Escrita por: Erika Silvana Castellanos

Iza, a 12 kilómetros de Sogamoso y 224 de Bogotá, es un pueblito que conserva el aire colonial con sus andenes de piedra y sus casas que aún muestran balcones de madera; se ha hecho famoso por sus postres. Clara Torres fue una de las primeras en esta industria que surgió dado que el pueblo está ubicado en una región lechera.

“Se empezó a trabajar con todos los derivados: el queso, la cuajada, la mantequilla y a raíz de eso nacieron los postres. Al comienzo éramos poquitas, luego más personas empezaron a sacar postres”, dice la comerciante.

Todas las mañanas de los fines de semana, desde hace 25 años, Clara junto con las otras 22 mujeres que conforman la Asociación de Postres de Iza, se levantan antes de las 7:00 de la mañana para alistar todo y comenzar a preparar los postres. A las 10 de la mañana la plaza de postres de Iza ya está abierta, repleta de postres de múltiples colores y sabores que incluyen: mora, fresa, guanábana, oreo, tres leches, café, arándanos, agraz, cereza, chocolate y merengón, entre muchos otros.

Los más aclamados por los visitantes son los postres de guanábana, tres leches y maracuyá. Esponjosos, dulces, cremosos, suaves, así son los postres de Iza; quizá por eso conquistaron no solo a su población, sino también a turistas y personas de los alrededores.

Las ventas aumentaron. Los platos, primero de plástico, pasaron a ser de icopor. Cada fin de semana se vendían alrededor de 3.000 y 4.000 postres:

“Nosotras cada año le hemos aumentado 500 pesos al costo de los postres. Ahorita cuesta 4.500 y si es combinado 5.000. La economía de Iza estaba mejorando, pero el medio ambiente estaba empeorando”, mencionó Clara.

El poliestireno expandido, conocido en Colombia como icopor debido al nombre de la primera empresa que empezó a producirlo, es un material derivado del petróleo al que se le inyecta aire. Es muy liviano, económico y contaminante; no es biodegradable, renovable ni reciclable. Tarda entre 500 y 800 años en descomponerse.

Por su gran volumen y corta vida útil suele usarse una sola vez y es uno de los materiales que más se acumula en los rellenos sanitarios. De acuerdo con una Investigación de la Universidad de Caldas, este material termina contaminando los océanos e intoxicando animales acuáticos.

Su uso descontrolado es lo que causa contaminación, y fue precisamente eso lo que sucedió en Iza. Debido al volumen del icopor, cada sábado y domingo se necesitaba de una volqueta para recoger los desechos que quedaban de las ventas. Se estaban produciendo demasiados residuos. Esto, sumado a las basuras de otros pueblos aledaños desembocó en el colapso del Relleno Sanitario de Sogamoso, a donde iban a parar todas las basuras. El colapso llamó la atención de todos estos pueblos y les dejó claro que debían hacer un cambio y debían hacerlo pronto.

Una solución sostenible

La idea de hacer un cambio respecto al uso del icopor se venía manifestando en la Asociación de Postres de Iza (Asoiza) desde hace casi seis años:

“Siempre pensábamos en la problemática y decíamos que había que cambiar el empaque, pero realmente no hacíamos nada”, expresó Clara.

Sin embargo, iniciando el mes de octubre del 2018, se empezaron a sentir las consecuencias económicas de que el Relleno Sanitario Terraza del Porvenir de Sogamoso dejara de recibir los residuos de Iza y 42 municipios más. Fue en ese momento en el que Asoiza tuvo la primera socialización de esta problemática con el alcalde de Iza Diego López.

El mandatario y las 22 mujeres de Asoiza decidieron que debían tomar medidas tanto por el pueblo como por el planeta. Empezaron unas jornadas de reciclaje y se propusieron dejar de lado a su mayor contaminante: el icopor.

Aquí se presentó el primer obstáculo, pues si no se usaba ni plástico ni icopor, ¿en qué servirían los postres? Ni Clara Torres ni Carmen Rosa Santana, las dos postreras pioneras, sabían a quién contactar o cómo encontrar una solución que fuera biodegradable y no afectara la principal industria de Iza. Sin embargo, el alcalde encontró la respuesta.

Comenzaron las llamadas a distintas empresas en Bogotá, Tunja y Sogamoso. López hizo énfasis en que debían ser empaques amigables con el medio ambiente, pues si iban a hacer un cambio, iban a hacerlo bien.

Entre todas las empresas, Itedris (Investigación Tecnología Educación y Desarrollo Integral y Sostenible) fue quien tuvo la propuesta más completa. Investigaron y encontraron que el papel de caña de azúcar ya era producido desde hacía tiempo por varias empresas vallecaucanas. Lo mejor de todo es que parecía papel normal y se dejaba trabajar por las máquinas de imprenta de igual manera.

El papel a base de caña de azúcar tarda solo 180 días en degradarse, y una vez se descompone, pasa a ser parte de la tierra. Es decir, es biodegradable. Antes era un poco más difícil encontrarlo y usarlo porque su precio era algo elevado, costaba unos 60 pesos más que el papel normal y solo una empresa lo producía. Sin embargo, según Tibelio Galán, director de Itedris, eso ya no es un impedimento:

“Al comienzo ese papel sí era muchísimo más caro que el otro, pero ahora ya vale lo mismo”.

Iza dejó de usar poliestireno expandido de manera paulatina. Poco a poco se corrió la voz que este material no era bueno, la población estuvo de acuerdo con la iniciativa. Para Asoiza lo más difícil fue el cambio en el costo, pero no tardaron en adaptarse y ver que eran mucho más grandes las ventajas del cambio que los aspectos negativos.

“El alcalde fue el que dio el ‘boom’ de que habíamos dejado de usar el icopor en una reunión con los alcaldes de la provincia”, manifestó Clara, presidenta de Asoiza.

Sin embargo, la decisión se oficializó el 15 de febrero del 2019 a través del Decreto número 007.

Ese fue el día en el que Iza dejó de usar por completo el icopor. Los primeros 20.000 platos y cajas biodegradables hechos exclusivamente para Asoiza llegaron casi un mes después.

Clara fue testigo del cambio: “Antes en Iza había mucha contaminación visual, el icopor era regadito por ahí por el pueblo. Con este nuevo empaque la gente ya no lo deja por ahí, como que han tomado más conciencia”.

Además, el transporte de los residuos ya no es un problema y ha aumentado el turismo, pues las personas sienten interés de conocer los recipientes que derrocaron al icopor.

A Iza le siguió Nobsa (Boyacá), y casi un mes después Guatapé, en Antioquia, también se unió al cambio que ya los países de la Unión Europea, Canadá, Costa Rica y más de 100 ciudades estadounidenses realizaron hace unos años.

Cinco meses después en el Senado de la República se presentó el proyecto de ley número 60, que busca prohibir el uso del icopor de un solo uso en todo el país. El senador del partido Verde y ponente del proyecto Antonio Sanguino Páez manifestó la importancia que varios municipios ya hayan implementado el cambio:

“Creo que nos están dando una lección porque están asumiendo decisiones que no hemos sido capaces de tomar en el orden nacional”.

Iza, conocido como el Nido verde de Boyacá, dio el primer paso: hizo un cambio y demostró que hay alternativas para reducir la contaminación usando materiales biodegradables que ayuden a preservar el planeta. Colombia también debe y puede dar ese paso.  De hecho, no se tiene registro de que algún país sudamericano haya prohibido el poliestireno expandido de un solo uso. Por ello, el senador Sanguino expresó:

“Nosotros seríamos el primer país en América del Sur en prohibir el icopor”.