
Después de conocerse que la periodista Vicky Dávila renunció a la dirección de la revista Semana para lanzarse a la aventura incierta de alcanzar la Presidencia de la República, el país político se preguntó si tendrá el suficiente combustible que le permita conseguir semejante objetivo. Hasta ahora, las encuestas de opinión son las que han movido su nombre con registros más que aceptables porque la sitúan por encima de reconocidas figuras de la política con las mismas aspiraciones.
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La pretensión de Vicky Dávila resulta aún más retadora si se tiene en cuenta que no intentará llegar a la Casa de Nariño con la ayuda de ningún partido político. El aval a su intención lo buscará de manera directa entre la ciudadanía, a través de la recolección de firmas. Una decisión acertada que le dirá a esta novel política con claridad y con datos ciertos si es capaz de aglutinar el respaldo de quienes puedan ver en ella una alternativa de gobierno con miras a las elecciones presidenciales de 2026.
Si consigue un número significativo de firmas, habrá encontrado también la ayuda más importante que necesita un político: la de la ciudadanía. El respaldo de los partidos, organizaciones y personajes políticos vendrá después cuando las campañas empiecen a madurar, las candidaturas a decantarse y las elecciones a aproximarse. También, claro, se acentuarán las acciones en su contra si sus enemigos políticos llegan a ver en ella una verdadera amenaza. De hecho, desde ya tienen que estar trazando estrategias para enfrentarla. Hay quienes dicen que lo que hará el presidente Gustavo Petro será ignorarla, minimizarla.
En ese sentido, Luis Ernesto Gómez, exsecretario de Gobierno de Bogotá en la alcaldía de Claudia López y hoy panelista del programa ‘Mañanas Blu’, podría ser hoy el epítome de los enemigos de Dávila que se muestran preocupados con su anuncio, pues aseguró este jueves que “ese ejemplo de falta de ética periodística es lo que vamos a ver en falta de ética en su nuevo rol como política de la señora Vicky Dávila. Esto lleva pasando dos años, dos años de pésimas prácticas periodísticas de utilizar esa revista como un panfleto político, de utilizar el presupuesto de los señores Gilinski para hacer giras por todo el país, sin reportar al CNE [Consejo Nacional Electoral]”.
Pero Dávila cuenta con un factor que no tienen los más acérrimos enemigos del actual Gobierno de Gustavo Petro, ni siquiera los precandidatos del Centro Democrático. Ella encarna el antipetrismo puro y duro no solo por su discurso. De hecho, en los ataques verbales al mandatario también se han destacado figuras uribistas como el senador Miguel Uribe Turbay y las senadoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia. Ellos, lo mismo que otros detractores políticos del presidente Petro, han tomado como principal tribuna la red social X (antes Twitter).
¿Tiene opciones Vicky Dávila de llegar a la presidencia?
La periodista, en cambio, en el ejercicio de su profesión y como directora de una de las publicaciones más importantes del país, no se ha quedado en el mundo de las palabras; ha hecho, y en ese hacer ha dejado el rastro inobjetable de su antipetrismo, un espíritu que también recorre el país, lo mismo que el petrismo, y que aglutina asimismo a millones de colombianos inconformes con la administración y las iniciativas del presidente Petro.
Fue en la revista bajo la dirección de Dávila que el país vio los ‘petrovideos’, en los que quedó en evidencia cómo en la campaña del hoy presidente su círculo cercano estaba dispuesto a romper las reglas de juego; también, conoció la confesión de Day Vásquez, expareja de Nicolás Petro, hijo mayor del presidente, que lo tienen hoy en juicio por lavado de activos y enriquecimiento ilícito, poniendo en duda la manera como se financió la campaña en la Costa. También, por ese mismo medio, el país oyó la confesión de Nicolás, así después se retractara.
Así mismo, por la Semana que dirigió Dávila, Colombia se enteró de los abusos a que fue sometida Marelbys Meza, la niñera del hijo de Laura Sarabia, quizá la funcionaria más cercana al jefe de Estado, escándalo que derivaría enseguida en las explosivas declaraciones del entonces embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, quien aseguró que si no hubiera sido por los dineros que él consiguió en la Costa (unos 15.000 millones de pesos), Petro no hubiera ganado. También dijo que si eso se supiera todos irían a la cárcel.
Es decir que Dávila no solo transpira antipetrismo. Es una antipetrista pura sangre, quizá con más estirpe que la que puedan reclamar o decir que tienen políticos con trayectorias reconocidas contrapuestas a la que lidera el presidente Petro. En otras palabras, para los colombianos que se sitúan en el espectro político del lado opuesto del mandatario, que no son pocos, la periodista ya tiene hechos que mostrar, no solo palabras. Eso le puede dar un ascendente indiscutible dentro de la oposición, y pondrá en aprietos a quienes ya se pusieron también en el partidor de la carrera por la presidencia.




Se le puede asignar como una desventaja el hecho de que no tiene experiencia en las lides políticas. Es una avezada periodista que ha aprendido a conocer el país y sus problemas en el ejercicio de su oficio. Pero no sería el primer caso de un ‘outsider’ (alguien que no viene de la política) que consigue los resultados que persigue. Hoy, gracias al mismo presidente Petro, que le dio una largada prematura a la contienda electoral para el 2026, el tema político y las elecciones ocupan lugares similares a los de los verdaderos problemas que debe resolver el país. El mandatario fue el que metió el tema en la agenda nacional.
No solo con Dávila, sino con los nombres de María Fernanda Cabal, María José Pizarro, Paloma Valencia y Claudia López, el país se asoma a la posibilidad de que su presidenta sea por primera vez una mujer, de la manera que ha ocurrido en otros países de Latinoamérica como Argentina, Brasil, Costa Rica, Nicaragua, Chile, y más recientemente en México. Ese nuevo aire también beneficia, como a las demás mujeres aspirantes, a Dávila, por encima de los candidatos hombres. Estos fatores hacen posible y viable la candidatura de la periodista, cuya influencia sobre los electores ya ha sido revelada por varias encuestas.
Tampoco se puede ocultar el hecho de que si la revista Semana sigue con la línea editorial que tiene desde cuando Dávila asumió su dirección hace exactamente cuatro años, en noviembre de 2020, encontrará en esa publicación un importante medio para difundir sus ideas y propuestas. Hay quienes, incluso, aseguran que también contará con la abultada chequera del poderoso grupo económico Gilinski que la llevó a ese cargo. Aunque no sería el único conglomerado que le aportaría a Dávila si su candidatura cuaja y se perfila efectivamente como una apuesta clara contra el proyecto del presidente Gustavo Petro.
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