Pequeñas instituciones en provincia siguen sus procesos y hacen eco de las labores de investigación. Y es en las antiguas zonas de conflicto donde esas universidades tienen mayor relevancia.

“Son espacios de convergencia, donde el voluntariado y las redes institucionales permiten el crecimiento de estas entidades”, precisa Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de la Paz de la Universidad Nacional, quien promueve actividades de paz entre las distintas universidades de nuestro país.

El tema no surge de ahora. “Hay una propuesta que se hizo por allá por los noventa, de la que yo hice parte”, dice Vargas, quien recuerda que a ese experimento se le llamó “Redunipaz”. Era el momento en que estaban por darse las conversaciones del Caguán. Empezaba el gobierno de Andrés Pastrana, por lo que “creamos una red de universitarios por la paz”, recuerda el profesor, como si hubiera sucedido ayer.

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Desde esos días, se dio un espacio de convergencia, de diálogo entre académicos, y eso de alguna manera se ha venido manteniendo, “con mucho voluntarismo”. Lo que poco a poco ha llevado a generar una red universitaria.

El año pasado, el ministerio de Educación y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de la Paz de la Universidad Nacional, crearon un diplomado, en el que participan las universidades públicas de zonas de conflicto. Ese espacio ha sido el medio preciso para discutir y pensar en función del posconflicto. “Esta fue una tarea que se planteó. Ese diplomado duró casi ocho meses, después de sesiones presenciales en todas las universidades y réplicas entre ellas”.

Finalmente se firmó un documento en febrero de este año. Cada universidad presentó propuestas distintas, unas más elaboradas, otras menos y las que apenas comienzan. “Lo que buscamos en la red es podernos apoyar, y ahora estamos a punto de comenzar, también con el apoyo del Ministerio de Educación, una segunda fase del diplomado; donde el énfasis va a estar en el tema de la educación rural, en lo que tiene que ver con la formación.

Como orientar eventualmente carreras, en lo investigativo y en lo que tiene que ver con la proyección, para tratar de apoyar toda la implementación de los acuerdos”, precisa Alejo Vargas, quien tiene claro que detrás del éxito de estos procesos debe haber un componente pedagógico.

El trabajo no se da solo en la educación pública. “Desde hace tres años impulsamos el proceso de las universidades por la paz. Con los Andes, el Externado de Colombia, el Rosario y más recientemente la Universidad Libre”. Lo que terminó en un documento de compromiso entre rectores, secretaría técnica y universidades territoriales con propuestas distintas.

En la red se busca que haya apoyo entre universidades públicas. Luego, en la segunda fase el tema es la educación rural, la formación en carreras, donde las tradicionales deben cambiar su mirada.

“Este proceso se dio en torno de las conversaciones de la agenda de la Habana, que determinó que se debía adelantar una tarea pedagógica, como parte de una reforma política. Con estos foros se contribuye a consolidar los procesos”, explica Alejo Vargas.

Programas como derecho y ciencia política se dedicarán a validar los procesos. Mientras que las demás facultades harán estudios territoriales en sus campos de interés. Una de las labores más importantes que la Universidad Nacional está adelantando es un censo socioeconómico que debe terminar a mediados de junio.

El objetivo de esta medición es conocer las condiciones de los guerrilleros, para determinar su situación y ver la manera en que se podrá dar el proceso de reinserción, en cada uno de los casos.

La participación de cada institución en esta red será muy diversa; mientras la Universidad Industrial de Santander, UIS, aporta programas y cursos de mayor complejidad, otras pequeñas universidades lo harán con una oferta más limitada. Lo importante es que cada universidad mantenga su autonomía, donde resulta vital la participación del Ministerio de Educación en el apoyo a la educación rural.

Hace quince días se hizo el último foro en la Universidad del Rosario sobre el tema de la reforma política. En estos foros participan académicos de las diferentes universidades con la participación de invitados del sector político y de otros campos nacionales. Con esa tarea se impulsan universidades públicas y privadas, en una tarea pedagógica que contribuye a la propuesta de consolidar el fin del conflicto armado y la construcción de la paz.

“Desde el Centro del Pensamiento, aplicamos a una convocatoria de la Organización de Estados Americanos, OEA, para proyectos de construcción de paz”. Así, 200 jóvenes que estén en zonas vulnerables, que no sean universitarios, podrán capacitarse, para que luego formulen proyectos donde promuevan la paz, dentro de sus espacios territoriales.

“Creo que esa va a ser una tarea muy interesante, multiplicadora, donde con seguridad la creatividad de los jóvenes va a ser muy importante para estimular distintas iniciativas”. De hecho, desde el Centro de Pensamiento y con el apoyo de la Universidad se han venido apoyando grupo de jóvenes en la localidad de Kennedy que trabajan en temas de reconciliación, fundamentalmente con hip hop y otros elementos culturales.

La idea es que esta propuesta, de laboratorio para la paz, estimule a los jóvenes; quienes utilizando tecnología de punta o bien otras formas alternativas propongan estrategias para alcanzar la paz. “Los doce mejores proyectos van a ser financiados para su implementación. Una iniciativa interesante, fundamentalmente en zonas vulnerables”.

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