Reseña de “La Cocinera de Frida”, de Florencia Etcheves.

La argentina Florencia Etcheves (Buenos Aires, 1971), @floetcheves en IG, es toda una caja de sorpresas. Periodista de profesión, decidió en 2018 dedicarse a ser escritora de ficción, para bien de la literatura que se la ganó a la crónica periodística. Durante tres años consecutivos (2010, 2011 y 2012) recibió el premio Martín Fierro a la mejor labor periodística femenina. Y se ha lucido como novelista ficcional.

Es la escritora de la trilogía policial del inspector Francisco Juánez y la detective Manuela Pelari, más conocida como “Pipa”, que está formada por los libros: La virgen en tus ojosLa hija del campeón y Cornelia, que han sido adaptados cinematográficamente en Netflix con los nombres de “Pipa”, “La corazonada” y “Perdida”, tres películas que se ven, una tras de otra, en una sesión que las hace embriagantes y maravillosas. Son el preludio perfecto de esta novela que les reseño hoy.

Al ahondar en su obra literaria de ficción, Planeta México decide hacerle a Florencia un encargo: escribir una novela del tipo policial ambientada en el México de Frida. Pero de Frida Kahlo ya se han escrito mil cosas. Y nada más difícil que hacer algo verdaderamente original en donde ella figure o de una época en la que Frida y Diego lo han impregnado todo. Y si bien “La Cocinera…” es una novela policial, sin policías ni detectives, ni inspectores, ni nada que se le parezca, es una brillante novela que se crece y se desvela por sí sola, a través de dos narraciones en paralelo, la de un pasado – contentivo de una historia de infancia más antigua aún – y un presente trepidante.

Así pues, Florencia construyó una historia alrededor de una figura que seguramente debió existir, una cocinera, y que nos confiesa, fue una mezcla de su abuela gallega que cocinaba delicioso, con esa figura mítica según la cual la persona que te cría es la que te alimenta… esa figura materna que es justamente aquella que nutre el cuerpo y el alma…

La cocinera de Frida, a la que la autora dio el nombre de Nayeli Cruz, una tehuana originaria, de ojos verdes, con sus preciosos atuendos y su sazón inigualable, es una mujer que se convertirá en la amiga, confidente, asistente, la mano derecha de la Kahlo. Una niña víctima de una sociedad patriarcal, cuya hermana Rosa, atrapada en un matrimonio aterrador, hace todo lo posible para que Nayeli salga centrifugada de esa pequeña comunidad a la que estaban condenadas, para finalmente aterrizar en Coyoacán, la pequeña ciudad de los coyotes contigua al DF, en donde, por una de esas casualidades mágicas que relata la novela, termina de cocinera en la Casa Azul.

La historia se debate entre el pasado y el presente. El presente: en 2019, Paloma Cruz, la nieta de Nayeli, que ha tenido con ella una relación más que de abuela-nieta, una relación de tierra-matriz a plata-semilla, descubre a la muerte de su abuela y en la casa de Candelaria, una de las amigas de Nayeli, un mueble que le perteneció, dentro del cual hay una pintura de una mujer desnuda con una mancha roja que parece ser una bailarina sobre la mujer. Y a novela va evidenciando algo que al final nos parece siempre obvio: el verdadero valor de un cuadro es la historia que cuenta.

En paralelo, y entretejiendo una historia oscura, los hermanos Pallares – Ramón/Rama y Cristóbal – y su padre Emilio, conforman una familia enredada en los amasijos del tráfico legal e ilegal de arte. Ramón y Paloma Cruz son entonces el punto de encuentro en el presente de este entramado policial. Y Eva Garmendia, “la Güera”, será el personaje puente no solo entre el pasado y el presente, sino entre Frida y las mujeres Cruz. Eva, el personaje favorito de Florencia Etcheves en este libro, es ese claroscuro de la vida.

A lo largo del libro nos encontramos con temas transversales como la relación entre Frida y Diego, de la cual nos dice la escritora, es imposible hacer un juicio, no solo por la época en que se desarrolló, sino porque fue una de esas relaciones que no se puede tildar, en tono simplista contemporáneo, de “tóxica”, sino que habría que entender las circunstancias, el entorno y ese amor profundo entre ambos. Era una relación del todo moderna, en la que el poliamor fue un consenso, pero al mismo tiempo una relación en donde el machismo no puede desconocerse. El tema del libro, sin embargo, no lo constituye esa relación, que no puede dejar de tocarse por la magnitud de su influencia, pero que con gran maestría la autora logra dejar a un lado para contar una historia absolutamente apasionante en donde el misterio, el suspenso, la crueldad, la maldad y algunos males contemporáneos capitalistas del arte, son puestos en escena, cocidos sabiamente por Etcheves, en un plato latinoamericano, con proteína argentina, vegetales mexicanos y condimentos colombianos. Porque la figura de Lorena, la colombiana, es también clave en el libro.

La gastronomía y el vestuario de los personajes le dan un particular sabor a la historia; las descripciones de las telas, los colores, las texturas, los aromas, nos transportan a las pequeñas historias dentro de la novela como si se tratase de un paseo por los mercados típicos latinoamericanos.

La novela está llena de simbolismos: la mancha de Nayeli en su pierna, sus ojos verdes, la impronta de Cristóbal en sus obras de arte, los trazos del cuadro “la Martita”, los nombres de los pintores citados en la obra, los silencios y movimientos de Felipa en su baile, la crudeza de la escena de la amputación de las piernas de las muñecas de Frida, el azul del paraíso… simbolismos que se resuelven en la misma trama, sin necesidad de acudir a conocimientos extraliterarios, y que la enriquecen con más misterio.

Finalmente, la novela no podía dejar de tocar temas que nos siguen persiguiendo, como el abuso normalizado contra la mujer, y la discriminación. Esto no significa que la autora haya escrito una novela declamativa o de denuncia social, si no que, dentro de nuestra realidad no se puede dejar de relatar, y, por ende, nos obliga a reflexionar al respecto: por ejemplo, cuando Nayeli se ve obligada a huir de un futuro matrimonio forzado; cuando Rosa, la hermana de Nayeli, debe soportar los golpes y maltrato de su esposo; cuando Diego Rivera pinta un cuadro íntimo sin el consentimiento de la modelo; la violación de la esposa de Emilio Pallares; el atraco a Paloma; el abandono de Felipa por parte de un padre que nunca llega a conocer. Pero, también asombra la solidaridad entre mujeres, y ahí es donde florece Eva Garmendia, cuyo papel, poderosamente unificador y vivificante, solo se viene a revelar al final de la novela. Y nos descubrimos, sí, como mujeres, tratando de encontrar un lugar seguro en el mundo, tal como hace cada una de las mujeres Cruz, Felipa incluida, tratando de hallar ese lugar en su interior.

Florencia presentará su libro en la Feria del Libro de Guadalajara (en TW @Filguadalajara), la más importante de Latinoamérica, el jueves 1 de diciembre a las 19 h en conversación con Mónica Lavín. No se la pierdan.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.