Un equipo internacional de investigadores sugiere que el 24% de los jóvenes de 12 a 34 años escucha música a un “nivel inseguro”. Los resultados se publicaron en la revista BMJ Global Health.

De acuerdo con la investigación, más de 1.000 millones de adolescentes y adultos jóvenes pueden correr el riesgo de sufrir una pérdida de audición debido al uso de auriculares, cascos y audífonos y a la asistencia a locales con música a alto volumen.

“Los casos recurrentes o incluso únicos de escucha insegura pueden causar daños fisiológicos en el sistema auditivo, presentándose como acúfenos transitorios o permanentes y/o cambios en la audición”, indican los investigadores.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que más de 430 millones de personas de todas las edades padecen actualmente de pérdida de audición. Los jóvenes son especialmente vulnerables por el uso de dispositivos como teléfonos inteligentes, auriculares y audífonos, y por acudir a locales con música a gran volumen.

Los investigadores, dirigidos por académicos de la Universidad de Carolina del Sur (EE.UU), examinaron estudios anteriores sobre dispositivos de escucha personal y locales de música a gran volumen que tuvieron lugar entre 2000 y 2021. En el análisis incluyeron 33 estudios con algo más de 19.000 personas. Así, estimaron que el 23% de los adultos estudiados y el 27% de los menores estaban expuestos a un ruido excesivo.

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Asimismo, calculan que el 48% de las personas de entre 12 y 34 años de todo el mundo están expuestas a un ruido excesivo en lugares con música alta, como discotecas o bares, pero advierten que la certeza de esta estimación es limitada. Basándose en estas cifras, los investigadores aseguran que el número mundial de adolescentes y adultos jóvenes que podrían correr el riesgo de sufrir una pérdida de audición como consecuencia de ello oscila entre 0,67 mil millones y 1,35 mil millones.

Los autores reconocen que los resultados no tienen en cuenta los factores demográficos ni los cambios en la política de escucha segura en algunos países, pero concluyen que la exposición a la música alta en locales y a través de dispositivos podría significar perjuicios para adolescentes y adultos jóvenes.