Por: EL PILON SA

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Este artículo fue curado por Carlos Diaz   Abr 16, 2025 - 9:55 am
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En Valledupar, por ejemplo, la Semana Santa es un espacio de profunda significación religiosa y cultural para los católicos que recuerdan el sacrificio de Jesús por los pecados de la humanidad. Sin embargo, este período no está exento de ciertos mitos, leyendas y creencias que desde el siglo pasado han sido utilizadas en la ciudad a modo de advertencia para que las personas “guarden la compostura” en estos días santos. 

Sobre las aguas heladas del río Guatapurí posa una hermosa figura en forma de mujer que, con sus cabellos dorados, realzan las majestuosas aguas de este afluente cargado de historias del ‘viejo Valledupar’, y de las enseñanzas que cientos de abuelos les quisieron inculcar a sus nietos para que en Semana Santa se alejaran de prácticas mundanas que incitaban al diablo.

María Elena Bru, una monteriana que llegó a Valledupar siendo una niña en 1952, contó al diario El Pilón desde su mecedora en el patio de su casa, ubicada en el barrio Primero de Mayo, que a sus nueve hermanos les daba temor bañarse en el río Guatapurí porque su madre les contó con lujo de detalle la historia de la joven Rosario Arciniegas.

“Mi mamá nos dijo que nos alejáramos del río en Semana Santa porque unos años atrás una joven llamada Rosario Arciniegas que vivía en el barrio Cañaguate, no le hizo caso a sus padres que le prohibieron que fuera a bañarse al río Guatapurí un Jueves Santo. Por su desobediencia sus pies se llenaron de escamas que dieron paso a una cola de pescado que la transformó en sirena”, relató Bru con convicción en su mirada.

Leyendas sobre Semana Santa en Colombia

“Rosario se marchó a escondidas y al llegar al pozo, soltó sus largos cabellos, se quitó la ropa y se lanzó al agua desde las más altas rocas. Eran las dos de la tarde y, no obstante, el cielo se oscureció y cuando Rosario trató de salir de las aguas no pudo.  Un peso enorme en sus piernas le impedía moverse y como pudo llegó a la orilla donde comprobó, horrorizada, que sus extremidades inferiores habían desaparecido y en su lugar había una inmensa cola de pez”. 

“En la mañana del Viernes Santo al salir el sol, Rosario apareció sobre la roca desde donde se había lanzado y a la vista de su familia y de todos los que la  buscaban, dijo adiós con la cola y se zambulló por última vez. Dicen que desde entonces la ven y oyen su canto los trasnochadores y los que amanecen por la orilla del río”.

Algunos de estos mitos que rodean la Semana Santa tienen su origen en la época colonial, cuando los misioneros españoles llegaron al territorio con el objetivo de evangelizar a los pueblos indígenas. Muchos símbolos y rituales católicos fueron reinterpretados o mezclados con creencias locales que dieron lugar a relatos que, aunque no forman parte de la doctrina oficial de la Iglesia, han calado profundamente en el imaginario vallenato.

Hasta la fecha son muchos los padres y abuelos que les cuentan a sus hijos y nietos la leyenda de la sirena como advertencia para que se bañen de manera obligatoria antes del mediodía y que se abstengan de bañarse en el río Guatapurí para no profanar el Jueves Santo. Este día se conmemora la Última Cena de Jesús con sus discípulos, la institución de la Eucaristía y el sacerdocio, y la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní.

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Mitos que modifican comportamientos 

Entre los más conocidos está el mito de que en Semana Santa aquellos que tienen sexo se pueden quedar pegados, pues se cree que durante este tiempo de reflexión tener intimidad es pecado y Dios lo castiga. Para esta creencia, en el viejo Valledupar se cuenta la historia de dos amantes que en la cópula se quedaron pegados por no guardar la abstinencia carnal.

Para aquellos que no “respetan los días santos” y continúan trabajando con normalidad también está la historia de las palabras sucias de un burro protestón contra un leñador que recargó sus lomos un día santo por las sabanas de La Manta, advirtiendo así que trabajar para estas fechas es del mal augurio.

Anteriormente, en la capital del Cesar la Semana Mayor era un tiempo de reposo obligado que el no hacerlo traía una consecuencia. Para estos días en Valledupar también habían prácticas tradicionales que le abrían las “buenas nuevas y prosperidad” a los hogares que las hacían. Actualmente continúan teniendo vigencia, algunas de ellas son  colocar los ramos bendecidos en las ventanas de las casas y puertas para alejar la brujería, maleficios, pestes, tormentas y rayos.

La gastronomía tampoco es una excepción, se cuenta que Bartolo Daza, un hombre poco creyente que no respetó la creencia de no comer carne roja en los días santos, las asaduras humeantes de su fogón se llevaron volando las catanejas de su cocina por no comer pescado. De acuerdo con la Biblia, el pescado era el principal alimento de los hombres en tiempos de Jesús. Debido a esto, se considera que no es bueno consumir carne roja, especialmente, el miércoles de ceniza y el Viernes Santo.

Mitos y leyenda en el XXI

Algunos jóvenes, incluso en la era digital, se abstienen de ciertas acciones durante la Semana Santa “por si acaso”, demostrando la fuerza simbólica que  estas leyendas aún tienen y su eco indiscutible en la cultura contemporánea, a tal grado  que la juventud también adquiera estas creencias. Algunos de estas son:

Salir después de las 3 de la tarde

La información religiosa afirma que alrededor de las 3 de la tarde murió Jesús, luego de ser crucificado, por lo que se dice que si alguien sale de su casa después de esta hora, podría despertar la ira del Salvador.

Vestirse de rojo

Se sabe que el color de la figura que se conoce popularmente como el diablo, enemigo natural de Jesús, es el rojo. Si alguien se viste de rojo, es posible que atraiga la presencia de este ser maligno.

Barrer y clavar puntillas

Si quieres barrer el viernes santo, es mejor no hacerlo, pues existe un mito en el que se habla que al hacerlo se está barriendo la cara de Jesucristo. Si ese día tiene que colgar un cuadro y vas a colocar puntillas, tampoco es recomendable, pues con unos clavos atormentaron a Cristo.

Evitar regañar a los niños

Algunos padres evitan reprender a sus hijos durante la Semana Santa bajo la premisa de que “la ira llama al diablo”. Aunque es importante fomentar la paciencia y la comprensión, no hay ninguna enseñanza que sugiera que disciplinar a los niños durante este período sea perjudicial.

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