Cada vez es más común ver entre las noticias algún lanzamiento de cohetes. De hecho, en noviembre de 2022, gran parte de la audiencia del mundo estuvo atenta al lanzamiento de la nave espacial Orión, que hace parte de la misión Artemis, con la que la Nasa pretende conquistar de nuevo la Luna.

Además de usarse estos lanzamientos para investigaciones, varias empresas han hecho uso de estos cohetes para promocionar viajes al espacio. Sin embargo, es muy poco lo que se conoce de efecto que estos artefactos tienen sobre la Tierra, el medio ambiente y especialmente, en la capa de ozono.

Ahora, un reciente estudio publicado en el Journal Of The Royal Society Of New Zealand mostró cuál es el impacto real que tienen estos cohetes en la capa de ozono. De acuerdo con los investigadores, “los cohetes emiten gases y partículas directamente a la atmósfera media y superior, donde reside la capa protectora de ozono” y, análisis anteriores, han conseguido demostrar que estas emisiones sí dañan la capa.

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Los investigadores cuentan que un cohete, para un correcto lanzamiento, requiere de combustible para la propulsión, que pone gases y partículas en la estratosfera. Esto, advierten los investigadores, es una forma única de contaminación antropogénica.

“Hay estimaciones que sitúan alrededor de dos tercios de las emisiones de un lanzamiento a alturas superiores a los 15 kilómetros de la superficie de la Tierra, que es efectivamente el comienzo de la capa de ozono”, dice el documento.

A pesar de que está a una altura bastante grande, los investigadores advierten que el escape de pequeñas cantidades de los combustibles o los gases pueden tener efectos dañinos en la atmósfera. ¿La razón? Según dicen pueden tener una vida útil mayor. “Incluso en el reingreso se ve cantidades potencialmente significativas de gases de óxido de nitrógeno que se filtran a la atmósfera”, añaden.

De acuerdo con los expertos, “los gases y las partículas emitidas por los cohetes a medida que atraviesan la estratosfera contribuyen al cambio climático y al agotamiento del ozono. Las emisiones de gases de efecto invernadero de los lanzamientos de cohetes actuales son insignificantes en comparación con las emisiones de todas las demás actividades humanas, pero podrían crecer hasta igualar el tamaño de la industria de la aviación en las próximas décadas”.

Una de las soluciones que proponen los investigadores es discutir mejores prácticas para la industria. “Si los lanzamientos futuros se realizan con “experimentos cuidadosos y monitoreo constante, podemos comprender mejor su efecto climático”, concluyen.