrar a la Selección” esa era mi ilusión. La gente me escribía “¿cuándo vas a narrar la Selección Colombia?” y respondía: “en el tiempo de Dios”. Cuando llegue esa oportunidad tiene que ser algo bonito, tiene que ser para algo bueno.

Y de pronto, dejé de sufrir, ya disfrutaba. Todavía no soy el narrador constante de la selección, pero ese momento para mí fue muy lindo, porque yo pedí cuando eso pasara, llegara bien. Es como sí yo le hubiera wasapeado a Dios. El man me dijo: “Tranquilo, que te voy a dar algo bacano” y mira cómo se dio.

Fue de un momento a otro porque mi compañero lastimosamente se sintió mal y tuve que suplirlo. Además, fue un partido muy importante. Histórico, ante Brasil, con el papá de Lucho Díaz secuestrado, después lo soltaron, los dos goles de Lucho, James pone el pase gol y James es mi ídolo. Entonces, toda esa combinación perfecta fue todo lo que yo hubiese querido narrar en un partido de la Selección. Obviamente ahora quiero más, pero en ese instante, me conmoví.

¿Qué partido sueña narrar?

Me sueño narrar una final de mi selección Colombia. Yo quiero gritar: “Colombia campeón del mundo o Colombia campeón de América” ¿por qué no? Yo sé que la probabilidad de que quedemos campeones del mundo es casi nula, pero esto es fútbol y así es la vida. Gracias a Dios ya narré finales de Champions, finales de Copa Libertadores, todo el fútbol colombiano, mundiales y Copas Américas. Todos los torneos importantes, ya los he relatado. El partido que me sueño narrando es un título de la Selección Colombia. Me falta eso, quiero narrarlo. “Colombia campeón de América o Colombia campeón del mundo”. Tengo una cábala para eso, que ojalá se me dé, vamos a ver.

¿De dónde salieron todos los dichos de sus narraciones?

Son tantos que tengo una carpeta con una lista enorme. Yo por eso siempre digo que soy un narrador de 24 horas, porque todo el tiempo estoy así, creando frases.

“Pidan domicilio” es la frase más espontánea de todas. Esa ni la pensé, esa se dio. Esa frase se la debó a un camarógrafo. Estaba haciendo un partido muy bueno con Carlos Antonio Velez, dije: “Carlos Antonio, qué partido que tenemos esta noche, tremendo. Si yo fuera ustedes amigos en casa, me quedaba en la casa, pedía domicilio y me veía este partidazo del fútbol colombiano. Así que pidan el domicilio y disfruten del juego”. Terminó el partido y cuando salgo el camarógrafo me dice: “Eduardo Luis, bacano eso de pidan domicilio”, así me dijo y yo me dije: “apunte mijo”. Ya al otro día volví a decirla: “amigos, pidan domicilio”, y se quedó.

Siempre pensé: “vamos a sacar un nuevo lenguaje”. Me puse esa meta. Porque me di cuenta, con todo respeto, que la mayoría de los narradores utilizan las mismas frases. “Tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe”, “el qué es caballero repite”, “doble cabezazo en el área es gol”, y ese montón de frases que llevan muchos años. Yo dije: “no, vamos a decir otras”.

Insistir, persistir y nunca desistir. Esa me salió porque me representó. Esa frase es mi vida. Entonces dije: “esta la voy a meter, quiero que signifique algo”. También he descubierto que lo que hago puede inspirar a las personas y de alguna manera eso los puede ayudar. Por eso digo: “aplíquenla para cualquier cosa, en sus trabajos, en sus empleos, en sus relaciones y en sus matrimonios”.

¿A usted le gusta la fama?

Lo que pasa es que yo no soy famoso. Me dicen: “Es que vos sos famoso”. No, famoso es el que no puede ni vivir. Famoso J Balvin. Soy conocido y yo sí busqué eso. Quería que la gente me pidiera fotos. Soy egocéntrico, nunca lo he negado. Me encanta el ego. El ego me ha inspirado a ser lo que soy, creerme un berraquito, creerme el mejor. A mí me ha hecho convencido y exitoso porque soy de los que se cree la película y sin ego no logras eso. Ahora, pilas con pasar a la arrogancia. El ego es una cosa, la arrogancia es otra. Soy egocéntrico, no arrogante.

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¿Le han ofrecido meterse en política?

Un buen amigo de la política me dijo: “Deja que el pueblo te lleve allá”. Me gustaría hacerlo porque no tengo ambición de poder. Creo que tengo muy buenas ideas. Yo veo a los políticos y digo, juemadre, yo lo haría mejor. Es que ¿por qué lo hacen así? hagámoslo mejor. Siento que mucha gente agarra la política para solucionar sus problemas, no para solucionarle los problemas a lo demás, sino le gusta eso, no se meta. Lastimosamente, no lo entienden y eso nos ocurre mucho aquí en la capital, que es una ciudad tan hermosa y que yo amo tanto.

Lastimosamente Bogotá se volvió el trampolín de todos los aspirantes presidenciales de este país ¿Cuántos alcaldes de Bogotá hemos tenido sin aspiraciones de Presidencia? Seguramente habrá alguna excepción, pero el gran sueño de todos los alcaldes de Bogotá es ser presidentes. Necesitamos pasión por ser alcalde. ¿Para qué? Para que hagan de Bogotá una ciudad bonita. Para servirle a los bogotanos y darle calidad de vida a la gente. Lastimosamente, la política se utiliza para poder, no para servir, eso es algo que a mí me gustaría cambiar.

Ojala que el día que me meta a la política no tenga problemas económicos. Me gustaría ser presidente de la República, pero eso no es tan simple. De hecho, nosotros no tenemos credibilidad. Casi todos los que somos de los medios y que nos metemos a la política nos quemamos, casi todos. Sé que hay excepciones, pero en general la gente no nos cree y los entiendo. No los culpo, pero me gustaría servir. Obvio, uno tiene que hacer el camino, llegará su momento. No es ahora. Estoy enfocado en otras cosas profesionales, pero no niego que me gusta.

Antes de continuar con la entrevista de Eduardo Luis, le invitamos a ver el Claro Oscuro con Santiago Alarcón

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