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A sabiendas de que su propuesta –al menos en la arena política– luce inviable y marchita, y que se cuentan con los dedos aquellos que estarían dispuestos a aventurarse en un atolladero constitucional, el presidente Gustavo Petro ha logrado en la última semana lo impensable: poner a hablar al país de los pro y los contra de reformar la Constitución del 91.
De lado quedaron las discusiones alrededor de sus cuestionadas reformas, los escándalos de corrupción que sacuden los cimientos de su gobierno o su impopularidad creciente.
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El mandatario no ha perdido tarima para detallar e insistir en el vaniloquio de su Asamblea Nacional Constituyente. Y si bien son cada vez más quienes ponen en duda que ese sea el camino para salvar sus reformas –ya su propio ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, admitió que en el Congreso aún hay margen para hacer un acuerdo político nacional–, el Presidente no da su brazo a torcer.
Globo o no, campaña anticipada o no, lo cierto es que en medio del toma y dame constitucional han sobresalido las voces de muchos sectores que insisten en que, además de riesgosa, la reforma de la Carta Magna puede terminar en un verdadero descalabro para los intereses del petrismo.
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Entre esas voces se cuentan nada menos que quienes gobernaron y se sujetaron a las reglas de juego de la Constitución del 91: los expresidentes de la República.
Sin dejar de lado los matices políticos e ideológicos que caracterizan a cada gobernante, la respuesta a meterle mano a la Constitución como plantea Petro es una sola entre los exmandatarios: No.
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“Me preocupa que con esta constituyente pueda llegar a suceder lo que pasó en Chile. Después de aprobar una Constitución progresista, en la que estaban representados todos los sectores sociales, la derecha utilizó unas elecciones en las cuales se sometió a refrendación esta misma Constitución para desconocerla y posteriormente regresar a la constitución de Pinochet, es decir, que se quedaron en el peor de los mundos”, explica en diálogo con EL COLOMBIANO el expresidente Ernesto Samper.
Aunque el exmandatario –quien dirigió los destinos de la Nación entre 1994 y 1998, pasados apenas tres años de la promulgación de la actual Carta Magna– es cercano políticamente a Petro y, de hecho, reclama que el Congreso está saboteando las reformas del Jefe de Estado, coincide en que una Asamblea Nacional Constituyente podría terminar en un salto al vacío.
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Eso sí, al comprarle el discurso a Petro, Samper aboga por comenzar a trabajar “en un consenso sobre modificaciones constitucionales que, inclusive, se podrían aprobar por parte del Congreso sin necesidad de llegar a una Constituyente, que sería mucho más costosa y demorada”.
Desde otra orilla política distinta, el también expresidente Andrés Pastrana, quien presidió el país entre 1998 y 2022, aseguró que, más allá de una consulta alrededor de reformar la Constitución del 91, el proceso convocado por Gustavo Petro bien podría ser una suerte de plebiscito para decidir la continuidad de “su pésimo gobierno”.
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“Si Gustavo Petro quiere consultar al pueblo como antesala de una Constituyente, la consulta debe ser sobre la continuidad de su ¡pésimo gobierno!”, aseguró el exmandatario a través de su cuenta en X (antes Twitter).
Otra fue la lectura del expresidente Iván Duque, quien aseguró que, más allá de querer sacar sus reformas adelante y realizar ajustes constitucionales, lo que busca Petro al plantear una Asamblea Constituyente es la forma de “prolongar el periodo presidencial y perpetuarse”.
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Según el exmandatario, quien permaneció en el Palacio de Nariño entre 2018 y 2022, Petro esquiva los caminos que plantea la propia Constitución para su reforma “porque no tienen ni las mayorías ni el tiempo”. En ese sentido, reclamó que apela a “piruetas” y mecanismos extraordinarios para dividir y confrontar al país. “Este plan contempla crear una crisis para legitimar un ‘Estado de Conmoción Interior’ que permita habilitar los mecanismos autoritarios”.
En el mismo sentido se pronunció el expresidente Álvaro Uribe, quien estuvo en el poder entre 2002 y 2010, y quien ha sido uno de los mayores detractores del Jefe Estado. Para el mandamás del Centro Democrático, el ánimo constituyente no es más que una confusión entre las soluciones sociales y económicas que requiere el país, con cambios constitucionales que implican “innecesarios riesgos a la democracia”.
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Inclusive, en medio del debate se pronunció el expresidente Juan Manuel Santos, quien llegó a coincidir con Uribe y Duque en que, más allá de una reforma constitucional, lo que demanda el país es “voluntad política” para salir del atolladero. Eso sí, no dejó de lado su mentado discurso alrededor del Acuerdo de Paz con las extintas Farc.
“No necesitamos una nueva constituyente para implementar el proceso de paz, no necesitamos ninguna ley nueva. Necesitamos voluntad política, porque ahí está todo. Está la Constitución y están las leyes y que el proceso siga su curso y la implementación se termine porque es una condición necesaria para poder construir lo que hoy se llama la paz total”, señaló el exmandatario.
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Que los expresidentes de Colombia, tan diametralmente opuestos y diferentes, al fin coincidan en un mismo planteamiento es un síntoma de que la constituyente en los términos que plantea Gustavo Petro sigue siendo un camino empantanado. Sin embargo, el Jefe de Estado sigue de oídos sordos y no escatima oportunidad para insistir en que la constituyente busca “corregir los errores” del sistema actual y para darle desarrollo a puntos de la Carta Magna que siguen en veremos.
“La soberanía del pueblo solo se expresa como constituyente, no se expresa de otra manera. Lo demás son reuniones, son charlas, son conferencias, son foros, pero el pueblo constituyente es el que decide y los gobiernos obedecen (…) no nos vamos por las armas, a ver qué pasa. Nos vamos por el poder constituyente para ser libres”, declaró Petro el viernes ante una muchedumbre en Mompox, donde una vez más puso a prueba su músculo de masas.
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El coro ya está encendido y este nuevo pulso, entre aquellos que sí le apuestan a la Constitución y los que se oponen férreamente, es desde ya otro escenario de lucha y pugnacidad que sigue subiendo el caldeado ambiente político. Dejando a un lado sus diferencias ideológicas con los exmandatarios, Petro podría apostar a una fórmula que ya le surtió efecto en el pasado: escuchar, y de esa manera atender las voces de quienes también padecieron afugias y frustraciones a la hora de manejar el país.
Organizaciones como Dejusticia ya advirtieron que el llamado de Petro a una constituyente es “inviable, inoportuno y riesgoso”. Para el centro de estudios jurídicos y sociales, además del desafío de conjugar “condiciones muy específicas de tiempo y mayorías que no es sencillo armonizar”, el Jefe de Estado está pasando por alto que la mayoría de transformaciones y reformas que busca “son posibles en el marco de la Constitución de 1991, pues no son incompatibles”.
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En este contexto, sobresale una estrategia de la que habló el propio ministro del Interior ante el Congreso y que Petro podría por fin materializar para enderezar el rumbo: su mentado acuerdo nacional. “El Gobierno debería enfocar sus esfuerzos en impulsar y concretar los cambios que puedan ser implementados por la vía ejecutiva, y en lograr el mayor acuerdo nacional posible para aprobar las reformas que requieren leyes, como la pensional. Por otro lado, tendrá que aceptar el aplazamiento de aquellas que no tienen los apoyos suficientes y que dividen aún más”, concluyó Dejusticia.
“Aumentaría la polarización”
Para el expresidente Ernesto Samper, una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente en los términos de las actuales circunstancias únicamente “concentraría los esfuerzos de los extremos”, lo que conduciría a la polarización y provocaría que desaparezcan “las opciones que podríamos llamar de centro. Esto no le convendría a la democracia”.
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Por ello, el exmandatario insiste en que el mejor camino es un acuerdo de fuerzas políticas en el Congreso para tramitar las reformas y lograr las modificaciones que eventualmente demanda la Constitución de 1991.
Al negar que detrás del ánimo constituyente haya algún tipo de intención de Petro por perpetuarse en el poder y buscar la reelección, Samper le aseguró a este diario que, en todo caso, una constituyente podría terminar siendo un “salto al vacío” en tanto la propia Corte Constitucional “ha señalado que al constituyente primario no se le pueden poner límites en cuanto al temario” de lo que sería la nueva Carta Magna.
Por todo esto, instó a llegar a acuerdos desde el consenso y el diálogo, en lugar de apostar a reformas nacidas del disenso.
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“Riesgo innecesario a la democracia”
Desde España, donde adelantó una visita en su rol como expresidente, Álvaro Uribe Vélez advirtió que la discusión frente a cambiar la Constitución “crea unos riesgos innecesarios a la democracia”. De acuerdo con el exmandatario, quien instó a atender otros problemas como erradicar las “300.000 hectáreas de droga”, entrar en una inestabilidad constitucional como le ha ocurrido a otros países impide echar “raíces sólidas de progreso”.
Uribe manifestó que una reforma a la Constitución no haría más que crear espacios incertidumbre, “que impiden que los ciudadanos inviertan y confíen en el país, que es mantener a la ciudadanía un tiempo en ascuas esperando a ver qué va a resultar”.
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Al alertar también por la inseguridad jurídica, el exmandatario, citando también la experiencia chilena, manifestó que “los ajustes, sean constitucionales, legales o administrativos, que son la savia vital de la democracia, no pueden ser reemplazados por el ultimátum de imposición o destrucción”. Por ello, abogó porque a los jóvenes se les garantice “una democracia establece y reglas claras y duraderas”.
“Necesitamos voluntad política”
Al hacer una moderada crítica contra la propuesta del presidente Gustavo Petro, Juan Manuel Santos se apartó del ánimo constituyente y advirtió que, más allá de un revolcón a la Carta Magna, lo que necesita el actual gobierno para llevar a buen puerto sus proyectos e iniciativas, entre ellas la paz total, es voluntad política y concertación.
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El expresidente manifestó que para implementar el proceso de paz no se necesita una constituyente ni ninguna ley nueva, “necesitamos voluntad política”.
En esa línea, destacó que el Jefe de Estado debe orientar esfuerzos para que la implementación del Acuerdo de Paz con las extintas Farc siga su curso como “condición necesaria para poder construir lo que hoy se llama la paz total”.
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En el pasado, Santos fue crítico y reacio a las constituyentes. En 2017, por ejemplo, se opuso con dureza a la convocatoria de asambleas constituyentes en Venezuela. “Esta Asamblea Constituyente es en cierta forma la culminación de esa destrucción de la democracia en Venezuela”, declaró el entonces presidente ante la idea reformista de Nicolás Maduro.
“Amenaza al orden constitucional”
A su turno, el expresidente Iván Duque, desde una postura más impetuosa y de oposición, calificó el llamado a una constituyente como “una amenaza al orden constitucional”.
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En una entrevista con el diario El Tiempo, el exmandatario advirtió que Petro “busca la perpetuación en el poder y la represión de las instituciones independientes”. Para ello, explicó, apela a un mecanismo “sin acudir a los procedimientos constitucionales porque no tiene ni las mayorías ni el tiempo”. Según el expresidente, la estrategia es evidente: “Inducir una crisis para luego buscar un mecanismo excepcional que se pase por la faja la Constitución y que lo sustente una confrontación social entre sectores afines al Gobierno e instituciones como el Congreso”.
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Duque fue más allá y reclamó que Petro echa mano de la receta venezolana para justificar su llamada: “Se basa en decir: ‘Todo el pasado fue corrupto, las mafias eran dueñas de todo, llevamos 200 años de unos…’ para justificar una supuesta purga ética de la sociedad y por ahí desmantelar las instituciones”. Por todo ello, alertó por una “revolución constituyente”.
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