En su habitual artículo de opinión en Revista Semana, Dávila prefiere enfocarse en las consecuencias que esa conversación, conocida el pasado miércoles, podría traer al embajador de Colombia en Washington, así como al gobierno del presidente Iván Duque, su gabinete y sus relaciones con sus vecinos (Juan Guaidó y Nicolás Maduro) y con Estados Unidos.

Respecto a ‘Pacho’, dice la columnista que “voces cercanas al mandatario [Duque] han querido llenarlo de razones para que no entregue la cabeza del embajador [Santos]”, en especial porque, según esas fuentes citadas, si Santos sale de su cargo, se perdería un funcionario “muy incómodo para el régimen de Maduro”.

Francisco Santos

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A propósito de Venezuela, Dávila también traslada su atención del fondo a la forma para preguntarse si ese país y algún aliado estarían involucrados en la grabación que develó la opinión negativa que tiene el diplomático de personajes como Carlos Holmes Trujillo y Guillermo Botero, y hasta de Estados Unidos, entre otros.

“¿Se trató de una operación de espionaje internacional contra los diplomáticos colombianos en Washington? O ¿los espías están infiltrados en la propia embajada?”, se pregunta la periodista, quien más adelante cuestiona: “¿Fue Venezuela ayudada por algún país aliado o pensarlo es una estupidez?”.

Pero sus dudas indagan, además, por los posibles intereses que podrían haber llevado a Estados Unidos o a “algún compañero incómodo con el embajador” a grabar la charla que también tiene en aprietos a la recién designada canciller Claudia Blum.

La columnista también se refiere al fondo de la famosa charla, pero le resta importancia al asegurar que “lo que se escucha en las grabaciones es casi todo cierto”, es decir, lo dicho por Santos y Blum frente a temas como la “criticada” gestión de Botero en el ministerio de Defensa, las “aspiraciones políticas” de Trujillo, el “fiasco” de la “ayuda humanitaria” a Venezuela, los cambios en el departamento de Estado de EE. UU. en la era Trump y “la crisis venezolana y sus graves repercusiones en Colombia”.

“Todos sabemos estas verdades, pero nos aterramos cuando se evidencia que muchos funcionarios las saben, las comentan y no las dicen todas en público”, manifiesta Dávila al respecto en el semanario.

En esa misma publicación, también en su columna de opinión, Salud Hernández-Mora coincide en que la conversación Santos-Blum no tuvo nada de “imprudente, oscuro o erróneo”.

“¿Qué dijo que no fuera cierto? ¿Que el excanciller no tenía estrategia? ¿Que está haciendo política? Él mismo anunció en una conferencia que quería ser presidente. En cuanto a Botero, bastante moderados fueron los comentarios para el desastre de su gestión. No entiendo por qué debían endulzar las opiniones respecto a ambos si la única intención era suplir sus carencias”, dice la periodista colombo-española.

Lo que realmente le sorprende a Hernández-Mora en este asunto es la “escasa importancia que dan a que alguien tenga acceso ilícito a lo que hablen un embajador o un ministro. En otro país sería gravísimo. […] Creo que no dimensionan las consecuencias del absoluto desprecio a la privacidad, avalar que cualquiera pueda irrumpir en nuestras vidas con total impunidad”, enfatiza la columnista.

Salud Hernández

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La periodista además aprovecha para preguntarse qué hubiera pasado si en el diálogo filtrado hubiera estado involucrado el expresidente Juan Manuel Santos.

“¿Se imaginan las tramas sucias, las componendas, las traiciones, las repartijas de cargos que escucharíamos si uno de los interlocutores en lugar de ese embajador [Francisco Santos], que es cero politiquero, fuese su primo [Juan Manuel Santos]?”, indaga  Hernández-Mora.