Las declaraciones las entregaron a la Liga Contra el Silencio, una alianza de periodistas y medios de comunicación, y la investigación reveló “chantajes, explotación y malos manejos en las concentraciones”.

Según los testimonios de las jugadoras, con el éxito deportivo de la Selección Femenina de Fútbol en los torneos internacionales también llegó la atención de medios y directivos, y con ella los problemas.

Cuando Taborda asumió la dirección del equipo en 2012 para ir al Mundial Sub-17 en Azerbayán, empezaron a aparecer la “concentraciones paralelas”, pues para estar en ese equipo había que pagarle al técnico, cuenta una jugadora. Y agrega:

“Él habló conmigo y me dijo que si yo quería estar en las concentraciones previas tenía que pagar 600 mil pesos. Le dije que si me quería dar la oportunidad, que me convocara, pero yo no tenía por qué pagar. Ahí mi relación con él se quebró totalmente”.

Para ese Mundial, además, las mujeres debían pagar entre 40 y 60 mil pesos por los uniformes, pese a que era su “ropa de trabajo, y por simple cortesía”, señala otra deportista.

“El esquema consistía en convocar a seis u ocho jugadoras extra, que no formaban parte de la lista oficial, ni de la lista de reserva a la que tienen derecho los equipos”, cuenta el grupo de investigación.

A ellas las hacían viajar “sin seguros y sin la venia de la Federación”, se hacían cargo de su manutención y por eso se hospedaban en hoteles diferentes a los que usaba la selección oficial.

Además, pese a que entregaban el dinero, que oscilaba entre los tres y los diez millones de pesos,  terminaban durmiendo “en colchonetas y en colegios”, y no se sabe qué pasaba con el dinero. Todo el equipo se enteró y, naturalmente, generó malestar en el camerino y todo terminó en una baja de los resultados deportivos.

Pero las cosas empeoraron cuando la Selección participó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016: allí antes de uno de los juegos “una de las veteranas del equipo alzó su mano durante la charla técnica y frente a todo el cuerpo técnico y el delegado de la Federación dijo que sencillamente “no podía vivir en esa situación más, que se no sentía cómoda con un técnico que vivía de hacer y pagar favores”.

Por otro lado, otra jugadora afirmó que Taborda solo iba a los entrenamientos cuando había presencia de medios, pero no estaba en el hotel, las reuniones o las comidas con el grupo. Precisamente, sobre los medios, el grupo de investigación afirma:

“Las luchas entre los canales privados por conservar los derechos de transmisión de los partidos ha generado cierta cercanía entre los medios y los responsables del fútbol colombiano, limitando la capacidad de los reporteros para trabajar con independencia”.

En otro de los testimonios, una jugadora dice que por gratitud quiso regalarle una botella de licor a Taborda y la reacción de él fue pedir mucho más y le contestó con “una expresión que repetía mucho”:

“Yo lo que quiero es un ‘botincito’”.

La deportista recordó que le dejó claro que no le daría plata y menos por un puesto para la Selección: “Como si yo dudara de mis capacidades. Ahí es cuando él me desconvoca”.

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Pero la Federación también tiene responsabilidad en muchos problemas pues no tenían establecido un plan deportivo y “cada vez que acaba una etapa deja al equipo huérfano de entrenador como mínimo un año, como sucede hoy en día”, pues Nelson Abadía fue despedido desde junio pasado.

Además, muchas jugadoras se acercaron a denunciar pero tampoco les prestaron atención, o se sorprendieron: “Dijeron que eran cosas imposibles de controlar y nadie asumió responsabilidades”.

A Taborda, que actualmente aspira al Concejo Municipal de Palmira en el Valle del Cauca, luego de ser separado de la selección femenina, lo defiende uno de sus antiguos asistentes  dice que el técnico nunca estaba con “gente que no estuviera convocada en las listas oficiales”.

La Liga Contra el Silencio contactó a Taborda y él también negó las denuncias: “Eso no pasó nunca. A veces se jugaban partidos contra equipos que uno conocía. O me pedían el favor en Bogotá, y realizábamos partidos amistosos y teníamos la oportunidad de observar algunas jugadoras”.

Mientras todos estos problemas se viven, Colombia está pensando organizar el Mundial de fútbol Femenino de 2023, según le propuso el presidente Iván Duque directamente a Gianni Infantino, presidente de la FIFA.