Y a mí qué me importa, pienso después de haber gastado media hora leyendo sobre Leo Sarria, el “vicepresidente más joven en la historia de Andean Telecom Partners, en Miami”. Se apodera de mí ese Andrés que veía ‘Pasión de Gavilanes’, fuertemente atraído por Danna García y Ana Lucía Domínguez, queriendo saber quién es el afortunado novio de Jessica, quién es ese hombre que la mira y la desnuda, esa fiera inquieta que le da mil vueltas y la hace temblar, pero la hace sentir mujeeeeer… Lo busco hasta en LinkedIn y una cosa lleva a la otra. Me termino enterando de la supuesta promesa de celibato que se habrían hecho. O sea que ese hombre la mira pero no la desnuda, como cualquier seguidor de Instagram. Puede que sea una fiera inquieta, pero no la hace sentir mujeeeeeer. Viendo un video de ‘Los Informantes’, supe que Leo es cristiano y Jessica “volvió a nacer cuando se bautizó en el mar y se convirtió al cristianismo”, sobre todo después de lo que le pasó con esos biopolímeros que le pusieron en la colita y que tanto daño físico y emocional le han causado… Uy, hasta Pipe Bueno, el exnovio, dijo por ahí que durante un tiempo largo no pudieron tener relaciones sexuales (como cualquier seguidor de Instagram, resignado a ver y no tocar)… Oiga, ¿y es que cómo tenía las nalgas antes?… Encontré otro titular imperdible: “Así era la cola de Jessica Cediel antes de someterse al procedimiento estético”, dizque para hidratarse los glúteos… No, no, no, no no… Pero si esas nalguitas lo único que necesitaban era aceitico Johnson’s y mucho cariño. Como en el comercial de pañales: “Una prueba de amor”, y ¡muákatelas!, tome su pico en ese pompis… Y a todas estas, ¿quién fue el médico que le hizo eso?… Ah, vea pues, Jessica lo demandó y lo condenaron… Desgraciado… No, esperen… Pero luego lo absolvieron. Ay, Dios mío. ¡¿A quién creerle?!

Y así, con cualquier cosa. Entro a internet, decidido a formarme una opinión argumentada sobre qué está pasando con la jurisdicción especial para la paz, y termino viendo galerías sobre “el antes y el ahora de los actores de Oki Doki” o “Así lucen los actores de Padres e Hijos”. Quiero conocer la historia de Greta Thunberg, la sueca autista de 16 años que se ha vuelto un ícono en la lucha contra el calentamiento global, pero me dejo hipnotizar por el “video viral con final inesperado” de no-sé-qué-cosa, o la foto de no-sé-quiensita “que desafía la censura en Instagram”, o el mensaje de fulano “que enciende las redes”.

En mi cabeza hay grandes cantidades de información que no me sirven absolutamente para nada, como que Mauro Urquijo presentó a su novia transexual, que Mauro Urquijo se va a casar con su novia transexual, que se robaron los sobres con dinero en el matrimonio de Mauro Urquijo y su novia transexual, que la policía dice que no se robaron nada sino que la pareja se gastó la plata en trago, que no se hagan los heterosexuales.

Hoy sé de personas cuyas historias, en condiciones normales, me tendrían sin cuidado. Pero los medios hablan de ellas con tanta frecuencia que me ha sido inevitable conocerlas e interesarme por lo que dicen o hacen.

Me vine a enterar, por ejemplo, de una tal Luisa Fernanda W. Evité, tanto como pude, hacer clic en las “noticias” que hablaban de ella, pero eran demasiadas. Me cuestioné: ¿No será que es una persona importante de la que debo informarme? ¿Acaso trabaja con Julio Sánchez Cristo y es un nuevo referente en el periodismo colombiano?

Pues no. Es otra influenciadora que se hizo famosa subiendo videos. Tiene cerca de 12 millones de seguidores en Instagram, casi cuatro veces más que Greta Thundberg. Sostiene una guerra fría en redes sociales con sus excuñadas, las también influenciadoras hermanas Legarda, de quienes también me he enterado recientemente, y a quienes les he dedicado más tiempo del debido para detallar, como un adicto, sus fotos y videos inútiles.

La gota que llenó el vaso fue cuando vi un titular que decía: “Así se veía Luisa Fernanda W antes de ser famosa”. Pensé: pero si acabo de enterarme de quién es y cómo se ve, qué diablos me interesa ver cómo lucía antes… ni que fuera un idiota”. Acto seguido, le di clic al enlace y consumí todas las fotos de la galería.

La semana pasada tomé aire, me sacudí, y quise intentar, de nuevo, documentarme sobre las propuestas de los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, pero los medios insisten en que yo lea otras cosas: “Jessica Cediel borró fotos con su novio y causa todo tipo de reacciones en sus seguidores”. Cada pedazo de información nuevo es más adictivo que el anterior: “Desde principios de agosto ella dejó de usar el anillo de compromiso que antes lucía”.

Ya es demasiado tarde para mí. Quiero saberlo todo sobre esta información tan vergonzosamente irrelevante. Adelante, periodismo colombiano, denme más de lo que no necesito, porque igual lo voy a consumir hasta la última gota.

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Encuentre esta columna de @agomoso cada 15 días.

La próxima, el miércoles 9 de octubre: “No soy mejor que nadie, pero me encanta sentirme mejor que los demás”.

Si se perdió las columnas anteriores, aquí están:

Yo también fui un periodista que gorreaba desayuno a las fuentes

Segunda parte: testimonio de un comediante principiante que no hace reír al público

Primera parte: testimonio de un comediante principiante que no hace reír al público

“¿Cómo sería una red social en la que compartiéramos nuestros estados reales y antisexis?”

“Endiosamos a nuestros padres y con los años nos damos cuenta de que son humanos”

“Me la paso compitiendo con mi esposa aunque ella no lo sabe”

“¿A cuento de qué tengo que salir de la zona de confort si tanto luché para llegar a ella?

“Propuesta al mundo mundial: revaluemos los piropos”

“Las manos son como un par de hijas: a una se le exige y sale adelante, la otra…”

“Carta abierta de un aficionado al Play Station”

“Más que un niño interior, tengo un adolescente interior… y es un petardo”

“Nadie me contó que uno también termina con los amigos”

“Cuando chiquito quería ser gomelo. Lo logré”

“Lleno de expectativas a los 18 años; lleno de incertidumbres a los 35”

“Yo pensé que después de los 33 años todos madurábamos”

“Cuando uno es de centroizquierda… y el suegro es uribista (y viceversa)”

“No solo nos gusta aparentar, nos fluye sin siquiera darnos cuenta”

“Ver la vida a través de LinkedIn, tan frustrante como verla a través de Instagram

“La Navidad es un tranquilo paseo de diciembre… para quien no tiene bebés

“Mi papá es un hipócrita”

“Ser ateo es más difícil en las vacas flacas

“Cambiar de peluquero en la misma peluquería… mala idea

 

 

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.