EL NUEVO DÍA: Se estableció inicialmente que vino a Ibagué para asistir a un evento a la Asamblea Departamental y demás menesteres, ¿qué la trae a la región?

Andrea Padilla Villarraga: Esta visita a Ibagué se enmarca en una gira que iniciamos hace más de dos meses por todo el país. Estamos visitando todos los departamentos de Colombia y sus ciudades capitales para hacer reuniones con organizaciones defensoras de animales, delegados de gobernaciones y alcaldías, para construir el capítulo de protección animal que vamos a llamar ‘Sistema Nacional de Cuidado Animal’ del Plan Nacional de Desarrollo.

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El Gobierno nacional inició sus propios diálogos regionales, pero probablemente el tema de protección animal, aunque surja en algunos diálogos, va a ser un asunto ‘marginal’ y, en todo caso, no va a tener todo el espacio que se requiere para desarrollar una agenda amplia que deba atender el país.

Como esa es mi ruta de trabajo, yo llegué al Senado con un claro mandato de velar por los animales, a mí me eligieron por esta causa, por lo que decidimos hacer nuestros propios diálogos para darle todo el despliegue que requieren estos ‘capítulos’ que, entre otras cosas, tienen asuntos recurrentes en algunas especificidades entre sí, sobre todo en temas de posición geográfica, fauna silvestre y animales en la industria pecuaria.

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E.N.D.: En ese sentido, ¿se formulará un trabajo mancomunado con las asambleas de los distintos departamentos y las gobernaciones?

A.P.V.: Siempre en estas conversaciones la gente plantea sus preocupaciones frente a lo que están desarrollando y lo que no desde los entes gubernamentales y territoriales en temas de programas de esterilización, las condiciones de los albergues, si las proteccionistas están siendo incluidas. Siempre al poner sobre la mesa los anhelos, surgen las preocupaciones y quejas sobre los que se está haciendo mal en el territorio correspondiente.

E.N.D.: ¿Y en qué departamentos ha estado?

A.P.V.: ¡Uh!, hemos estado casi en todo el país. Esta es la visita número 26. Hemos estado en toda la costa, centro y sur. Nos faltan algunos departamentos a donde no vamos a poder ir por un tema de tiquetes como Vichada y Vaupés.

E.N.D.: Y en esos recorridos, ¿cuáles son las mayores dificultades en materia de protección animal desde los entes gubernamentales?

A.P.V.: El tema preponderante es la falta de una política nacional de esterilización, hemos encontrado municipios que no tienen absolutamente nada. Otros dicen que hacen pero, realmente no tienen ningún impacto, porque hacen cien actividades sin metodologías ni planeación. Hay problemas en contrataciones y en su mayoría, los municipios no tienen programas de animales sin hogar.

En general, la mayor solicitud de las personas que hacen algún tipo de activismo de protección animal, reclaman un programa nacional que obedezca a un porcentaje anual fijo que sería el 10 % de la población de animales. En el caso del Tolima no se tiene la cifra de animales sin hogar, no hay censo. Es una gran falencia. Según el Ministerio de Salud, en el departamento hay aproximadamente 250 mil animales vacunados pero con hogar, pero el número de los que no tienen un techo puede escalar al millón.

E.N.D.:  En ese sentido, ¿cómo evalúa la incidencia del gobierno Petro en cuanto al tema de protección animal? Si bien hay muchas discusiones alrededor del presupuesto del próximo año, también podría responder a la voluntad política.

A.P.V.: Hoy no hay un mandato clave para las gobernaciones, lo que hacen es de buena voluntad. Los alcaldes sí tienen una orden, pero la ley que les da ese mandato no les dice ‘cuánto’. Entonces, es una labor sin meta y hay municipios de cuarta, quinta y sexta categoría cuya última prioridad es la atención de los animales por temas presupuestales.

Yo quiero creerle al Gobierno. Petro firmó con nosotros un ‘pacto’ de protección animal con unos puntos claros como la institucionalidad para la política nacional de protección, destinar presupuesto para los animales en el Plan Nacional de Desarrollo, reorganizar el Estado para atender las necesidades más acuciosas de los animales y apoyar las iniciativas legislativas. Hasta ahora debo decir que no hemos visto esa materialización.

E.N.D.: ¿Hay disposición de los ministerios en los ‘gruesos’ de esas solicitudes?

A.P.V.: Por ejemplo, la ministra de Agricultura, Cecilia López, rechazó de entrada la posibilidad de reglamentar la exportación de animales vivos por vía marítima, los ‘barcos de la muerte’, que fue uno de los puntos que hablamos con el Presidente y que él mismo planteó la posibilidad de prohibirlos vía decreto, teniendo en cuenta la crueldad del negocio.

Hay una segunda con la reforma tributaria, hemos planteado unas propuestas para gravar con IVA la comercialización de animales domésticos, gravar las exportaciones de ganado en pie y enviar un fondo especial para financiar la política de protección animal, pero el Ministerio de Haciendo nos tiene ‘cerrada la banda’.

Discusión ‘animal’ en la región

E.N.D.: Existe una ‘delgada línea’ entre lo que se identifica como tradicional y el maltrato animal. En Ibagué, por ejemplo, hay múltiples corrales para peleas de gallo, asunto que genera muchas discusiones, ¿cuál es su visión sobre la práctica?

A.P.V.: Mi posición frente a esos espectáculos de entretenimiento cruel es que se tienen que acabar. Colombia es un país en el que todos hablan de paz total. Y acabamos de aprobar un proyecto en el Congreso sobre el tema. Pero si no incluímos a los animales en esa ‘paz total’, será incompleta, porque esas actividades culturales crueles son de ensañamiento, de abuso y opresión sobre seres de especial vulnerabilidad.

Mientras no haya una posición de revisión de esas ‘expresiones culturales’, se permitirá que haya un margen de aceptación de violencia sobre seres que no pueden defenderse, que sigamos aceptando las armas como las espuelas que emplean a los gallos y que un sector de la sociedad continúe en unos espacios de marginalidad desarrollando actividades ilegales.

Son tal vez los argumentos más relevantes en esta discusión. Y es que, tras toda actividad de entretenimiento cruel de animales, hay detrás poblaciones marginadas, que están desarrollando economías informales y que tienen precarización laboral, pocas oportunidades de acceso, y es lo que no ven los congresistas que defienden estas actividades.

El Gobierno debe tener una ‘gallardía’ y una profundidad legislativa para que se hagan estas prohibiciones de forma progresiva.  En este momento tengo el proyecto de ley 085 para la prohibición progresiva de corridas de toros, novilladas, becerradas, tientas, rejones y peleas de gallos. Habíamos incluído las corralejas, pero las sacaron en el debate de la comisión quinta que, a diferencia de las otras prácticas, la actividad no tienen como propósito matar a los animales, pero vemos que siempre hay animales muertos en la sonada, además de las tragedias como la que ocurrió en este Departamento. Los políticos le tienen temor electoral a estos temas y, además, muchas de las ‘cabezas’ de estas prácticas son líderes populares que mueven votos.

E.N.D.: Centrándonos también en el tema de las corralejas, El Espinal fue protagonista de una tragedia que se pudo haber evitado, ¿cómo valoró el suceso?

A.P.V.: Las corralejas lamentablemente son legales en Colombia. En el país hay ocho actividades crueles con animales que son legales, sobre las cuales han habido pronunciamientos de la Corte Constitucional, donde dijo que estas actividades son culturales pero violentas, por lo que se debe ir desincentivando, donde la orden es que no puede participar el Estado para la promoción de estas prácticas.

Se pueden realizar pero eliminando las conductas crueles contra los animales, asunto que no se ha cumplido. No se asumió como un mandato y la Corte dijo que solo se podían realizar en los municipios que tuvieran arraigo cultural demostrado e ininterrumpido.

Como hay unos líderes ‘gamonales’ que mueven dineros y movilización en épocas electorales, asuntos como las corralejas se vuelven temas que nadie quiere tocar porque pueden tener una incidencia. Y cuando una senadora se ‘mete’, vienen las críticas sobre el centralismo, como si no hubiera de fondo un profundo planteamiento ético sobre el respeto a la vida de los animales.

E.N.D.: En ese sentido, ¿cree que sería loable fortalecer las veedurías de protección animal en los municipios donde más se llevan a cabo estas prácticas?

A.P.V.: ¡Muy importante! Lo que hemos visto es que las veedurías ciudadanas de protección animal tienen la capacidad de arrojar una información cualificada, incluso sobre procesos contractuales, además de alertas de corrupción que pueden llevar a ‘corregir el rumbo’. Por ejemplo en Santa Marta, la veeduría permitió que toda la malversación de dineros para la protección animal, en la inoperancia de la Alcaldía actual, saliera a la luz y hubo un ojo mediático sobre la administración de la Alcaldesa.

E.N.D.: El Tolima, a lo largo de los últimos meses, hemos reportado como medio de comunicación situaciones de maltrato animal. En ese sentido, ¿qué decirle a la región, hilado con el tema de la ‘paz total’?

A.P.V.: Tolima está entre los cinco departamentos con mayores cifras de maltrato animal con reporte ciudadano. Creo que es un ‘récord’ doloroso. Sin embargo, la región ha hecho esfuerzos desde su ordenanza departamental para dar líneas en temas de protección animal, hay unidades móviles quirúrgicas y patrullas de protección. Son esfuerzos pero se quedan cortos.

Creo que el departamento, como el resto del país, tiene que asumir un compromiso con metas y presupuesto para la atención de los animales. Eso es lo que estamos intentando construir en esta gira y entendiendo que es un tema en el que no hay temas base, no hay una entidad rectora, no hay política pública con plan de acción. Está todo por construirse pero tiene un capital ciudadano importante.

Es uno de los departamentos con mayor cantidad de personas haciendo trabajo altruista y voluntario en protección animal. Hay rescates, jornadas de adopción, albergues en lugares de paso y grupos sólidos de veeduría. Esta región tiene que poder capitalizar toda esa experiencia ciudadana empírica para organizar realmente todo un plan departamental de protección animal, con temas claros y presupuestos.