Dormir mal no solo daña el día: también espanta a sus amigos sin que se dé cuenta
Tú navegador no es compatible para reproducir este audio
El neurocientífico Matthew Walker detalló cómo la falta de descanso daña los vínculos sociales, la empatía y hasta nuestra disposición a ayudar a otros.
Dormir mal no solo afecta el cuerpo: también puede romper los vínculos sociales. Así lo explicó el neurocientífico Matthew Walker en el pódcast Ground Truths, conducido por el cardiólogo Eric Topol. Walker, fundador del Centro para la Ciencia del Sueño Humano de la Universidad de California en Berkeley, ha investigado durante más de 20 años cómo el descanso impacta la salud física, mental y emocional.
(Vea también: Qué se ve al morir, según mujer que falleció por 2 minutos y reveló su caso: “No me daba miedo”)
Una de las líneas más recientes de su trabajo muestra que la privación de sueño vuelve a las personas “más asociales”. Según dijo Walker, ese proceso humano se ha estudiado desde lo biológico, pero pocas veces se piensa en cómo incide en la manera en que se interactúa con otros.
Walker mencionó estudios liderados por la científica Eti Ben Simon que indican que una persona con falta de sueño tiende a alejarse de los demás. Más sorprendente aún es que quienes la rodean también se sienten más solos, aunque no sepan que ha dormido mal. Este “contagio de soledad”, explicó, puede extenderse sin que nadie lo perciba.
El experto sostuvo que no dormir bien también disminuye la empatía y el deseo de ayudar. Según dijo en la entrevista, la cooperación y la solidaridad son pilares de la evolución humana. Pero cuando se interrumpe, esa capacidad se reduce, tanto a nivel individual como colectivo.
Como ejemplo, Walker habló sobre el cambio al horario de verano en Estados Unidos, que hace perder una hora de sueño a millones de personas. En los días siguientes, las donaciones en el país disminuyen notablemente. Esa tendencia, documentada por Ben Simon, muestra cómo un cambio mínimo en el descanso puede modificar el comportamiento colectivo.
El vínculo entre sueño y conducta social también tiene una base neurológica. Según explicó Walker, el cerebro activa durante ese proceso profundo un sistema de limpieza de toxinas llamado sistema glinfático. Sin las condiciones adecuadas —ondas cerebrales lentas, estabilidad cardíaca y respiratoria— este sistema no funciona bien. Walker lo describió como una “salvación sanitaria” frente al desgaste del estado de vigilia.
El especialista insistió en que el sueño no debe entenderse por separado del resto del cuerpo. La eficiencia de ese proceso —es decir, cuánto se duerme realmente del tiempo que se pasa en la cama— predice variables como riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades mentales. Dormir ocho horas sin continuidad ni calidad no garantiza descanso.
También alertó sobre la ortosomnia: la obsesión con dormir perfecto, promovida por apps y relojes inteligentes. Para Walker, lo más importante es cómo se siente la persona al despertar, no lo que diga un monitor.
Dormir bien no es solo una necesidad individual: es una forma de cuidar las relaciones, la empatía y el bienestar colectivo, afirmó Walker en sus declaraciones.
Cuántas horas debe dormir una persona a diario
Según la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos (National Sleep Foundation), la cantidad ideal varía según la edad, pero en adultos de entre 18 y 64 años se recomiendan entre 7 y 9 horas por noche. Dormir menos de 6 horas de forma constante puede afectar funciones cognitivas, el estado de ánimo y aumentar el riesgo de enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y depresión.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el descanso nocturno no solo debe medirse en cantidad, sino también en calidad y regularidad. Dormir en horarios consistentes, sin interrupciones frecuentes y con fases completas de sueño profundo, es esencial para que el cuerpo y el cerebro se reparen adecuadamente.
Temas Relacionados:
Recomendados en Vivir Bien
Te puede interesar
Sigue leyendo