Por: LA VILLA DE CUNDINAMARCA

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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Abr 3, 2024 - 10:59 am
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María Magdalena Almanza tiene 77 años y desde hace más de 20 vive en el municipio de Susa, Cundinamarca, lugar en el que pudo cumplir el sueño de tener casa propia. Vive junto a su esposo Alberto, quien tiene 93añosEsta pareja de adultos mayores lograron cumplir el sueño de vivir en casa propia.

Magdalena contó que perdió la cuenta de las veces que le pidieron las casas donde pagó arriendo, situación que para ella fue siempre agotadora. “Para mí es una felicidad muy grande, porque tengo 77 años, y yo desde los 20 he tratando de tener una casa”, comentó.

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Aunque para lograr abrir la puerta de su nueva casa tuvo que superar varios obstáculos, hoy agradece a todas las personas que ayudaron a cumplirle su sueño, entre ellos al personero de Susa, Juan Manuel Garay, quien lideró la campaña y las gestiones ante la comunidad y diferentes entidades.

“Luego de pedirle varias veces ayuda al anterior alcalde y de no recibir apoyo me encontré con el personero que vio mi angustia y tristeza, le conté lo que pasaba y en su oficina me dijo -vamos a hacer la convocatoria-, nos tomamos la foto y ahí empezó todo”, narró la emocionada mujer.

Por su parte, el personero de Susa, explicó que fueron dos años de trabajo y gestión que permitieron cumplirle el sueño a Magdalena. “Ella vive sola con su esposo que tiene más de 90 años. Son personas muy queridas por la comunidad. Ella ha sido reina de los adultos mayores, es una persona muy activa y vive de vender sus pasteles, empanadas y churros”.

Y agregó: “La conocí desde la pandemia porque eran dos abuelitos que vivían solos, entonces yo los visitaba y ella me comentaba que su sueño era tener una casa; tuvo grandes quebrantos de salud y siempre con su ilusión de la casa. Nosotros hicimos un compromiso desde hace varios años y era apoyarla. Fue una aventura por parte de la personería”, manifestó Garay.

Magdalena vivió muchos años frustrada, pues en repetidas ocasiones intentó comprar su casa sin éxito. Ella es madre de tres hijos (hoy ya adultos y en otras ciudades) y cuenta que fue víctima de engaños en varias ocasiones, con lo que perdió dinero de ahorros, situaciones que la fueron alejando de lograr tener su casa propia. “Mi familia ya no creía en mí”, dice. Como pudo, y con la ayuda de sus hijos, logró comprar un lote en Susa para “algún día” construir. “Los años fueron pasando y cada vez lo veía más lejano”.

Como si fuese poco, el lote de Magdalena se encuentra ubicado en una zona de expansión del municipio de Susa y, de acuerdo con el Esquema de Ordenamiento Territorial vigente, no se permite construir con vigas, columnas, lo que se conocen como materiales tradicionales. Así lo explicó el personero, quien indicó que para superar este inconveniente decidieron buscar materiales amigables, térmicos y aislantes que les permitieran cumplir la norma a la vez de garantizarles unas condiciones dignas de vida.

“Ella contaba con el lote, pero no tenía ni los recursos, ni los planos, ni tampoco la ayuda para poder construir. Entonces nosotros empezamos a hacer gestión, a buscar quiénes nos ayudarían. Tocamos puertas de muchos amigos aquí en Susa que nos dijeron que nos iban a apoyar. Después fuimos a la Universidad Agraria de Colombia, y hablamos con sus estudiantes de ingeniería civil que quisieron hacerse participes”, narró el personero.

Y fue así como varios estudiantes de últimos semestres, asumieron como proyecto de grado la construcción de la casa de Magdalena. Los futuros ingenieros civiles donaron los planos y el maestro. “Los estudiantes nos apoyaron en una parte, porque lo demás doña Magdalena también aportó, la iglesia cristiana le ayudó, los electricistas nos regalaron la red eléctrica, otros maestros nos regalaron trabajo, entonces vimos como mucha gente se vinculó a la idea de que Doña Magdalena y Don Alberto tuvieran una casa propia”.

Tanto fue la movida alrededor de este sueño que el proyecto fue bautizado como la ‘Casa del amor’ porque “reflejó el amor de muchas personas que se unieron a la campaña de la personería”.

“Nosotros publicamos el paso a paso: cuando tuvimos la plancha, cuando levantamos paredes, cuando entechamos y eso generó que mucha gente se uniera. Sería desagradecido decir que este fue un trabajo único de la personería, porque muchas personas nos apoyaron”, dijo Garay.

Tras dos años de gestión, de superar obstáculos y de años de espera, doña Magdalena y su esposo finalmente viven bajo un techo propio. “Nuestro objetivo era verlos felices, que ya no los saquen de ningún lado”, culminó el personero.

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La casa cuenta con una base en ladrillo y su estructura está construida con guadua artesanal y pañete, las tejas son arquitectónicas. El espacio está distribuido en una sala, dos habitaciones, la cocina y tiene posibilidad de ampliar hacía atrás. Tiene acueducto, alcantarillado e internet.

“Estoy feliz, me siento agradecida con Dios, con el personero y con cada una de las personas que me ayudaron en este sueño”, culminó Magdalena con una sonrisa.

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