Gran frase que lo deja a uno con una especie de azoramiento y nudo en la garganta. Lo que se ve al frente del espejo puede ser muy diferente a lo que está detrás. La verdad que creemos puede estar yuxtapuesta con otra verdad, la que uno conoce después.

Luego de ver La Doncella, en inglés “The Handmaiden”, excelente obra de arte de 2 horas y 20 minutos, no pude sino maravillarme y sorprenderme.

Maravillarme por la impecable fotografía, con paisajes de Corea y Japón. Maravillarme también con el score, o música incidental, compuesta por Jo Yeong-wook. Oigan “My Tamako, My Sookee” y se darán cuenta de la fuerza arrolladora en la melodía.

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Es impresionante, es todo un deleite para los sentidos.

Debo contarles que en la película está entremezclado el idioma coreano y el japonés, ya que está enmarcada en la invasión de Japón a Corea en 1930. Situémonos entonces en 1930, viajemos a esa época.

Embebámonos un poco más con este refinado erotismo. El director se llama Park Chan-wook. Hay una escena en la que aparece Izumi Hideko, la hermosa señora “dueña” de la doncella Sookee, ataviada con un hermoso vestido verde, su larga cabellera peinada por la mitad y arremolinada en dos partes iguales, guantes de color beige y un retoque atrás, dejando ver la espalda con muchos botones pequeños uno debajo del otro.

No importa tanto lo que ocurre, sino la escena pictórica como tal, con la sensualidad ahí a flor de piel. Con una espalda que se deja entrever bajo las transparencias.

the handmaiden

Tengamos presente que la historia de la película se divide en dos partes. Trataré de no decir mucho, pero la una explica a la otra. Una es el reflejo en el espejo y la otra es esa realidad que se refleja en el espejo. Deben vérsela, a mí me causó muchas emociones.

Thriller, erotismo, suspenso, sensualidad. La voz de una narradora en coreano, con esa cadencia asfixiante, puede llevarlo a uno a terrenos inimaginados e insospechados. Como dice Sookee: “…este era el aroma.”.

Hay paisajes, aparentes indicios de locura, un suicidio por ahí embolatado, sombreros, vajillas de porcelana, alfombras y muchos zapatos. “Con zapatos nuevos hasta los viejos caminos parecen nuevos”.

Y sí, me consta. Hay amores aparentemente imposibles; pero no, con el tiempo me doy cuenta que ningún amor es imposible, solo falta tiempo y constancia. La canción, una de las tantas del score, dice “Vamos a soñar con épocas felices de hace tiempo”. Eso es La Doncella.

Hay una escena en la que hay muchos besos y tinas. En otra escena, Hideko aprende poco a poco japonés y le enseñan que Mujer se dice On’na y que Hombre se dice Otoko. El hombre y la mujer: la eterna dicotomía. Siempre ahí la sensualidad y, repito, la cadencia deliciosa de la música. La repetiré siempre. Son dos actrices, Kim Min-hee y Kim Tae-ri. La estética femenina oriental, en este caso coreana, tiene elementos absolutamente deliciosos.

La piel de porcelana, el idioma, la cabellera negra, todo. Es un placer esta película, es la locura de la miel.

Búsquenla por ahí, seguro no se arrepentirán.

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