La vigente bicampeona Chile y la peligrosa Uruguay estarán en otro grupo, mientras que la anfitriona Brasil –con la suerte de cara– marcarán el arranque de la Copa América-2019, con la que el continente tratará de sacarse el gusto amargo del Mundial de Rusia.
Con Messi aún en duda y una sequía de títulos absolutos que dura ya 26 años, la fortuna de la albiceleste no mejoró en el sorteo celebrado este jueves en la Cidade das Artes de Rio, que le encuadró en el grupo B junto a la Colombia de James Rodríguez, la nueva Paraguay de Juan Carlos Osorio y la invitada Catar, que está en cuartos final de la Copa de Asia.
Más fortuna tuvo la Canarinha, que compartirá el Grupo A con las asequibles Bolivia, Venezuela y Perú, mientras que la dominadora histórica del torneo Uruguay (con 15 títulos) se medirá a la regente Chile, Ecuador y Japón, en el Grupo C.
Tres décadas después de la última vez, la Copa América volverá a rodar en Brasil el 14 de junio cuando la anfitriona se mida a Bolivia en el partido inaugural, que se disputará en el estadio Morumbi de Sao Paulo.
De nuevo como organizadora, la ‘Canarinha’ comenzará entonces su batalla contra el fantasma del Mundial-2014 con todo un país mirando y sin margen de error. Aún resentida por la decepción de Rusia -adonde llegó como favorita, pero se fue en cuartos-, todo lo que no sea levantar el trofeo el 7 de julio en el Maracaná será muy difícil de digerir para la orgullosa pentacampeona del mundo.
La Seleçao continuará su recorrido en Salvador, donde se medirá a Venezuela, y acabará la fase de grupos de vuelta a Sao Paulo frente a Perú.
Más pesado se antoja el trayecto de Argentina, asfixiada por un bloqueo que se remonta a la Copa América-1993, y que pondrá a prueba el poder regenerador de Lionel Scaloni en el banco -y de César Menotti en los despachos- ante los temibles cafeteros el 15 de junio en Salvador, en el primer gran duelo de la 46ª edición del torneo de selecciones más antiguo del mundo.
Pero la fase de grupos promete también un final en alto cuando Uruguay y Chile pongan 17 trofeos en campo y decidan su suerte antes de los cuartos, el 24 de junio con el mítico Maracaná como testigo.
Genio
Último brasileño en levantar una Copa del Mundo en 2002, Cafú fue el encargado de presentar el sorteo que trae de vuelta un gran evento a Brasil después del ciclo histórico del Mundial-2014 y los Juegos de Rio-2016.
Muchas cosas han cambiado desde entonces en este país continental al que los excesos acabaron hundiendo en una de las peores recesiones de su historia y que ha reducido las exuberantes doce sedes que tuvo en el Mundial -muchas convertidas en elefantes blancos- a las austeras cinco de ahora.
Los 26 partidos de la quinta Copa América que acogerá Brasil se disputarán en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Salvador, Belo Horizonte y Porto Alegre.
Patria del jogo bonito, este país lleva en la piel fútbol y música, y con ellos citó al continente a la fiesta que prepara en junio y julio.
Pasiones que hicieron que un chico de Porto Alegre de apenas 19 años y enorme sonrisa llamara la atención del mundo en la Copa América de 1999, con su golazo ante Venezuela. Se llamaba Ronaldinho Gaucho y este jueves estuvo en Río.
Esta vez no tocó los tambores como en la clausura del Mundial-2018, pero presentó el balón del torneo, cuya Copa trajo el bicampeón chileno Jean Beausejour.
Cuentas pendientes
Con los caminos trazados, ahora las diez selecciones de la Conmebol, más las dos invitadas, comienzan su preparación para una cita a la que Sudamérica -fuera en Rusia de las semifinales por quinta vez en la historia- llega con muchas cuentas pendientes.
Ese será el caso de la Uruguay de Luis Suárez y Edinson Cavani -dispuestos a vengar su dolorosa caída en cuartos ante Francia- en un torneo que es patrimonio charrúa, con 15 títulos, o la bipolar Chile.
Después de que su generación dorada hiciera historia dos años seguidos, ‘La Roja’ vivió el anticlímax en 2017 al quedarse fuera del Mundial, y buscará venganza, dirigida ahora por el colombiano Reinaldo Rueda.
En plena mutación llegará también Colombia, todavía sin técnico fijo tras la salida de José Pekerman, Ecuador o el Paraguay de Osorio; mientras Perú se encomienda a su venerado Ricardo Gareca para tratar revivir la ilusión que le llevó de vuelta a un Mundial 36 años después.
Más complicada parece la aventura de las flojas Bolivia y Venezuela, o de Japón y Catar, pero si algo dejó claro el enloquecido Mundial de Rusia, es que el igualado fútbol global ya no espera por nadie.
La suerte está echada.
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