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Cámara ligera revive experiencia rollo: palanca, filtros película y dípticos verticales. Diversión nostálgica que niños y mayores van a amar
La compacta de 240 gramos une lente fijo de 32 milímetros, sensor vertical de una pulgada y once modos “película”, además de una app que crea dípticos y envía fotos a impresoras Instax.
Fujifilm va a poner en nuestras manos, el 12 de junio, una cámara digital que se maneja como las de carrete que nuestros abuelos llevaban a las fiestas. La X half invita a girar una palanquita para “avanzar” cada foto, limita la vista previa mientras simula rollos de 36, 54 o 72 disparos y, de paso, ofrece trece simulaciones clásicas de película que podemos combinar con efectos de fuga de luz o halo. ¿Puede una cámara de 18 megapíxeles competir contra los teléfonos que todos llevamos en el bolsillo? Esa es la pregunta que vamos a responder hoy, recordando viejos aromas de revelador y explicando, paso a paso, por qué esta diminuta máquina promete diversión a quienes apenas empiezan a disparar y pura melancolía a quienes crecieron rebobinando carretes.
Pero su precio despierta dudas entre fotógrafos veteranos y novatos.
Vamos a retroceder unas décadas: los formatos half-frame permitían doblar la cantidad de fotos en un carrete de 35 milímetros. Fujifilm rescata esa idea, pero la traduce a un sensor vertical de 8,8 × 13,3 milímetros. Por eso las imágenes salen en proporción tres por cuatro y parecen diseñadas para redes sociales. El objetivo fijo de 10,8 milímetros con apertura f/2,8 (equivalente a 32 milímetros en fotograma completo) busca sencillez: enfocas, compones y disparas sin cambiar ópticas. La palanca de avance, el visor óptico y la pequeña pantalla lateral que recuerda la ventanita de los cartuchos de película construyen una experiencia táctil. Cada clic suena como un eco de la fotografía química, pero todo queda grabado en JPEG para compartir al instante.
Quien escucha “cámara-juguete” podría pensar en un precio accesible, pero los 849,99 dólares, unos 3 300 000 pesos colombianos, la ponen en territorio de cámaras entusiastas. Además, el sensor de una pulgada no permite tanta profundidad de campo creativa; casi todo queda enfocado. Al no ofrecer RAW, el usuario pierde la posibilidad de ajustes finos en edición. El vídeo, limitado a Full HD vertical, queda lejos de los 4K que ya dan muchos móviles. Y la luz LED integrada sustituye al tradicional destello de xenón, restando ese contraste duro típico de las fotos “point and shoot”. Así que surgen inquietudes: ¿vale la pena pagar tanto por nostalgia? ¿Es cómoda la pantalla minúscula para quien tiene manos grandes? ¿Será durable el mecanismo de la palanca?
Vamos a ver la otra cara de la historia. Los filtros Light Leak, Halation y Expired Film no son adornos superficiales: se aplican con algoritmos que imitan fugas de luz aleatorias y emulsiones vencidas, recreando texturas que tantos buscan en aplicaciones de celular. La app X half agrega magia: permite unir fotos o vídeos en dípticos, colorear la línea divisoria y mandar la composición a una impresora Instax para obtener copias de 62 × 46 milímetros en menos de dos minutos. El modo Film Camera bloquea la simulación elegida y exige avanzar manualmente, fomentando una disciplina que enseña a pensar cada disparo antes de apretar el botón. Para profesores de fotografía escolar, esta cámara va a servir como puente entre lo analógico que cuentan los libros y lo digital que domina el diario vivir. Además, su batería NP-W126S rinde hasta 880 tomas, suficiente para una excursión entera.
El cuerpo, disponible en plata, plata grafito y negro, pesa 240 gramos con tarjeta SD y batería, similar a un bolígrafo metálico largo. El visor óptico cubre el 95 % del encuadre y el…
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