Australia era uno de los destinos predilectos por miles de colombianos que deseaban salir del país en busca de nuevas oportunidades académicas o laborales en las que, además, pudiera aprender inglés.

Desde hace 16 años que Alejandra Ramírez emigró a este país, pero fue hace casi un año que su vida cambió por completo cuando decidió aventurarse a vivir viajando. Ella utilizó los ahorros que tenía y compró una van que adecuó lo mejor posible como una casa confortable que le permitiera vivir, trabajar y viajar por los diferentes estados de Australia.

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En una charla con Pulzo, Alejandra contó cómo comenzó esta idea durante la pandemia. Con las fronteras internacionales cerradas, esta mujer que ya lleva más de una década viviendo allá se decantó por comprar un vehículo y empezar la adecuación.

Lo que ella tenía destinado para darse un año sabático decidió invertirlo en este proyecto que debía alternar entre sus oficios normales, razón por la que tardó tres meses y medio construyendo todo lo que posteriormente le permitió vivir viajando.

“De siete días de la semana, cuatros días eran de construcción. De esos, dos días era yo sola y otros dos era una mezcla de gente que sabía sobre algo; el resto eran amigos que tenían tiempo libre y me ayudaban a hacer cosas. Tuve mucha ayuda de gente esporádica”, le contó Alejandra a este portal.

Su cuenta de Instagram, que ha crecido durante los últimos meses a raíz de su historia, ella compartió imágenes de la construcción de esta carro-hogar en el que pasó largos días y noches aprendiendo sobre porque “no tenía idea de hacer nada de construcción. Tocó aprender de electricidad, plomería, carpintería, diseño específico para carros”, confesó.

Lo peor y lo mejor de viajar y vivir en una van por Australia

Aunque vivir viajando suena como la utopía de muchos personas en el mundo, ella también debe trabajar y estudiar, pues actualmente está becada y cursa un doctorado que desea sacar adelante.

Su vida es un día a día en el que “no hay planeación”, admite, razón por la que ha dejado de querer tener el control sobre las situaciones. Para dar el siguiente paso, Alejandra debe tener en cuenta varias consideraciones que ha aprendido durante los ocho meses de travesía que lleva.

“El estilo de vida de la van es dejarse llevar por el sitio donde esté. Hay una idea del paso siguiente, me levanto en la mañana y digo ‘¿Qué voy a hacer hoy?, eso depende del clima, del internet y de cómo me sienta para viajar, estudiar o aventurarme”, explicó.

Aunque los lugares que ella ha conocido son paisajes únicos y a los que toda persona amante de los viajes quisiera llegar, para darse ese lujo debe pasar por una serie de situaciones a las que no todos estarían dispuestos.

“Todo el tiempo hay que estarse preocupando si hay suficiente agua, energía, cosas que uno no piensa en el día a día de la comodidad. Tengo 40 litros y debo maximizarla al máximo. Puede ser un poco complejo, pero lo amo. Llevo 8 meses y me ha encantado. Hay días que no son tan chéveres como cuando llueve demasiado, días donde no tengo electricidad, internet, días donde estoy cansada, pero todo vale la pena cuando te levantas al frente de un sitio increíble”, resaltó.

Además, parte de ese día a día también tiene unas labores que para el común de las personas son normales, pero que para ella ya empiezan a ser una constante en su cabeza.

“Se proyecta un estilo de vida de libertad, los paisajes y todo eso es verdad, pero en realidad es muy difícil a veces. Todos los días, a toda hora, debo estar tomando decisiones: a dónde voy a ir, dónde voy a dormir, dónde me voy a bañar, ver si es seguro o no; eso cansa. No hay una estabilidad“, reflexionó.