Hablamos de finales de la década del 80 e inicios de los 90, cuando la afición ‘embajadora’ y ‘cardenal’ se mezclaba en El Campín y alentaba con emoción a su correspondiente equipo, sin peleas, ni muertos, ni heridos.

La evidencia aparece en este video de uno de los mejores clásicos de la historia, jugado en 1987.

Incluso, en las imágenes del recordado 7-3 de Santa Fe sobre Millonarios en 1992, todavía se aprecian a los hinchas de diferente camiseta compartiendo en la misma tribuna:

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Pero el auge de la violencia entre las nacientes ‘barras bravas’, no solo en Bogotá sino en Colombia, ocasionó que a mediados de los 90 el color de las tribunas fuera dividido por filas de policías que separaron las hinchadas en azules y rojas en El Campín.

En este video de la ‘Memoria del balón’ de RCN, correspondiente a un clásico de 1996, ya se aprecia dicho cambio:

En 2005, la gota que rebozó la copa fue cuando se decidió jugar la edición del clásico 241 sin hinchas, debido a sucesivos disturbios ocasionados por las barras de ambos equipos. Fue tal vez el ‘derbi’ más triste de la historia:

“El estadio se ha convertido en un sitio agreste, en un escenario de odio. Y yo sigo acostumbrado a dejar ingenuamente brotar las emociones, confiando en el vecino, sea azul o rojo, o de cualquier color. Eso ya no se puede hacer en el estadio”, se lamentaba el director de El Espectador Fidel Cano, reconocido hincha de Santa Fe, en una melancólica crónica de cómo se vivían antes los clásicos capitalinos.

Jorge Cardona, editor de dicho diario e hincha de Millonarios, señaló en el mismo texto que con la llegada de la violencia “ya no se pudo más volver a sentarse al lado de un santafereño, cada uno con su camiseta… ahora es necesario cubrirla con las chaquetas”.

El panorama no ha cambiado y puede que hasta haya empeorado. Con algunas excepciones, los equipos se apropiaron de sus respectivo clásicos en que son locales e impiden la entrada de hinchas visitantes. La gran final de la Liga Águila que comienza este miércoles no fue la excepción.

Ante la pregunta de Caracol Radio a los presidentes de ambos equipos sobre la razón por la que al menos no se dividieron las aficiones para la definición del título, Enrique Camacho explicó que “por razones de control de las multitudes era mucho más fácil tener un estadio azul y un estadio rojo” para cada uno de los partidos; es decir, una vez más el miedo volvió a imponerse.

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