Una semana después de la muerte de Floyd, un hombre negro de 46 años que fue asfixiado por un policía blanco que lo inmovilizaba en Minneapolis, las protestas se extendieron de costa a costa y las manifestaciones en su mayoría pacíficas derivaron la noche del domingo en disturbios generalizados.

En la capital, Washington, hubo destrozos, fuegos encendidos por los manifestantes, banderas estadounidenses en llamas y muros pintados con consignas contra la policía en las inmediaciones de la Casa Blanca, que quedó a oscuras obligando al mandatario a ser alojado en el búnker.

“Lo que pasó en la ciudad anoche es una deshonra absoluta”, dijo Trump en una discurso pronunciado este lunes en la Casa Blanca al mismo tiempo que la policía dispersaba una protesta a metros del edificio.

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Trump anunció el despliegue militares en la capital para detener “los disturbios, los saqueos, el vandalismo, los ataques y la destrucción gratuita de la propiedad”:

“Estoy enviando miles y miles de soldados fuertemente armados”, aseguró y amenazó al resto de ciudades que si no toman decisiones para frenar las protestas va a desplegar al ejército estadounidense para “arreglar rápidamente el problema”.

Poco después de que la policía despejó a los manifestantes apostados fuera de la iglesia de Saint John, un histórico edificio cerca de la Casa Blanca dañado el domingo al margen de la protesta, Trump llegó al lugar y fue fotografiado con una Biblia en la mano. El candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, acusó a Trump de “usar” al ejército “contra los estadounidenses” y lo criticó por ello: “Lanzó gases lacrimógenos a manifestantes pacíficos y disparó balas de goma. Para una foto”, tuiteó.

También la alcaldesa demócrata de Washington, Muriel Bowser, denunció una dispersión “vergonzosa” que, según el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, solo sirvió para ofrecer al presidente “una sesión de fotos”.

Este lunes, Bowser adelantó en cuatro horas el toque de queda que, pasada la hora de inicio, resultó en el arresto de decenas de manifestantes por violar la medida. En Nueva York, una periodista de AFP constató que tiendas de la célebre 5ª Avenida fueron saqueadas pese a la restricción.

En muchas protestas, los manifestantes se pusieron de rodillas, en un gesto popularizado por deportistas para denunciar la violencia policial que sufren los negros en Estados Unidos. Varios videos mostraban a policías en Santa Cruz, California, Nueva Jersey y Michigan haciendo el mismo gesto junto a los manifestantes.

Pero en otra docena de ciudades la tónica fue el despliegue de unidades antidisturbios y de efectivos de la Guardia Nacional. Esta respuesta estuvo acompañada del uso de vehículos blindados para transportar a las tropas, así como gases lacrimógenos y balas de goma.

Estas protestas se producen en un momento en que más de 100.000 personas han muerto en Estados Unidos por el nuevo coronavirus, y en que las medidas para mitigarlo han dado un fuerte golpe a la economía. La epidemia ha tenido un impacto devastador en la comunidad negra y algunos estudios muestran que esta población sufre una mortalidad hasta tres veces mayor que la de los blancos.