“(…) No pretendo nada distinto que abrigar el corazón de algunos y el mío propio”. Leonor Osuna Motta

En la pasada FILBo 2022 tuve el honor de lanzar un libro que solo hasta ahora, en estas semanas encontramos en librerías. Allí estuvimos en compañía – a distancia – de su editora, la gran poeta Fermina Ponce, de su agente literaria, Andrea Herrera, y de amigos, conocidos y paseantes de la feria. Ahora ya podemos conseguir el libro en librerías colombianas y en Books & Books en Miami; por supuesto también por Amazon (en físico y en Kindle).

Precisamente la semana pasada, cuando ya estuvo disponible en la nueva librería del Fondo de Cultura Económica en Bogotá, la “Maria Mercedes Carranza”, un precioso lugar que ha sabido acoger con calidez, gracia y lucidez a los lectores de la zona nororiental de Bogotá, tuvimos con la autora, Leonor Osuna Motta, un ameno conversatorio sobre la génesis de su ópera prima.

“Relatos para el alma” (2022) no es una biografía, no es una novela, no es un compendio de cuentos. Es un libro con relatos, de todos los tamaños y profundidades, un libro breve, escrito desde el alma de su autora, un libro que es viento invisible, al que queremos volver y releer. Un viento que, además, nos deja estelas de magia y misterio y al que le susurramos que queremos oírlo – leerlo – nuevamente, una y otra vez para iluminar esas oscuridades que a veces nos nublan.

Se trata de 22 relatos – inicialmente eran 19 pero en pandemia hubo 3 más – de viajes, amores, reflexiones de vida, recuerdos individuales y colectivos, y el solo índice es poesía pura:

Soledad, Solita / Desde la ventana/

Anne y Beltane / Mis amigas/

Rencores / Los ritos/ La impermanencia/

Cumpleaños maya / Cierre de ciclo / Nido Vacío/

Monstruos / Perdón anticipado / Vida-muerte-vida/

Una visita / Arco iris / Privilegio de género/

Siena romántica / La gruta azul/

El llamado que desoímos / Manos que moldean/

Entropía / Desembocadura/

Como bien lo dije en el prólogo, tradicionalmente se nos enseña que la palabra “alma” viene de la palabra “anĭma”, de la raíz indoeuropea and: respirar. Su evolución etimológica nos traslada a la grandeza de la Grecia clásica, en donde la palabra “ánemos” se ocupa de distinguir al viento, como forma de soplo, aliento o fuerza creadora que da e imprime vida. Para los griegos, no solo los humanos tenían alma, sino todos los seres vivos. El alma forma parte de un universo material, y por eso el alma “vuela”, “se alza”. En África esta teoría se encuentra en una versión bastante completa e incluye el concepto de magara o fuerza vital universal, que conecta a todos los seres animados, así como la creencia en una relación simbiótica entre las almas de los vivos y los muertos, y sus territorios – recordemos la tradición del “ombligado” en las culturas afrocolombianas del Pacífico, ritual mediante el cual se entierra el cordón umbilical y la placenta del recién nacido para que permanezca atado al alma colectiva, a su comunidad y a su territorio, donde quiera que esté. No tan recientemente, pero con una huella en toda esta generación, la película “Avatar” nos sumerge cinematográficamente en este concepto.

La sola carátula del libro es absolutamente preciosa: su historia se remonta a un boceto que hizo la madre de Leonor y que luego el gran ilustrador Hache Holguín plasmó en una figura hada-agua-mujer-vida-alma.

A las buenas almas, cuando se acercan y tocan nuestras vidas, las reconocemos de inmediato…porque, así como hay vientos huracanados o malolientes, salvajes y traicioneros, hay vientos que son brisas suaves que no solo se posan en la piel, sino que alimentan el espíritu con su paso, con su aliento. Ese es el libro de Leonor.

De la autora, Leonor Osuna Motta, les puedo decir que es una abogada bogotana (1968) y que nació en una numerosa familia dicotómica en donde lo conservador del padre y lo santandereano-liberal de la madre se mezclaron para dar lugar a un ambiente de libre pensamiento. Desde hace más de 17 años ha sido docente de prestigiosas universidades en Colombia y ese “dar”, ese “compartir conocimiento” hace parte de su esencia y es lo que, justamente, nos deja brindar generosamente en este bello libro.

Hoy, ejerce el derecho, enseña, escribe, y está dedicada al proyecto hotelero de “Alma, un lugar para ser” en Tinjacá, Boyacá (Colombia) – algo así como el paraíso en la tierra y, desde ya, nos ha prometido seguir compartiendo con nosotros, en forma de letras, cobijos y abrazos.

Siempre me emocionan las nuevas voces, y esta es una de esas que siempre se quiere seguir oyendo, leyendo, saboreando.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.