Un mal creciente aqueja a los adultos mayores de Colombia: el aumento constante y abrupto en los precios de medicina voluntaria (o prepagada). Entre más envejecen los colombianos, más caro les cobran, y más desamparados quedan pues, en no pocos casos, ya no pueden pagar más.

Ese es el caso de Leonor de Silva, entrevistada por Semana, una pensionada que ya lleva 25 años luchando contra un cáncer. La enfermedad le fue tratada mediante la póliza de salud que tenía desde mucho antes.

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Dicha póliza fue adquirida con una adición contra el cáncer, lo que le brindó a De Silva un respaldo más sólido.

Lo que no se esperaba la mujer es que su corredor de seguros la llamara un día para decirle que la póliza no sería renovada dado que a la empresa no le convenía tener pacientes enfermos con cáncer.

La mujer se quedó entonces sin posibilidad de acceso a ningún programa de medicina prepagada y, para rematar, en la EPS no la dejaron ingresar a ningún plan complementario por el solo hecho de tener más de 70 años.

Medicina prepagada, sube y sube de precio

Otro a quien los costos en salud se le están saliendo de su presupuesto es al exministro Rudolf Hommes, quien en su cuenta de Twitter se pronunció contra el incremento anual de precios para medicina prepagada.

Dijo, además, que a los contribuyentes con algún ingreso diferente a su pensión les cobran por derecha un aporte para salud.

Gustavo Morales, presidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi), le dijo a Semana que efectivamente los precios de medicina prepagada se hacen más grandes en proporción con la edad del paciente. 

Sin embargo, afirmó que existe la posibilidad de establecer otros mecanismos menos lacerantes con el bolsillo de los colombianos, lo cual depende exclusivamente de la aprobación de la Superintendencia de Salud, proceso que puede tardar hasta cuatro años. 

En reciente columna de Jairo Fierro Garzón, publicada por La República, se argumenta que las compañías que ofrecen programas voluntarios de salud han llegado a aumentar hasta un 300 % sus tarifas base, lo que resulta “inhumano”, y más en plena pandemia.

“Mientras aumenta la edad, aumenta desmedidamente el pago, lo cual carece de lógica, pues muchas de estas personas pagaron durante muchos años y ahora que más necesitan del servicio son obligados a aceptar tarifas que superan el doble o triple de lo que venían pagando o en su defecto finalizar su contrato mediante el retiro”, expone.

Y, en análisis de los cambios en las dinámicas de tarifas, el columnista escribe que “pareciere que la misión de estas compañías para con nuestros adultos es retirarlos a toda costa de la prestación de los servicios, pues al sustraerse de sus obligaciones menor es el riesgo y más las utilidades generadas durante el tiempo que se pagó y no se utilizó el servicio”.

A la fecha la Superintendencia de Salud no se ha pronunciado sobre la demora en la evaluación y aprobación de alternativas que eviten el encarecimiento de las tarifas de medicina prepagada.