Aunque la reacción instintiva al ver que un alimento, ya sea fruta, pan o queso, tiene hongos, es botarlo, hay algunas personas un poco más curiosas que quizá alguna vez se han preguntado o han tenido la intención de probar qué pasaría si comen de eso.

Lo más recomendable en la mayoría de casos efectivamente es desechar dicho producto, ya que los hongos son bacterias que suelen expandirse por todas partes y en cuanto han contaminado una parte es muy posible que, pese a no verlo, ya esté dañado todo.

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Por lo anterior, la opción de quitar el pedazo que se ve contaminado para “salvarlo” e ingerirlo como si nada hubiera pasado, [en ocasiones] no es correcto, pero, por mucho asco que dé pensar en ingerir moho, muchos de los hongos que contaminan los alimentos no son tóxicos.

En la mayoría de personas lo más probable es que no suceda nada, a menos de que se tenga un sistema inmunitario débil o, en el peor de los casos, que se sea alérgico al moho.

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Consecuencias de comer un alimento con moho

Dependiendo del tipo de moho, algunas de las reacciones más comunes,  de acuerdo con Aecosan, Agencia Española de Seguridad Alimentaria, son infecciones digestivas, malestar estomacal, vómito, diarrea y otros trastornos gastrointestinales.  

Cabe resaltar que hay “moho bueno”, pues no daña todo el producto y se puede ingerir sin problema en alimentos como embutidos curados: jamón y salchichón; quesos duros como el manchego, emmental y gouda, y vegetales como la zanahoria y el pimentón, siempre y cuando se retire la parte más afectada, según CSA, seguridad alimentaria.

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Sin embargo, el verdadero problema es cuando en el moho se desarrollan micotoxinas, que son producidas por ciertos hongos y son tóxicas. Las más comunes son Aspergillus, Fusarium y Penicillium,

Tal como informó el mismo portal citado anteriormente, a largo plazo, ingerir estos microorganismos puede llegar a ser causa de cáncer, problemas en el metabolismo y riñón, enfermedades renales e inmunodepresión.