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Los gordos de Botero parecen estar ya están demasiado visitados, demasiado fotografiados. Los narcotours con sus consabidas mentiras y deformaciones de la historia tampoco ofrecen ya mucha novedad para los turistas. Por eso los visitantes extranjeros, en su afán por sacarle el jugo a Medellín, por vivir la experiencia más inmersiva, han decidido dejarse seducir por otro tipo de planes que a ojos de los locales no parecen ser muy atractivos, pero que por alguna razón atraen al mes a miles de turistas dispuestos a desembolsar cifras que suenan absurdas.
Aunque parezca increíble, entre los parches que más están ganando terreno entre los extranjeros en Medellín están los tours para degustar comida callejera, para simplemente recorrer un barrio popular, trepar alguno de los siete cerros y hacer un recorrido por los miradores de la ciudad. Algunos de estos planes han permitido que los beneficios del turismo lleguen a los barrios y a organizaciones comunitarias. Pero, por otro lado, también implican un llamado de atención para fortalecer la regulación y formalización del turismo en la ciudad.
(Vea también: Revelan cómo están cargados los almuerzos de $ 3.500 en Medellín; hasta tienen consomé)
Quizás el más insólito de estos planes sea el de los tours dedicados particularmente a degustar comida callejera. En promedio, este parche a los turistas les está costando entre $110.000 y $200.000 dependiendo del lugar donde los lleven y la cantidad de “bocadillos” y “delicias” que les den a probar. En Internet, varias de las principales plataformas y operadores de turismo ofrecen el paquete de comida callejera con alta demanda por parte de los viajeros.
Por ejemplo, The Best Tours, uno de los operadores más reconocidos, ofrece un recorrido por los sabores callejeros de El Poblado que incluye disfrutar de una arepa, empanada, palito de queso y un perrito. Cuesta $116.000. La experiencia abarca conocer las historias y anécdotas de los cocineros callejeros y finalmente la visita a varios lugares incluyendo una terraza para divisar la ciudad.
Pero los planes varían. Algunos que se realizan en el Centro o que son una combinación entre paseo por barrio popular con degustación de panaderías, fritos de vitrina y jugos de esquina también incluyen transporte en la puerta del hotel y hasta seguro viajero. Algunos de esos se acercan a los $200.000 por persona.
Pero lo interesante del asunto es que el auge de ese tipo de planes no se debe exclusivamente a los grandes operadores sino al turismo informal, el voz a voz, el que escapa de las regulaciones y control, el cual algunos llaman “más orgánico” y otros, simplemente “pirata”.
De hecho, este periodista se enteró de que los extranjeros están pagando platales para comer salpicones, fritos y carne callejera por cuenta de un universitario que terminó haciendo de guía turístico sin proponérselo. Juan David, un estudiante de ingeniería de la Universidad de Antioquia, asegura ofrecerle a cerca de 70 extranjeros al mes este tipo de experiencias.
Comenzó por azar luego de que el amigo de un amigo le pidiera reemplazarlo para hacerle un pequeño recorrido por el Centro a un grupo de europeos. Por su afición a la historia logró contarles cosas interesantes de la arquitectura del Centro y remató el recorrido llevándolos a comer arepa de chócolo y queso con lecherita en el tragadero a un costado del Banco de la República. Le fue tan bien que ese grupo lo recomendó con otros amigos y así, de voz a voz y sin mediar ningún formalismo, organiza desde hace año y medio recorridos de comida callejera o para trepar el cerro de las Tres Cruces.
El tour favorito de Juan David incluye un recorrido por el triángulo del Jardín Botánico, el Explora y el Parque de los Deseos y también al cementerio San Pedro. Luego los lleva a comer la famosa carne de secador de pelo de todos esos negocios callejeros que se ubican alrededor de la estación Hospital. Les cobra $100.000 por la carne, un mango biche o papaya picada y una empanada con vasito de gaseosa.




Lo contactan por Whatsapp, cuando el grupo llega a 10 le pone día y hora y los espera en una estación del metro y también en una estación del metro los despacha. No hay pagos previos, se paga al llegar en efectivo, ya sea dólares o pesos, él indica previamente qué moneda recibe ese día. Dice que aunque ha sido buena fuente de ingresos mientras adelanta su carrera no está interesado en formalizaciones de ningún tipo y que metido en esto se ha dado cuenta de la alta informalidad que existe en el turismo en Medellín. En cuanto al posible interés que pueden tener este tipo de planes, dice que casi siempre son extranjeros solos y que tienen pensadas estadías de semanas o meses y que están buscando espacios para conocer personas.
A los turistas interesados en subir a los cerros también se los reparten los prestadores y los piratas. En cualquier caso, el promedio está entre 18 y 25 dólares por un servicio básicamente de guianza ya sea para trepar el Picacho, la Asomadera o las Tres Cruces, mientras les cuentan historias barriales del conflicto urbano o sobre la biodiversidad de los cerros y hasta historias de poblaciones prehispánicas.
El turismo comunitario pide espacio
Otro plan que ha ganado terreno entre los visitantes en la ciudad es el de conocer la Medellín popular, y con la saturación del Grafitour y la comuna 13 han volteado a otras zonas de la ciudad como Santo Domingo Savio y Manrique.
En estos lugares se ha fortalecido un turismo comunitario que busca que los beneficios económicos derivados del turismo se queden dentro de la propia comunidad: en el tendero, en las señoras que hacen almuerzos y jugos, en los que tienen sus emprendimientos de artesanías y demás.
El Museo Urbano de Memorias de la comuna 1, uno de los lugares mágicos y todavía poco explorados de Medellín y que hace unos días se renovó con 50 nuevos grafitis y murales en inmediaciones de la Biblioteca España, es uno de los destinos que gana terreno desde hace algunos años entre los turistas. Para los extranjeros que se antojan de conocer la comuna 1 y la historia detrás de esa galería de arte al aire libre que retratada medio siglo de historias, un recorrido guiado que incluye gastronomía del barrio y alguna otra experiencia cuesta en promedio de 20 a 42 dólares y es organizado 100% por gente del barrio.
Según David Ocampo, director del Museo Urbano de Memorias, la economía barrial se ha impulsado en los últimos años apoyada en el turismo. Los habitantes de Santo Domingo se han organizado para crear agencias turísticas que ofrecen los recorridos a miles de visitantes extranjeros que a su vez mientras recorren las galerías y conocen la historia de la comuna 1 y logran algo aún más importante y es contar ellos mismos su historia y la de la ciudad, un elemento fundamental en esa discusión por la disputa del relato que se construya de Medellín ante el mundo en medio de su boom turístico.
En Manrique también esperan dar vida a una dinámica similar. Precisamente esta semana la Secretaría de Turismo anunció que San José de la Cima, en el sector conocido como Constelaciones, se comenzará una estrategia que buscará que en seis sectores de la ciudad las comunidades organizadas sean las que lideren la oferta de turismo garantizando creación de empleo y crecimiento económico. En este sector se formó el año pasado la organización comunitaria el Escarabajo Azul, ya constituido con Registro Nacional de Turismo, que organiza recorridos a través de este barrio que tiene el mural más grande de Medellín por un valor que va de los 9 dólares a los 17 dólares (incluyendo almuerzo).




¿Y la regulación y controles?
Sobre estas actividades turísticas, la formalización de sus actores y controles en la ciudad, la secretaría de Turismo respondió que con el Colegio Mayor abrió un curso para formalizar 20 guías en guianza turística que arranca el 5 de agosto y es de acceso gratuito para las comunas 3, 4, 8 y 13.
Concretamente sobre estos tours de comida callejera y paseos barriales y por cerros, la secretaría señaló que viene trabajando en articulación con la Policía de turismo en operativos, en diferentes zonas de la ciudad, inspeccionando requisitos legales y técnicos para la operación de los diferentes prestadores de servicios turísticos.
También aseguró que en cuanto a regulación de actividades y precios justos, actualmente intensifica las inspecciones a establecimientos dedicados a la prestación de este tipo de servicios, al momento de verificar el cumplimiento de los requisitos.
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