Vivir en el siglo XXI conlleva cargar con el peso de las pobres decisiones ambientales que quienes están en el poder han tomado hasta nuestros días, y como habitantes del ahora desvalido planeta tierra, tenemos la misión de eliminar nuestras huellas de contaminación antes de que sea demasiado tarde.

Según datos de la ONU Medio Ambiente, en cuanto a los residuos que produce cada persona, América Latina genera un promedio de un kilogramo por habitante al día, estando por encima de otras regiones, como África.

En un contexto más cercano, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en Colombia se generan cerca de 12 millones de toneladas de basura al año, de las cuales solo se recicla un 17 %.

En un intento por contrarrestar la huella que los residuos sólidos dejan en el ambiente, numerosas personas alrededor del mundo han empezado a cambiar sus estilos de consumo hacia el comercio sostenible. A este plan también se han sumado grupos de colombianos que han tomado conciencia de lo urgente que es ayudar al ambiente y de las muchas formas en las que esto se puede lograr.

En Bogotá se han popularizado dos actividades en particular con este fin: el comercio zero waste y la economía circular. La primera es una filosofía de vida basada en la reutilización de residuos que de otra manera serían almacenados o incinerados. Y la segunda, se basa en un sistema de aprovechamiento de recursos donde se apuesta por la reducción de producción y la reutilización de los elementos del producto que no pueden volver al medio ambiente.

De las tres Rs al cero W

Aunque el movimiento ‘Zero Waste’ nació en California en la década de los setenta y fue impulsado por la activista francesa Bea Jhonson en los años noventa, actualmente se puede evidenciar en varias iniciativas relacionadas con la sostenibilidad del ambiente en varios lugares del mundo, incluido Bogotá.

Sara Orozco, precursora de este movimiento y fundadora de Cero Waste Shop, una de las principales tiendas que difunden esta filosofía en Colombia, recuerda cómo tomó la decisión de adoptar y compartir este estilo de vida: “En el año 2016 residía en Bélgica y aprendí cómo ellos cambiaban sus actividades diarias para alivianar su impacto en el medio ambiente y decidí dedicarme a compartir este estilo de vida para dejar una huella distinta en el planeta”.

En 2018, los términos Zero Waste, veganismo, entre otros, eran aún foráneos para los colombianos y la oferta de este tipo de productos era bastante limitada. Al pasar los años, estos conceptos se han venido popularizando de forma natural y genuina gracias al ejemplo del creciente número de personas que han tomado conciencia del impacto enorme que conllevan ciertos estilos de vida.

En las tiendas amigables con el ambiente se pueden encontrar desde artículos de aseo personal como champús sólidos, desodorantes sólidos y copas menstruales, hasta empaques reutilizables y otros productos para el hogar.

Según GlobalWebIndex, el 73% de los consumidores eco-conscientes del mundo buscan que sus productos de aseo tanto personal como para el hogar sean amigables con el ambiente.
Según GlobalWebIndex, el 73% de los consumidores eco-conscientes del mundo buscan que sus productos de aseo tanto personal como para el hogar sean amigables con el ambiente.

Adoptar esta filosofía de vida parecía ser una idea remota para muchas personas del común. Según María Cristina Villegas en su tesis “Espacios de sombra en la ciudad. La emergencia de iniciativas de reducción de basura en Bogotá”, ello se debe en parte a que nuestro orden del sistema ha generado un ritmo de vida urbana específico que nos ha distanciado y ha silenciado otras posibilidades.

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No es nada del otro mundo

Sara Orozco afirma que todo tipo de personas tienen conciencia ambiental. “Hay muchos aspectos de la vida en la que las personas pueden cambiar su forma de consumo como a la hora de comprar productos de aseo personal y del hogar, la ropa que usamos, la alimentación, entre otros”, explica.

Cero Waste Shop ofrece productos de materiales alternativos de larga durabilidad, reciclables y/o compostables. Esta idea se relaciona con la economía circular, protagonizada por el reciclaje, el consumo sostenible y el aprovechamiento de materiales.

Según un artículo publicado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Colombia es de hecho el primer país de América Latina en implementar una estrategia de Economía Circular, en donde las empresas ejecutan nuevos modelos de negocio que aprovechan al máximo los recursos y permiten que los residuos de unos puedan ser insumos para otros y así cerrar ciclo. Además, el Ministerio tiene un programa llamado “Negocios Verdes”, en el cual se trabaja el desarrollo de estudios e instrumentos económicos y financieros que propicien cambios en los actores que usan los recursos naturales y que sirvan para financiar la gestión ambiental.

Adoptar este movimiento trae beneficios no solo ambientales, sino económicos gracias al desarrollo de nuevos mercados de consumo e inversión sostenibles y culturales. Esto ayuda a cambiar la forma de actuar de los ciudadanos, especialmente los jóvenes, quienes empezarán a tomar elecciones más responsables con el ambiente.

Fridays For Future Bogotá es un brazo del movimiento juvenil de acción climática mundial creado por Greta Thumberg, una sobresaliente activista  sueca de diecisiete años. Laura Moncada, activista de la organización, explica que las generaciones más jóvenes están tomando conciencia de esta crisis climática. “Nosotros le damos importancia a estos temas debido a que nos afectan directamente y a  mayor escala que a las personas mayores que toman decisiones dañinas tanto para el ambiente como para las minorías. La globalización es un punto clave en esta lucha, pues facilita el acceso a la información, educación y conexión con otros movimientos de esta índole a nivel mundial”, manifiesta.

Devolverles la vida a las prendas que fueron una vez amadas

Según la ONU, el ‘fast fashion’ (fórmula de consumo acelerado de la moda), tiene un papel relevante en la contaminación de la Tierra, pues produce el 20% de las aguas residuales que se generan a nivel mundial y es responsable del 10% de las emisiones de dióxido de carbono que se emiten a la atmósfera.

Al buscar alternativas para contrarrestar este problema, el ‘thrifting’ (comprar artículos de segunda mano) ha ganado popularidad entre los jóvenes de todos los rincones del mundo pero no es una actividad para nada nueva.

La gente ha comprado ropa usada desde hace siglos, pero siempre debido a cuestiones económicas, y era visto como una práctica vergonzosa. Este no es el caso en la actualidad, pues gracias a la exposición que temas de conciencia ambiental han tenido en la cultura ‘mainstream’ y el resucitar de las modas ‘vintage’, esta práctica se reinventó.

Ropa Usada.
Ropa Usada.

Como esta actividad es popular entre los adolescentes, este tipo de comercio toma lugar en redes sociales como Instagram. En Colombia, aunque estos negocios son relativamente nuevos, han ganado mucha fuerza en el último par de años.

Maria Alejandra Osorio, fundadora de Arigato Vintage, una de las numerosas ‘thrift shops’ virtuales en el país, afirma: “Las personas que nos compran suelen ser jóvenes entre los 16-25 años. Es increíble ver cómo cada vez más la juventud es consciente del impacto que tiene la industria textil en nuestro planeta y busca maneras de reducir su huella de carbono. El plus del público joven es que la empatía tiende a ser mucho mayor. No dudan en dejar comentarios positivos hacia las tiendas que nos dedicamos a esta labor, generando una reacción en cadena gigante y es muy lindo, porque cada vez más es la gente que se da cuenta del valor de la palabra “reutilizar”.

Osorio explica que esta forma de comercio es atractiva porque da la  oportunidad de adquirir “las prendas de mamá”, ropa que poco se ve actualmente que encaja con el estilo que muchas personas buscan y además a un precio más accesible. Un aspecto muy importante en el proceso de manejo de las prendas es su selección, pues son artículos curados que no se pueden adquirir de manera sencilla y se consiguen por medio de proveedores locales. Luego de higienizarlos, se le hacen las modificaciones necesarias.

Al ser un negocio virtual, María procede a tomarles fotografías para las redes sociales y que representen el aire natural que busca para su tienda, añadiendo: “Elegimos con cuidado el día para realizar actualización, que sea cómodo con los tiempos de las personas que nos siguen y con los nuestros”.

Cuidar al ambiente es cuidarnos a nosotros mismos

Preocuparse por la crisis climática afecta diferentes aspectos de la vida de las personas. Laura Moncada, una activista ambiental de veintiún años, comenta: “Gracias a tomar parte en actividades para el consumo sostenible, comencé a cambiar mis hábitos cotidianos en cuanto a salud, alimentación, entre otros. Además, esto me ayudó a salir de mi individualidad y descubrí numerosos colectivos que se dedican a alcanzar y educar a más personas para lograr un verdadero cambio y apostar por más”.

Según datos de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos, el dinero que el gobierno distrital de Bogotá gasta en actividades ambientales ha incrementado de 1,72% al 2,4% del gasto total en los últimos diez años (2009 al 2019).

En definitiva, aunque hay numerosos movimientos que buscan seguir difundiendo este estilo de vida para ayudar al planeta desde las pequeñas acciones, hace falta que las grandes empresas y quienes están en el poder cambien sus formas de consumo para efectivamente frenar el deterioro de nuestro hogar llamado Tierra.

Autor: Mariana Jaramillo   

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.