En algún momento lo hemos sentido, y si lo recordamos, sabemos que no se siente rico. El man nos empezó a gustar demasiado y sin venir a cuento.

Pensábamos en él desde antes de despertar, cuando nos íbamos a estudiar, no podíamos poner atención en clase, nos afectaba nuestra capacidad de concentrarnos, se nos iba el día pensando en él y la realidad es que él no estaba pendiente de nosotros de la misma forma, a veces ni se acordaba de llamarnos, o escasamente nos dirigía la palabra.

En esos momentos, cuando nos saludaba, o nos lo encontrábamos por accidente, el planeta dejaba de girar y todas las hormonas en canto se revolucionaban. Eso no era amor, mis queridos. Esa traga tan chimba, que por poco acaba con nosotros, con nuestra vida social, con nuestros planes, esa misma que por poco hace fracasar nuestros estudios, y que nos empezó a doler, ahora recibe un nombre que empieza a popularizarse: limerencia.

El término fue acuñado por Dorothy Tennor en 1979 al publicar su libro ‘Love and Limerence: The Experience of Being in Love’, en el que se dio a la tarea de entrevistar a 500 personas para investigar sobre el amor romántico.

¿Qué define a la limerencia?

Es un estado mental involuntario, resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser respondido de la misma forma.

Síntomas físicos:

  • Palpitaciones aceleradas
  • Temblores repentinos
  • Dilatación de pupilas
  • Sudoración inconstante
  • Enrojecimiento de la cara
  • Desórdenes del apetito
  • Tartamudez menor
  • Nerviosismo

Síntomas sicológicos

  • Pensamientos intrusivos con la persona deseada
  • Deseo pronunciado y extremo por el bienestar de la persona amada
  • Alivio temporal y fugaz a través de fantasías, sueños o pensamientos constantes que involucren a la persona amada, como también en experiencias como la conversación o la simple observación de ésta
  • Timidez infundada y dificultad para relacionar ideas en presencia de la persona deseada
  • Miedo al rechazo
  • Minimización del riesgo o de las preocupaciones reales por estar pendiente de la persona amada
  • Expresividad fomentada debido al deseo de desahogo del individuo producido por este sentimiento (se dice que grandes escritores como Pablo Neruda experimentaron limerencia en algún momento de sus vidas).
  • Muestras de afecto poco comunes, que en ciertos casos pueden ser extremas.
  • Magnificación de la percepción física de la belleza y atributos de la persona amada

La limerencia afecta la forma como vivimos porque en lugar de hacernos sentir un buen amor (el mismo que nos permite sentirnos bien, potenciados, admirados y queridos) nos encapsula en un amor no correspondido y desmedido, que mengua nuestras capacidades y nos provoca dolor.

Este comportamiento puede llegar a provocar verdaderos problemas en nuestra vida porque puede afectar nuestra salud mental, física y traer como consecuencia la pérdida de objetivos en nuestra vida o caer en depresión.

Tratamiento

La forma de poder combatir un estado compulsivo de limerencia es a través de la ayuda sicológica. A través de la consulta se nos permite cortar con los pensamientos recurrentes y los patrones que dan lugar a los comportamientos obsesivos, por los que estamos sufriendo y padeciendo por un amor mal comprendido.

Si estás pasando por estos síntomas que he descrito, contacta conmigo.

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