El medio aseguró que los gases lacrimógenos son un “tipo de arma química”, que a pesar de estar restringida en campos armados, es usada por la fuerza pública (Ejército y Policía) en varios países, como método para controlar a la población en manifestaciones.

Como detalla el informe, algunos de los países en los que es común ver esta forma de dispersar multitudes son Egipto, Estados Unidos, Turquía, Venezuela y Hong Kong; esto, sin tener en cuenta que han sido las alidadas recientemente en Bolivia, Chile y Colombia.

El portal se hizo el cuestionamiento de por qué los gases están prohibidos en la guerra y no con civiles, y aseguró que hay quienes la consideran un “arma incapacitante no letal”, que sí provoca graves afectaciones en la salud humana.

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En la mayoría de casos a nivel mundial se usa el tipo llamado clorobenzilideno malononitrillo (CS), que desarrolla síntomas en la persona durante los 20 a 30 segundos de exposición, esto, si se dispersa entre 60 y 300 metros cuadrados, agregó el informativo.

Quien lo inhala sufre “irritación instantánea en ojos, nariz, boca, piel y vías respiratorias”. Ante esto, en 2016 la revista Annals of the New York Academy of Sciences compartió una investigación de Cragi Rothenberg en la que se reevaluaron los efectos de estos químicos para evitar problemas sanitarios.

El medio agregó que el gas, además de causar tos, ahogo, salivación extrema, lacrimación aguda, vómito, diarrea y opresión en el pecho, también altera los nervios sensoriales de la nariz y rostro, y los efectos pueden ser más peligrosos cuando explotan en lugares estrechos, como calles (como pasó en Egipto en 2011), cuartos o cárceles.

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Una contacto constante, como pasa en las manifestaciones, genera quemaduras en la piel, daños oculares graves como edema estromal de córnea, que es una sobredilatación del estroma (la zona se puede poner blanca y perder la visión), y emorragia conjuntival, que se produce cuando la persona refriega fuerte los ojos y desprende la conjuntiva, explicó el oftalmólogo Diego Murcia a Pulzo, sobre las complicaciones.

Sin embargo, hay gases peores que el CS. Está el CN (cloroacetofenona), “más severo y potencialmente letal”, y el CR (dibenzoxazepina), uno más potente y utilizado por varios cuerpos de seguridad en el mundo. El último fue desarrollado por el Ministerio de Defensa del Reino Unido y prohibido en Estados Unidos porque podría causar cáncer. Su uso es restringido en otros territorios, pero es complicado identificar quiénes lo manipulan o no.

Exponer a una persona al CR genera quemaduras de alto grado en la piel, ceguera temporal o definitiva, dificultades respiratorias y se han reportado muertes; incluso, puede mantenerse activo durante varias semanas en el cuerpo.

Los efectos a largo plazo que pueden provocar los gases lacrimógenos son inciertos, pues los estudios que se han logrado hacer cuentan con poca financiación y los grandes, según Rothenberg, son investigaciones militares realizadas con material clasificado. No obstante, una encuesta hecha en Turquía arrojó que hay síntomas que podrían persistir durante semanas.