Está comprobado que los perros traen muchos beneficios a la vida de una persona, no solamente emocionales sino físicos, sociales y hasta tienen un efecto terapéutico. Pero, cuando estamos pensando en traer uno a la familia debemos preguntarnos por qué y para qué lo quiero y dentro de las posibles respuestas estará “para que me haga compañía” “para salir a pasear juntos” “porque me gustan y siempre he querido uno” y hoy, solamente tú sabes esa respuesta.

Quiero dejar una reflexión sobre algo: No solo se trata de nuestros deseos o necesidades, también debemos pensar en las de ellos para poder llevar una vida feliz y equilibrada. Nos pueden preguntar, ¿crees que tu perro es feliz contigo? ¿alcanzas a suplir todas sus necesidades? ¿realmente disfrutas el tiempo y la convivencia con tu perro? Ahí ya nos cambia un poco el panorama de todo porque no todas las respuestas van a ser positivas.

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Cuando tenemos un perro en nuestra familia, debemos ser conscientes de la responsabilidad que tenemos por mínimo 12 años en los cuales debemos alimentarlo todos los días, llevarlo al veterinario al menos una vez al año, educarlo, sacarlo al menos tres veces al día; pero también debemos reconocerlos como una especie diferente y sobre todo, ¡entenderlo desde su naturaleza! Porque cuando lo entiendes le puedes ayudar, en lugar de frustrarte o que se frustre él y eso los llevará a tener un mejor vínculo basado en la confianza y la ¡empatía!

¿A qué se debe adaptar el perro?

  • Un nuevo espacio.
  • Nuevos olores.
  • Diferentes estímulos auditivos y visuales del entorno.
  • Personas nuevas.
  • Perros y demás animales que se pueda encontrar.

Tu también debes hacer cambios en tu vida y rutina para poder adaptarte a él y suplir sus necesidades:

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  • Debes sacar tiempo para el paseo diario.
  • Generar espacios en la casa para el bienestar del perro: dónde comer, descansar, jugar, etc.
  • Debes hacer presupuesto para gastos veterinarios de rutina y urgencias.
  • Presupuesto para alimento.
  • Debes destinar un tiempo para el juego, educación y espacios de socialización.

No culpes a tu perro por como se porta, porque muy probablemente es solo el resultado de lo que tú has hecho con él, Roger Abrantes dice “si fuésemos conscientes de cómo nuestro comportamiento influye en el de los demás, pensaríamos dos veces antes de actuar” y esto es LEY porque solamente nos fijamos en lo que hacen ellos, pero no pensamos si nosotros somos un foco de calma o de sobreactivación, no pensamos si les dedicamos el tiempo suficiente para salir, si les tenemos los juguetes adecuados para su enriquecimiento ambiental o si los estimulamos cognitivamente para que sean individuos menos impulsivos e instintivos.

¿Quién dijo que sería fácil? ¡Nadie! Y siempre que compartimos la vida con otro individuo independientemente de la especie, debemos mantener un equilibrio en la relación y buscar la manera de lograr el bienestar para todos sin pasar por encima de alguno. 

Cuando llegue ese individuo a tu familia, porque definitivamente dijiste que SI puedes tenerlo y darle la calidad de vida que merece, debes pensar en el proceso de adaptación y que no solamente se debe adaptar el perro a ti, sino tú al perro también y ¡OJO! esto no quiere decir que alguno vaya a perder su vida por girar en torno a la del otro.

El perro perfecto no existe, entonces no pretendas tenerlo, porque te vas a frustrar 

Tienes un perro que como todos, va a tener días buenos y otros no tanto, disfrútalo en cada uno de sus momentos y apóyalo cuando te necesite. Vuélvete su base segura, su referente de confianza y tranquilidad y no un motivo de estrés, miedo o un detonante más.

Y recuerda: Tener un perro en la vida es lo mejor que nos puede pasar si lo hacemos de manera consciente y responsable. 

Por: Fernanda Valero, Adiestradora Canina Certificada