Todo ha sido un plan entre la moda y la vanidad que, a diario, suman más víctimas a su interminable lista.

La moda nos transforma a su antojo. Lo que ayer fue tendencia y se robó la atención y la admiración del mundo, hoy puede ser todo lo contrario. Los estereotipos de belleza, por ejemplo, sí que son buenos para ver cómo hemos perdido poder sobre nosotros mismos y nos hemos sumado a un ideal colectivo para aceptarnos.

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#lunes reflexivo ♥️ ✔️Por eso nos llaman brutas, mi columna de hoy en @pulzo_col 🙅🏻‍♀️Vernos como lo sugieren los estereotipos de belleza 💃🏻es un karma que nos ha perseguido durante muchísimos años. 👙No la pasamos cambiando nuestras medidas para encajar en el sistema a costa de todo. Hasta de nuestra vida.☠️ En ese afán por vernos como nos lo exige la moda nos hemos olvidado 🤦🏻‍♀️de sacarle mayor provecho a nuestro cerebro. 😳Ahora es un órgano débil incapaz de analizar cuándo estamos poniéndonos en riesgo, cuándo algo disfrazado de salud es una amenaza contundente, cuándo es necesario tener una postura más crítica y menos compulsiva. 🤨Somos lo que el sistema quiere y necesita que seamos. Estamos hambrientos de la aprobación del otro, de despertar la admiración del otro e incluso de convertirnos en el otro. 😞No es un señalamiento, es una realidad de la que somos víctimas. Como toda enfermedad, habrá una etapa de negación. Si estás en ella, aún no es momento para continuar leyéndome …. ✔️✔️✔️https://www.pulzo.com/noticias/pamela-rueda-cardona✔️✔️✔️ #diet #fitness #weightloss #healthy #health #workout #nutrition #motivation #food #fit #healthylifestyle #weightlossjourney

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A lo largo de la historia, la mujer ha rediseñado su cuerpo a capricho de lo que es tendencia. Esas veneradas figuras redondas y voluminosas, que fueron sinónimo de salud y fertilidad en el pasado, hoy son un gran dolor de cabeza. La actualidad exige envolturas esbeltas y tonificadas, aunque para conseguirlas, tengamos que morirnos de hambre, entre otras cosas.

Lo lógico sería que nuestras versiones, por dentro y por fuera, cambiaran por las experiencias y la madurez que adquirimos con los años, pero no. Generalmente, le permitimos al sistema que nos modifique como le parezca y asumimos como felicidad vernos convertidos en esa pieza que se pierde entre las demás, que se une a la homogénea idea de lo que se etiqueta como bonito.

Los procesos para alcanzar ese anhelado rótulo son tan variados como peligrosos. Muchas personas, incluso, pierden la vida intentando adelgazar sus cuerpos mediante dietas extremas, desórdenes alimenticios como la bulimia y la anorexia y tratamientos y cirugías estéticas clandestinas.

Y sí, gran parte de la culpa recae en la presión que el sistema ejerce en nuestra vida, pero también en cada uno de nosotros porque hemos perdido la capacidad de pensar y razonar. En ese afán por ser ‘estandarizados’ hemos entrado en un estado de hipnosis, hemos minimizado los atributos de nuestro cerebro convirtiéndolo en un órgano débil incapaz de analizar cuándo estamos poniéndonos en riesgo, cuándo algo disfrazado de salud es una amenaza contundente, cuándo es necesario tener una postura más crítica y menos compulsiva.

Es urgente salir de ese trance, es urgente volver a darle la potestad a nuestro cerebro de procesar toda la información que tenemos para tomar mejores decisiones, para asumir posturas más sensatas, para tener argumentos sólidos respecto a esto y a aquello, para dejar de luchar contra nuestra propia naturaleza. Eso de querer hacer parte de un estereotipo no es viable porque somos distintos y en esas diferencias es donde está la ‘gracia’ de cada cual.

Somos lo que el sistema quiere y necesita que seamos, pero a menudo no lo que en realidad queremos ser. Estamos hambrientos de la aprobación del otro, de despertar la admiración del otro e incluso de convertirnos en el otro. Si bien hay personas que pueden servirnos de inspiración, lo que no debe pasar es que les permitamos pensar por nosotros o, en otras palabras, que terminemos pensando como ellos solo porque cuentan con el beneplácito de la mayoría. Los ‘influencers’ siempre han existido en nuestra historia, es solo que ahora cuentan con mejores canales de comunicación. Verlos como una fuente de motivación para lograr un objetivo determinado está bien, pero hasta ahí, debemos ponerles límites.

Y esto aplica para todas las situaciones, en cualquier contexto. En lo que a belleza respecta, por ejemplo, yo prefiero un cuerpo estilizado, sin excesos empozados en ninguna parte y con un tono definido que se perfile ligeramente debajo de cualquier prenda, pero he optado por validar, de la mano de expertos, cada método que pongo en práctica para conseguirlo.

No siempre fue así, hoy veo atrás y me aterra haber cometido tantas brutalidades juntas. La vanidad es alucinante y extrema, es como esa amiga que tanto quieres, pero que sabes que puede llevarte a cometer cualquier cantidad de locuras. Sin embargo, y aunque por fortuna no tengo nada que lamentar de aquellos errores, hoy soy más cuidadosa con lo que hago para mantenerme en forma porque entendí que la belleza no puede hacerte daño y no debe atentar contra tu bienestar. La belleza es una mezcla entre salud y felicidad capaz de despertarnos placeres sensoriales, intelectuales y espirituales.

O dime si en esos días en los que te sientes linda no hay una magia especial en ti. Una magia que sientes tú pero, además, es percibida por otros. Es una sensación de satisfacción, comodidad y seguridad, entre muchas otras cosas. Y digo días, porque hay otros momentos en los que, no importa lo que hagas, esa magia no la encuentras por ninguna parte.

Mis tips de hoy no son un instructivo para perder peso ni lograr músculos más fuertes, pero como todos los demás, sí buscan crear consciencia. El concepto de belleza ha variado con el paso del tiempo y nos hemos vuelto maleables a sus caprichos olvidándonos de nuestros juicios y criterio.

Si de verdad quieres una figura más ligera, si en realidad anhelas verte al espejo y estar satisfecha con la imagen que proyectas, si quieres traer bienestar a tu vida, es necesario que te apropies del tema acudiendo a fuentes profesionales que puedan darte garantías de sus teorías. Duda de lo que es tendencia y analiza con detenimiento si lo que nos venden como beneficioso, lo es. En definitiva, no te quedes con la opinión de nadie, construye una propia a partir de la investigación porque la moda es volátil, egoísta y manipuladora. Si te ve sumiso, puede destruirte.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.