El año pasado volvió a crecer el drama de los nacimientos en menores de 14 años en Colombia, que son un problema de salud pública por las implicaciones en términos de desarrollo que conlleva, y además, se configuran como abuso sexual, según el Código Penal.

En los registros del año pasado se encontraron 1.074 nacimientos en menores de 10 a 13 años, con un incremento del 15 por ciento frente al 2020, cuando se presentaron 906.

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Así lo reveló el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en los nuevos resultados de las Estadísticas Vitales con datos completos del 2021, que revelan el crecimiento de este problema de salud pública en el país.

De hecho, la proporción de nacimientos en menores de 10 a 14 años pasó de ser el 0,7 por ciento en el 2020 al 0,8 por ciento en el 2021. Esto es igual a decir que casi 1 de cada 100 nacimientos en Colombia se da en una menor de 14 años.

Al presentar estos resultados, el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, fue claro en decir que estos nacimientos fueron producto de abuso sexual por tratarse de mujeres menores de 14 años y, precisamente por eso, la relevancia de estas estadísticas.

El informe del Dane proporciona información sobre nacimientos y defunciones fetales y no fetales que permiten identificar los cambios ocurridos en los niveles y patrones de mortalidad y fecundidad en el país.

En ese sentido, las cifras parciales de este año ya muestran un nuevo aumento del 20 por ciento frente al 2021. En concreto, en enero de 2022 se registraron 89 nacimientos en menores de 14 años frente a 74 del mismo mes del 2021.

Llama la atención en los nacimientos en menores de 14 años registrados en el 2021 que 431 padres tenían más de 20 años frente a 390 en el 2020.

Así mismo, se evidenció que en 2021 las tasas de fecundidad más altas en niñas de 10 a 14 años se registraron en Guainía, Vichada, Caquetá, Putumayo y Guaviare con tasas superiores a 4 nacidos vivos por cada 1.000 mujeres.

Por otro lado, San Andrés, Bogotá y Cundinamarca reportaron las tasas específicas de fecundidad más bajas en las madres con edades entre los 10 a 14 años.

“El embarazo de niñas y adolescentes es un asunto de salud pública y de derechos humanos. Por consiguiente, es indispensable monitorear la situación de embarazo en niñas y adolescentes, con el fin de identificar cambios en el perfil epidemiológico del país, visibilizar el impacto de la pandemia por COVID-19 e identificar los territorios con las mayores brechas, afectación de determinantes sociales y características de acceso a los servicios”, ha expresado la Organización Panamericana de la Salud.

Las Estadísticas Vitales del Dane también mostraron que de 2015 a 2021 se observa una tendencia al alza en niños con bajo peso al nacer (aquellos con menos de 2.500 gramos en el recién nacido), pues la tasa pasó de 88,1 a 98,4 en ese periodo; lo que indica que el año pasado 98 de cada 1.000 bebés en el país nació con bajo peso.

Bogotá y Cundinamarca fueron los territorios del país con las tasas más altas de bajo peso al nacer con 149 y 127,9 por cada 1.000 nacidos vivos, respectivamente.

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Además, en el 2021 se observó un incremento generalizado en las tasas de bajo peso al nacer en todos los grupos de edad de la madre, respecto a 2020.

Vale la pena recordar que según el estudio poscensal Fecundidad en la Niñez y la Adolescencia 2021 del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el DANE, en Colombia las adolescentes que viven en zonas rurales suelen quedar en embarazo en una proporción de casi el doble frente a las que residen en zonas urbanas. Y esa brecha es cada vez mayor.

Las consecuencias

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la procreación prematura como un problema de salud pública tanto para las jóvenes como para los recién nacidos.

“En los países de ingresos bajos y medianos, los bebés de madres menores de 20 años se enfrentan a un riesgo un 50 por ciento superior de mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida que los de mujeres de 20 a 29 años. Cuanto más joven sea la madre, mayor el riesgo para el bebé. Además, los recién nacidos de madres adolescentes tienen una mayor probabilidad de registrar peso bajo al nacer, con el consiguiente riesgo de efectos a largo plazo”, explica la agencia sanitaria.

En cuanto a lo social y lo económico, el embarazo en la adolescencia puede tener repercusiones graves. “Muchas adolescentes que se quedan embarazadas se ven obligadas a dejar la escuela. Una adolescente con escasa o ninguna educación tiene menos aptitudes y oportunidades para encontrar un trabajo. Esto puede también tener un costo económico para el país, puesto que se pierden los ingresos anuales que una mujer joven hubiera ganado a lo largo de su vida de no haber tenido un embarazo precoz”, concluye la OMS.