La incautación o decomiso de la piel de un jaguar exhibida en uno de los puestos de venta del mercado de Sanalejo de Medellín este fin de semana dejó en evidencia el desparpajo y la impunidad con la que actúan todavía los traficantes de fauna silvestre, pues sus comercializadores ofrecieron el producto casi que pasando por alto que su acto constituía un delito a la luz de la legislación vigente en el país sobre este tema.

El que se tratase de un jaguar, considerado un animal en peligro de extinción, del que quedan unos 64 mil ejemplares en el mundo y que habita en especial en los bosques de las altas montañas, elevó la preocupación de las autoridades. ¿Hasta dónde están llegando las mafias que atentan contra la fauna silvestre?

(Lea también: Recataron a venado que familia tenía como mascota en Ibagué; lo trataban como un a perro)

Es más, la autoridad llegó allí porque recibió una alerta ciudadana que pidió la intervención del Grupo de Protección Ambiental y Ecológica de la Policía Metropolitana, al observar la piel extendida en el piso, en espera de un comprador. En el operativo, la Policía decomisó la piel y ayer lunes elaboraba un informe del caso con destino al Área Metropolitana, que como autoridad ambiental será la encargada de evaluar el caso y determinar su gravedad e implicaciones. Su decisión será vital para que la Fiscalía inicie las investigaciones y, si es del caso, judicialice a los implicados.

Hay que decir que el artículo 328 del Código Penal establece que quien saque provecho de animales silvestres puede ser castigado con penas de cárcel y multas millonarias. El peso de la ley puede caer sobre quien captura o caza el animal y también sobre quien lo transporta y lo vende.

Juan David Palacio, director del Área Metropolitana, afirma que las mafias que actúan en la comisión de este delito aprovechan todo lo que pueden de las especies: sus pieles, huevos, sus caparazones, plumajes y hasta su sangre cuando se trata de rituales. “Hay razones culturales, económicas y místicas”.

En Colombia, la frecuencia con la que se incurre en este delito evidencia que aún falta mucho ejercicio de autoridad y aplicación de la ley, así como educación, frente a las graves implicaciones que para el equilibrio ambiental traen los atentados contra la fauna silvestre.

Ana Ligia Mora, directora de la corporación ambiental Corantioquia, enuncia en cifras la gravedad del problema: dice que sumando los registros de todas las CAR del país, el año pasado ingresaron para atención 28.748 animales silvestres fruto de decomisos o entregas voluntarias. Incluso, advierte que la cifra fue menor a la 2021 (38.140 casos) y la de 2020 (31.477).

(Vea también: Alertan por 3.500 lobos marinos muertos en Perú; sería un contagio masivo de gripe aviar)

“El caso del jaguar es una noticia muy frustrante, porque todo el año hacemos campañas y operativos, pero esto demuestra que hay una cadena muy activa de tráfico de fauna que parece no entender que este es un delito y que los implicados pueden terminar en prisión”, advierte.

Solo el año pasado, Corantioquia regresó a sus hábitats naturales a más de 2.000 animales silvestres. La corporación tiene un hogar de paso en San Jerónimo, donde hay cientos de animales en espera de ser liberados, o condenados al cautiverio, porque ya no podrán liberarse dado que por su condición de salud y su grado de humanización no serían capaces de sobrevivir en territorios de selva o bosque.

Las mafias son tan fuertes y organizadas, que actualmente generan ganancias cercanas a los 20.000 millones de dólares en el mundo. En Colombia operan grupos organizados dedicados exclusivamente a la actividad, confirman fuentes de la Fiscalía. La entidad ha hecho capturas y tiene detectados ‘modus operandi’ que incluyen la comercialización en redes como WhatsApp, Facebook y Twitter. No es fácil detectarlas y penetrarlas, pero se han logrado judicializaciones.

En Cornare, el coordinador de Bosques y Biodiversidad, David Echeverri, admite que el tema es crucial, porque las cifras del tráfico en esencia no bajan y en el mejor de los casos se mantienen. La medición es compleja, advierte, porque no se tiene conocimiento de cuántos animales silvestres están en cautiverio o en condición de tenencia ilegal, aunque ya no es tan común ver especies en balcones exhibidas como mascotas.

La corporación tiene un centro de atención y valoración en Rionegro, que cuenta con equipos multidisciplinarios para ser recuperados en su salud, sometidos a cuarentena y dietas especiales acordes a su especie. Echeverri destaca que para acabar con este flagelo es clave seguir insistiendo en la educación, “que a futuro haya menos personas que compren o adquieran animales silvestres para reducir a cero el tráfico de fauna, porque sabemos que hay mucha clandestinidad y es difícil para las corporaciones y la misma Policía hacer presencia en todas las partes donde hay tráfico”.

Para Echeverri como para las demás fuentes consultadas se tendrá que avanzar en el tema de la sanción y judicialización, para que los procesos no se queden en el simple decomiso de las especies, porque el delito como tal no va a terminarse si persiste la impunidad.

La exhibición para la venta de la piel del jaguar dejó gran sinsabor en las autoridades ambientales de la región. Saber que el gran depredador y el felino más importante para mantener el equilibrio en las montañas donde habita fue cazado para ganar unos pesos cuestiona la efectividad de la lucha y las campañas contra el maltrato y el tráfico de fauna. Falta mucho por afinar para acabar con el que se considera el cuarto delito más rentable del mundo, después del tráfico de estupefacientes, el comercio de armas y la trata de personas.

Por gustavo ospina zapata