Después de haber leído las ficciones históricas de Carmen Posadas, la sensación que nos dejan sus novelas es la de haber estado, de su mano, en un viaje en el tiempo y el espacio.

Y después de haber hablado con Carmen Posadas, es inevitable que se convierta en una persona inolvidable. Descubrimos a una niña súper tímida, que se percibía como “la más fea y peluda de la familia”, que prefería quedarse en su habitación escribiendo un lacrimógeno diario que significó el comienzo de su vocación de escritora y que, a sus diez años, se lanzó a escribir una especie de “plagio” de una fábula, la del ratón de campo y el ratón de ciudad, pero con los papeles intercambiados en cabeza de dos amigas.

Carmen nacida en Uruguay (1953), es autora de doce novelas, más de quince libros infantiles, dos biografías y varios ensayos, relatos y guiones de cine y televisión. En 1998 ganó el Premio Planeta con Pequeñas infamias. También ha sido galardonada con el premio Apel les Mestres de literatura infantil y el Premio de Cultura que otorga la Comunidad de Madrid. En 2003 la revista Newsweek la señaló como «una de las autoras más destacadas de su generación». Carmen, una escritora cuya formación literaria se ha hecho de forma autodidacta, nos indica que, si bien al principio eso le producía algunas inseguridades, hoy está convencida de que justamente esa circunstancia fue la que le hizo superarse y hacer el doble de esfuerzo que el resto de la gente que ha hecho una carrera universitaria porque le permite “no dormirse en los laureles” y seguir aprendiendo día a día, lo que seguirá haciendo hasta más allá de que cupla sus 90 años…

De seguro nuestros/as lectores/as han oído hablar de obras como La cinta rojaInvitación a un asesinatoEl testigo invisible, La hija de Cayetana, La maestra de títeres y La leyenda de La Peregrina – esta última cuya reseña tengo pendiente y en donde les contaré más cosas de Carmen de las que caben en este espacio de hoy. Y a Colombia vino a la FILBO @filbogota a presentar su última obra Licencia para espiar, un libro con una serie de relatos históricos (¿o ensayos?) sobre las mujeres espías más famosas de la historia.

Desde pequeña amó a Kafka, pero Carmen siempre quiso escribir como Cortázar; la cosa es que los cuentos que escribía le salían como los de Roahl Dahl. Sin embargo, más pronto que tarde se dio cuenta de que todo lo que uno lee, con lo que uno se nutre, se va procesando y luego “se saca” de otra manera distinta, porque tu bagaje propio marca el ritmo del propio lenguaje y estilo.

Para Carmen, la apasionante historia del espionaje es, de alguna manera, la historia de la humanidad: los principales acontecimientos, desde las gestas de Napoleón, pasando por la independencia de América, hasta las actuales guerras, se ven atravesadas por el espionaje. Su interés por los espías nació cuando su padre era diplomático de Uruguay en la Rusia de los años 70: era como vivir en una novela de espías, pero no de James Bond sino del Superagente 86: «Estábamos por la noche durmiendo y de repente se invertían los micrófonos y escuchábamos a los espías cuando ponían una ópera o un partido de baloncesto para no aburrirse».

No es que ella quisiera escribir una nueva historia de mujeres escrita por una mujer. No, “eso hubiera sido agotador”, nos dice. La consideración fue que la historia del espionaje era tan extensa que había que acotarla, y como las mujeres eran las menos conocidas, decidió incluir todo tipo de categorías de espías femeninas en su libro. Su amigo, Félix Sanz Roldán, ex director de CNI español, Ie recomendó varios libros demasiado rigurosos y uno en concreto que está considerado como la biblia de la historia del espionaje, y ese fue el hilo conductor. Empezó, inclusive, a descubrir una cantidad de mujeres famosas por otras razones distintas a su condición de espías, como Catalina de Medici – con su “escuadrón volante”-, la Malinche, Isabel I de Inglaterra o María Estuardo.

Y así, de a poco, fue montando sus historias, con algunos elementos de ficción. Son trece capítulos cuyos títulos invitan a devorarlos:

  1. Dos muy viejas profesiones
  2. Sexpionaje. Cuervos y golondrinas
  3. Espías en el mundo clásico
  4. Tiempos oscuros
  5. Espías del Nuevo Mundo
  6. Cuando las reinas se convierten en espías
  7. Pelucas, revoluciones y extraños compañeros de cama: el espionaje en el Siglo de las Luces
  8. El siglo de todos los inventos
  9. La edad de oro de los asesinatos
  10. De heroínas y malvadas
  11. Las espías españolas de la Unión Soviética
  12. Espionaje y el fin de la historia
  13. Conversación con una espía

Cada capítulo se divide en dos partes. La primera, es introductoria y nos sitúa en el tema, el espionaje, en el momento histórico de ese relato. La segunda es un ensayo ficcional que se centra en la/s protagonista/s, utilizando distintos recursos (diálogos, entrevistas, cartas). La estructura de los ensayos ficcionales es cronológica.

Empieza el libro con Rahab, en la primera misión de la que se tiene constancia en el mundo occidental y de la que da cuenta la Biblia, en la época de Moisés y sin la cual el pueblo elegido no hubiera podido entrar a la Tierra Prometida. Rahab es tan importante que el Mossad israelí, uno de los servicios de inteligencia más importantes del mundo, la tiene como su emblema.

Posadas nos lleva después al mundo clásico, a Cleopatra – que también fue espía – y al paradójico asesinato de Julio César quien, a pesar de ser devoto del espionaje, en el momento más importante de su vida acude al senado contraviniendo todas las indicaciones de sus espías, una de ellas mujer, su amante Servilia… pero su arrogancia y soberbia anularon la inteligencia que permitió que su propio hijastro, Bruto, le diera muerte.

La escritora nos lleva al Oriente y nos da a conocer a las llamadas “comedoras de venenos”, las visha kanya, a quienes desde niñas entrenaban para comer venenos en pequeñas dosis que las inmunizaban y, en su adolescencia o edad adulta, eran asignadas a misiones en las que, con un solo beso, podían matar al objetivo señalado. Luego nos remonta al medioevo occidental con Maria la Balteira, la juglaresa gallega que se vio envuelta en mil y una intrigas durante el reinado de Alfonso X.

Algo transversal al libro es el tratamiento del sexpionaje, que siempre ha existido y que cuando lo ejercen los hombres es audacia pero que, cuando es ejercido por las mujeres, es brujería o prostitución interesada. Para Posadas, el sexpionaje ha sido fundamental a lo largo de la historia.

También hay espacio para las espías trans como Lía de Beaumont – Charles -Geneviève – caballero d’Éon, en uno de los relatos más divertidos del libro, pues hasta logró engañar al mismísimo Giacomo Casanova.

Hay varias espías de “las malvadas”, mujeres brillantes al servicio de la causa equivocada: África de las Heras, una militante comunista española nacionalizada soviética y una destacada espía de la KGB, y la siempre misteriosa Caridad Mercader, la valiente madre española de quien sería el asesino de Trotsky en México, José Ramón Mercader, y fascinantes son dos princesas que serían dobles espías. A una de ellas la conocemos ampliamente, Gloria Guiness, una socialité de mediados y finales del siglo pasado, que se casó varias veces, y que adoptó otro nombre y otra identidad después de haber ayudado a los nazis y de quien Churchill dijo que era más peligrosa que diez mil hombres juntos.

No podía faltar Matahari, que ni siquiera aparece en el riguroso libro que le sirvió de guía a Posadas. La escritora nos desvela que fue una espía mediocre deslumbrada por el dinero y pésima madre: fue utilizada por los franceses y los alemanes en Ia Gran Guerra y, sin embargo, sigue siendo emblemática su condición de doble espía. Carmen nos dice que es como si se hubiera descubierto hoy que las Kardashian fueran agentes dobles. Así de vacía y decepcionante es su verdadera historia.

Cierra el libro con un capítulo que contiene una entrevista final a una espía, que en realidad fueron dos mujeres de la vida real que le contaron a Carmen secretos de su labor de espionaje internacional. Una actividad que sigue más que vigente en la actualidad.

El papá de Carmen estaría más que orgulloso de su hija. Su padre era un devoto de la literatura, era de ese tipo de personas que aprende ruso para leer a Tolstoi y griego para leer a Homero y un convencido de que, después de lo que había escrito Shakespeare, no había nada que añadir. Solo logró convencer a su padre de que su escritura no era una “profanación” hasta mucho después de haber ganado sus primeros galardones: “yo vivía en Madrid el vivía en Uruguay, yo le mandaba mis libros y nunca me hacía ningún comentario hasta que le envié un libro que se llamaba Cinco moscas azules, y me llegó un fax enorme, larguísimo, que aún conservo, y para mí es más importante que cualquier crítica del New York Times o del The Washington Post

Leer a Posadas es realmente un privilegio, un aprendizaje y, sobre todo, una delicia. Siempre tiene relatos misteriosos en los que nos descubrimos y descubrimos algo nuevo. No dejen de leer Licencia para espiar. Y, si les alcanza el tiempo, La Leyenda de La Peregrina. Inolvidables y arrebatadoras.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.