La fiebre del fútbol colombiano está que arde. Valen fuego y oro esos 2 goles marcados a Argentina que nos dejaron ganadores del primer partido enfrentado por nuestra selección en la Copa América, en Brasil.

Y aunque para el 99 por ciento de los hombres es muy normal hablar de canchas, tiros de esquina, fuera de lugar, saque de libre directo y tarjetas amarillas o rojas, para algunas mujeres no tanto.

Y no tanto porque ya es cuento viejo y mal echado que nosotras no disfrutemos de los partidos de fútbol transmitidos por televisión o en vivo en los estadios. Nos hemos dejado contagiar por ese balompié que derrama furia, adrenalina, optimismo, choques emocionales, desilusión, amargura y, en casos extremos y reprochables, la agresividad.

Si eres mujer lectora y no te apasiona el fútbol, podremos armar nuestro propio lenguaje para comprenderlo. Empecemos diciendo que las mujeres tenemos nuestra propia cancha: la casa, la oficina o ambas. Allí, nos movemos como Duván Zapata o nuestro extrañado Juan Fernando Quintero.

Las mujeres no solo jugamos de delanteras, de volantes, de arqueras. En la cancha lo somos todo. Somos multifacéticas. Tenemos cancha en cocinar, trabajar, ser mamás, ser esposa, amiga, administradora del hogar, cuidadora de perros y hasta expertas en monólogos directos, llamándolo refinadamente, porque los esposos le dirían cantaleta pura.

Las mujeres tiramos de esquina, de lado, de frente. Tenemos saques directos cuando hablamos, explicamos y preguntamos. Pocas veces nos agarran fuera de lugar. Y andamos, eso sí, con las tarjetas amarillas y rojas en la cartera porque, como a los árbitros, no nos da cobardía sacarlas.

En nuestra cancha hacemos de preparadoras, de nutricionistas, de fisioterapeutas y a la misma vez de hinchas. A nuestros jugadores, no les exijamos solo marcadores. Marquémoslos con Me gusta tu fútbol. Ellos no son seres extraterrestres ajenos a los malos pensamientos, equivocaciones y dolores. Sus familias también soportan la presión de una multitud que exige a regañadientes, en su mayoría, siempre ganar.

Hoy valoramos a Ángela María Bolívar, esposa de Camilo Vargas, uno de los arqueros de la Selección Colombia. Periodista de profesión y mamá dedicada a sus hijos Josué, de 5, y Emilia, de 3. Amante del diseño de modas. Apasionada por el fútbol producto de las famosas atajadas de este portero. Bogotana soñadora y encantadora.

Mamiboss
En un chat con Ángela Bolívar / Cortesía Mónica Toro de Ferreira

En un Chat con Ángela, ella no tapó, se destapó:

¿Cuál ha sido el mayor reto de ser mamá?
Cambiar de ciudad o país constantemente con los niños y hacer las veces de papá y mamá por las largas ausencias en las que se ve obligado un futbolista.

¿Cuál es el mayor temor que tiene como madre?

A equivocarme. A no dar y suplir todo lo que mis hijos necesiten.

Así como recuerdan un mal partido ¿Tiene en mente la peor pataleta?

La vivimos en un mercado con Josué. La pataleta realmente se la hizo a Camilo y veía cómo lograba mantener él la calma, porque miles de ojos estaban ahí mirando cómo sería su reacción. Josué se calmó cuando se le advirtió que en el carro hablaríamos. Efectivamente, en el carro conversamos y desde ese día él mismo le dice a la hermana que las cosas no se consiguen con el llanto.

¿Qué la ha trasnochado más: un partido de fútbol o un malestar de los hijos?

Una subida de fiebre, pero mentiría al decir que no hay mucha tensión nocturna días antes de un partido importante.

¿Qué virtudes futbolísticas admira de Camilo?

Su entrega y dedicación. Su responsabilidad. Ha dejado de ir a vacaciones,  teniendo permiso, por entrenar y estar en perfecto estado para un nuevo torneo.

Familia Vargas Bolívar
Josué, Emilia, Ángela y Camilo. / Cortesía de Ángela Bolívar

¿Qué tapa Camilo como papá?

La verdad se quedan cortas sus atajadas de cada ocho días en los partidos, comparadas con la forma como afronta y como nos ha enseñado a sobrellevar cada dificultad que se presenta. Hace que el tiempo que está en casa sea de calidad, tanto que no queremos que se vuelva a ir jamás.

¿Quién regaña más en casa?

Obvio Mamá. Me toca la tarea difícil. Él es súper permisivo. Como casi nunca está, cuando está le da duro mantener las reglas y permite que se salgan un poco de la rutina diaria.

       ¿Barbies o balones. Qué es lo que más hay en el hogar?
Balones. Todo es fútbol en casa. Emilia tiene sus muñecas pero, la verdad, prefiere los balones.

Hijos de Camilo Vargas
Josué y Emilia. / Cortesía de Ángela Bolívar

     ¿En los días de descanso, fútbol callejero o parque infantil?

Fútbol en la casa. Josué pone a jugar al que llegue a la casa. Y Emilia le sigue el juego y hace de arquero para él meterle goles.

¿Quién se come las uñas en el partido Camilo o Ángela?

Las uñas yo. El de verdad no expresa la ansiedad que quizás siente. Aunque siempre oramos antes de jugar un partido.

¿Películas domingueras o juegos de fútbol en Xbox?

Juegos de fútbol. Josué pone al papá de delantero a hacer goles y escoge a un arquero suplente para jugar, porque no le parece justo que lleve tanto tiempo de suplente.

Familia Vargas Bolívar
Josué, Emilia, Ángela y Camilo. / Cortesía de Ángela Bolívar

¿Cómo vive la Copa América la familia Vargas Bolívar?

Con mucha emoción. Hacemos el álbum y por mi hijo conozco jugadores de otros países y los clubes donde juegan. Siempre unidos porque, aunque Camilo no es el titular, somos un gran equipo que se llama Colombia y oramos por el bien total de nuestra Selección.

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