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Para la osteópata Sherri Tenpenny, Dios está del lado de quienes rechazan las vacunas. Ganar dinero, dicen sus críticos en EE.UU., es su mayor vocación.
Desde una membresía premium anual a un pódcast de 240 dólares hasta seminarios web de 165 dólares sobre por qué las personas “no deberían vacunarse” y suplementos de salud, así como conferencias con cobro de ingreso, Tenpenny dirige un emprendimiento sustentado en un activismo basado en la negación del coronavirus, el rechazo a los inmunizantes y el desdén por los tapabocas y los testeos.
Una investigación de la AFP reveló que esta viuda de 63 años desarrolló un negocio en torno al escepticismo por el coronavirus al tiempo que debe al fisco estadounidense al menos medio millón de dólares.
A principios de año, fue nombrada como una de las peores propagadoras de falsedades, mitos y declaraciones engañosas sobre las vacunas. El grupo contra el odio digital Center for Countering Digital Hate (CCDH) apodó “Docena de la desinformación” a la organización de Tenpenny.
Un estudio la ubicó entre los mayores especuladores antivacunas de Estados Unidos.
Pero en comentarios a la AFP, Tenpenny defendió sus puntos de vista, afirmando que no está diseminando desinformación y que simplemente se está “ganando la vida”.
Su negocio se alimenta de las redes sociales y la desconfianza en los funcionarios de salud pública, dos factores responsables de que más del 25 % de los adultos estadounidenses elegibles para vacunarse se nieguen a hacerlo.
Mientras que la administración del presidente Joe Biden les ruega a los escépticos que se vacunen, Tenpenny califica al COVID-19 como una crisis fabricada y una forma de control gubernamental.
En un discurso ante legisladores de Ohio en junio, mostró imágenes en línea de personas supuestamente “magnetizadas” tras vacunarse contra el coronavirus.
“Se ponen una llave en la frente y se pega. Pueden ponerse cucharas y tenedores en todo el cuerpo y se pegan”, dijo en declaraciones que fueron rápidamente desacreditadasm, pero que resonaron en todo el país.
YouTube eliminó esas filmaciones de Tenpenny por considerar que transgredían las normas de la plataforma sobre información dañina. Muchos otros videos de Tenpenny fueron verificados y resultaron falsos o engañosos y numerosas cuentas de redes sociales fueron suspendidas o canceladas.
Pero gran parte de su prolífica producción sigue siendo accesible, lo que ilustra el problema de eliminar el contenido peligroso de la web, algo que las grandes tecnológicas aún deben resolver.
Rachelle Eaton, quien vive a media hora en auto de Tenpenny en el área de Cleveland, se horrorizó con lo que le dijo ante los legisladores. “Nadie quiere esta vida”, señaló Eaton, que padece problemas cardiacos y pulmonares, debe inhalar oxígeno a menudo, y es incapaz de recordar cosas sencillas debido al COVID-19.
“Esta doctora sacó a mucha gente por esta madriguera de información errónea”, dice esta mujer de 52 años que padece el llamado “covid largo” tras contraer la enfermedad a pesar de haber hecho lo “todo lo correcto”, como usar mascarilla y salir de casa solo para trabajar.
(También puede leer: “Sí al dióxido de cloro”: peligroso mensaje de antivacunas que protestaron en Bogotá)
Eaton, que dejó su trabajo de contadora debido a la enfermedad, se distanció de vecinos y compañeros de trabajo que no se tomaron en serio la pandemia. Vio a gente de su comunidad sucumbir a la “locura” de las ideas de Tenpenny sobre las vacunas.
“Ella es peligrosa y lo que la hace tan peligrosa es que creo que su audiencia son esas madres jóvenes que solo quieren hacer lo que es mejor para sus hijos”, dijo sobre Tenpenny.
Para sustentar que las vacunas anticovid matan gente, Tenpenny cita datos del Sistema de Información de Eventos Adversos de Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés), un banco de datos del gobierno federal.
Pero el VAERS no es más que una recopilación de informes no verificados de efectos secundarios de las vacunas, que no prueban causalidad. La AFP ha verificado repetidamente afirmaciones erróneas sobre el sistema.
Después de ver el testimonio de Tenpenny ante los legisladores, Eaton se preguntó, perpleja, “por qué la junta [médica] no le quitó su licencia en el momento”.
Un grupo que representa a los reguladores médicos advirtió en julio que aquellos profesionales que difunden información inexacta sobre la vacuna contra el COVID-19 se exponen a medidas disciplinarias, incluida la suspensión o revocación de sus licencias. Hasta ahora, Tenpenny no ha enfrentado esa sanción.
Aunque no está formada en epidemiología, el estatus médico de Tenpenny —su graduación como osteópata en 1984 fue confirmada— le otorga credibilidad ante sus seguidores.
Pero sus críticos la describen como una charlatana cuyo negocio en línea contribuye a la pérdida innecesaria de vidas al socavar la confianza en las vacunas, especialmente las dosis anticovid que ella considera “mortales”.
Tenpenny vendió un “taller” de una semana sobre vacunas por varios cientos de dólares en el otoño boreal de 2020 y luego otro a principios de este año. Más recientemente, el 5 de agosto, promovió una “Cruzada por la Libertad” en California a 57 dólares la entrada.
Dos empresas —Choonadi LLC y Requeza LLC— registradas en Ohio en 2015 y 2018, respectivamente, comercializan los productos de Tenpenny.
La osteópata, que pasó años batallando en los tribunales contra la agencia impositiva de Estados Unidos (IRS), se negó a comentar si existe una conexión entre sus actividades comerciales y sus deudas fiscales.
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