Así justifica el columnista de El Espectador Héctor Abad Faciolince haber retomado el libro ‘Los 5 mayores remordimientos de los moribundos’, de la enfermera australiana Bronnie Ware, cuya reseña hizo Susie Steiner en el periódico británico ‘The Guardian’ en 2012.

La autora trabajaba con enfermos terminales y se dio a la tarea de registrar en su blog los remordimientos más comunes, que luego convirtió en libro.

“El final del año y el comienzo de otro nos sitúan en un nuevo ciclo que nos impulsa a meditar en posibles cambios positivos. Por eso les dejo este muy sencillo, pero muy serio tema de reflexión. Tener el valor de intentar algo nuevo vale la pena. Incluso si fracasamos, al menos cuando la muerte esté cerca no tendremos el remordimiento de no haberlo intentado”, dice Abad.

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He aquí los 5 principales que tenían los moribundos, y que ojalá usted no tenga:

  1.   Me hubiera gustado tener la valentía de vivir la vida que yo quería tener auténticamente, y no la que los otros se esperaban de mí.
Pulzo

¿Ha optado por estudiar una carrera que no le gusta solo por darles gusto a sus padres o porque tiene buenas perspectivas económicas, así no le guste? ¿Mantiene una relación insatisfactoria de pareja solo por el qué dirán, por los hijos?

Esos son apenas unos ejemplos de lo que sería vivir por lo que otros esperan de usted, no para ser feliz haciendo lo que se desea.

Usted es quien debe tomar las decisiones que lo hagan feliz, sin importar las consecuencias, para cumplir sus sueños.

  1.  Quisiera no haber trabajado tan duro.
Pulzo

Por dedicarse al trabajo, muchos pierden la infancia de sus hijos, sus relaciones de pareja o con la familia.

Seguramente, va a enfrentar el dilema plasmado en la frase “hay cosas más importantes que la plata, lo que pasa es que son muy caras”.

Se atribuye a los llamados ‘millennials’ (aquellos entre los 18 y 35 años) la idea de que lo importante no es tener cosas (casa propia, carro…), sino vivir experiencias. A veces nos convertimos en esclavos del tener más cosas.

Tal vez es hora de que cambie de pensar y llegue a la conclusión de que el éxito no se mide por la cantidad de cosas que uno acumula sino por la calidad de las relaciones que tiene con otras personas… y las experiencias acumuladas.

Aprenda a marcar la diferencia entre tener lo suficiente y acumular sin límite. No se cree las necesidades.

  1.  Me hubiera gustado tener el valor de manifestar mis sentimientos.
Pulzo

“Muchas personas reprimieron sus sentimientos para mantener la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca se convirtieron en lo que realmente eran capaces de llegar a ser. Muchos desarrollaron enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento que llevaban como resultado”, dice la autora, citada por ‘The Guardian’.

Solo un ejemplo: ¿Quién no ha reprimido un sentimiento de atracción hacia otra persona por el miedo al rechazo? Ese es apenas uno de los ejemplos de este tipo de remordimiento. ¿Miedo a qué? Un no duele. Pero es preferible superarlo que vivir toda la vida en la incertidumbre de qué hubiera pasado si la respuesta hubiera sido afirmativa.

  1.  Me hubiera gustado seguir en contacto con mis amigos.
Pulzo

“Todos extrañan a sus amigos cuando están muriendo “, dice la autora.

Siempre hay disculpa: demasiado trabajo y responsabilidades; “cuando me casé tuve que alejarme de ellos”.

Nuevamente, recuerde que el éxito tal vez no se mide por la cantidad de cosas que se acumulan sino por la calidad de las relaciones que tiene con otras personas, no solo su pareja, sus hijos, sino también sus verdaderos amigos.

  1.  Me hubiera gustado permitirme ser más feliz.
Pulzo

“Muchos no se dieron cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. Se habían quedado atrapados en viejos patrones y hábitos… El miedo al cambio los hizo fingir ante los demás, y ante sí mismos, que estaban contentos”, dice a autora citada por ‘The Guardian’.

La estabilidad puede terminar siendo el peor enemigo de la felicidad. Cuántos no se acostumbran a un mal trabajo por el ingreso, a una mala relación por las apariencias o la conveniencia.

Enfréntelo, es probable que nada de eso lo haga feliz.