Los chicos malos nos dan taquicardia y nos gustan más. Puede que sea algo que nadie explica cuando se empieza a apostar por el amor, puede que sea un reflejo de lo que no somos, de lo que no tenemos, y que queramos ir a buscarlo, porque los malos son atractivos en todas las culturas, en todos los rincones del planeta, y siempre se les ha visto como seres más deseados y sexys que los buenos.

Esta situación la he vivido desde que tengo capacidad de elegir, desde que he tenido la ocasión de tener a dos hombres cerca de mí. Yo, desde esa primera vez, he sentido más ganas de irme con el dañado, con el que sé que me va a hacer sufrir, antes de darle prioridad al bueno, al que siempre contesta el teléfono, al que uno llama a las diez de la noche y siempre está dispuesto a ayudar. Me he ido con el malo porque me gustaba más, porque me parecía mucho más estimulante estar con él que irme con otro Willie, el amigo de la abeja Maya. 

Lo que pasa es que el malo deja un rastro de dolor y de frustración, de sueño no cumplido, mientras que el bueno no te romperá el corazón ni jugará con él. Pareciera que apostar por el malo nos da felicidad instantánea, aunque podamos suponer que luego lloraremos, y eso, para algunas, es una dosis alta de adrenalina, sin embargo, es el clásico pan para hoy y hambre para mañana. Las mujeres que son impulsivas entenderán esto a la perfección, y lo habrán vivido y, aunque todas sus amigas y parientes les hayan advertido que con ese no era, más motivos les encendían interiormente para largarse con ese John Travolta de barrio.

La situación no solo me atañe a mí, es algo que he podido constatar como comportamiento habitual a lo largo de mi vida como consultora de relaciones. Nos apasionan los malos, los James Dean, los que nos complican la existencia, los que nos hacen sufrir, los que están lejos del modelo perfecto y llegan con una batería de problemas que costaría olvidar. Nos gustan los problemáticos, los que no terminaron bien en el colegio o la universidad, los que tienen sus cuentas por pagar con la justicia, los que retan las normas establecidas, los que fuman y beben, pero al mismo tiempo se ven bien, porque por eso son los chicos malos: transgredir es su naturaleza, es su pasión, y por hacerlo así los vemos guapos y estilosos. ¡Pero esto es sólo una falsa toma de lo que son!

Los chicos malos, a la larga, no tienen lo que se requiere para una relación, son un reflejo que engatusa, pero que no tienen soporte para salir con nosotras. No tienen capacidad de esfuerzo, no tienen la misma empatía, no tienen plata, no tienen trabajo, o no tienen valores, o no tienen lo que se necesita para formar una pareja estable. A lo mejor tienen algunas de estas, pero todas las anteriores nunca las superan al completo, porque por algo son malos. Se portan mal y eso les pasa factura.

¿Los malos son más atractivos científicamente?

Peter Jonason, de la Universidad de Nuevo México, realizó un estudio que reveló que los hombres más atrayentes para las mujeres eran los «chicos malos», esos que la sociedad juzga y tacha de malas personas.

Por su parte, David Schmitt, de la Universidad de Bradley, hizo un estudio similar que arrojó los mismos resultados. Según este estudio, los hombres atractivos resultaron ser los menos buenos y los que tenían más defectos en su personalidad, o sea «los chicos malos».

El psicólogo Gayle Brewer, de la Universidad de Lancashire, aportó sus conocimientos afirmando que los «malos» atraen más a las mujeres por su desfachatez, cinismo, seguridad e impulsividad, pero eso es solo a corto plazo. Advirtió que las mujeres que no tienen problemas psicológicos eligen a los buenos para relaciones estables y duraderas.

Si estás con un Travolta de barrio, que sepas que es normal que te sientas seducida por él, que te emocione verlo cuando se baje de su moto, de su bicicleta o cuando lo veas pasar. Es normal que te encienda el corazón cuando te bese y te prometa una vida que será imposible seguir, o cuando te revolucione las hormonas en la cama. Eso es lo que hace un chico malo. Te da picos de adrenalina, te da subidones que uno bueno no podría darte, pero si buscas estabilidad, amor, cariño y respeto a partes iguales, puedes ir viendo cuál es la duración que deseas para ese malo del que te puedes enamorar y que puede espantar al bueno, al que quizás te de mejores días y alegrías más duraderas.

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